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'La Pasión según Diodoro', evangelio hilarante de Javier Navarro

MURCIA. Significa buena nueva, aunque nueva no es precisamente una palabra que sirva para explicar nada hoy en día: nueva, en su undécima acepción, es sinónimo de noticia. Buena nueva tampoco es algo que vayamos a emplear con asiduidad: se lleva más tercera guerra mundial. Buenas nuevas no hay muchas últimamente. En realidad, esta visión es muy egocéntrica, porque, ¿cuándo no ha ido la humanidad de catástrofe en catástrofe? El problema es que ahora hasta lo más nimio recibe una gran cobertura. Somos cámaras ambulantes, pequeñísimas estaciones de televisión, cadenas unipersonales que no dejan de emitir. En un panorama así, lo malo, que suele ser más espectacular y más morboso que lo bueno, recibe una gran atención, se amplifica y magnifica, lo que a su vez crea un estado de ánimo funesto, lúgubre, que genera malestar, resignación, odio, o todo al mismo tiempo. No deberíamos aventurarnos a asegurar que hoy en día las cosas van peor que antes: ¿peor para quién, antes que cuándo, dónde? No: las épocas de (relativa) paz de unos, han sido los años oscuros de otros. No hay nada así como un continuo estándar del que participamos todos. 

Nunca, por ejemplo, hemos dejado de matarnos, ni de abusar, ni de desencadenar hambrunas. La viruela del mono nunca ha dejado de enfermar y matar a gente en África. La preocupación viene porque ha llegado hasta aquí, y eso está feo. Ni siquiera el COVID ha sido original. Será por pandemias que nos han diezmado. La cuestión, como decíamos, es la cobertura. Evangelio, que significa buena nueva, es también un tipo de cobertura, además del origen de los dos nombres favoritos de los padres primerizos: Mateo y Lucas (y hace un tiempo, Marcos). Los tres, junto a Juan, fueron los autores de los evangelios que ahora tenemos en consideración. Estos libros son la cobertura que en la época se le daba a los hechos de especial trascendencia. La cobertura, claro, no era en tiempo real. A veces ni siquiera se llevaba a cabo en el mismo siglo: se cree que los evangelios canónicos se escribieron entre sesenta y cinco y cien años después de Cristo, década arriba, década abajo. Seguro, por tanto, que contienen muchas licencias. Pero qué vamos a decir nosotros en esta era de las fake news y los deep fakes.

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