MELBOURNE. El discurso de Rafa Nadal, que sostiene siempre un argumentario robusto, firme, honesto, transparente como pocos, tiene un componente esencial como es el valor humano que envuelve a lo competitivo. Eleva siempre un agradecimiento al hecho de haber tenido, tener de hecho, "a las personas adecuadas para tener un espíritu de superación". El lastre de las lesiones y la sombra de un definir su futuro marcó la segunda parte de la temporada pasada. Se valoró incluso la opción de retirarse. Pero Rafa siempre regresa. Superación. Levantarse. Seguir adelante. Buscar alternativas, variantes, y redifinir o adaptar si hace falta su tenis. De modo que a ese concepto de la superación, el jugador de 35 años, le suma la inteligencia y la resiliencia. Así que Nadal arrancó el año ya en Oceanía ganando el torneo de Melbourne, preparando así el Open de Australia. Y lo afrontó igualmente buscando sensaciones, procurando volver a sentirse cómodo con su tenis sobre una pista. Y creció sabiendo competir, trabajar y sufrir -sencillamente como siempre-. Y ganando, claro. Y las victorias le llevaron a la gran final. Y entonces entró el componente del resultado, de seguir trufando su ya legendaria historia como deportista, con la opción de alzar el título para sumar 21 en Grand Slam y ser el primer tenista en lograr esa cifra. Y el cruce final entre el actual número 5 del mundo fue contra el 2, Daniil Medvedev -diez años más joven-. Una final mayúscula. Con una grada mayoritariamente nadalista.
Rafa tuvo enfrente a un jugador mayúsculo, un muro ruso. Si bien ese nervio competitivo pintó lo que pasó en la pista de principio a fin, Medvedev ganó los dos primeros sets, además con un juego consistente. Parecía difícil levantar la final. Pero Nadal es Nadal. Sobre Nadal pocos adjetivos se pueden ya utilizar como originales, porque se atribuye todos en positivo. Así que decidió tirar por el camino de la superación y de la determinación. Y sí, igualó y forzó el quinto set. Para ese momento la final ya era épica. Lo de Nadal seguía siendo imponente, mayúsculo. Faltaba definir la historia después de la exhibición de ambos. La enormidad de Rafa, lo mayúsculo de su partido se concretó con la remontada, para conquistar el Grand Slam, su número 21, lo que nadie había logrado antes. Nadal ganó en 2009, hace trece años, su primer Abierto de Australia. Este 2022, llegó su segundo. Lo hizo ganando a un jugador magnífico como Medvedev por 2-6, 6-7, 6-4, 6-4, 7-5 tras 5 horas y media de un partido titánico, histórico, épico.
Logró este domingo su segundo Abierto de Australia (2009 y 2022), que une a sus 13 Roland Garros (2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019 y 2020), dos Wimbledon (2008 y 2010) y cuatro US Open (2010, 2013, 2017 y 2019).
La consistencia de Medvedv
Nadal ganó el sorteo y eligió sacar para empezar un duelo ante el ruso en Melbourne que se presumía largo. Dos enormes restadores, dos mayúsculos competidores, un enfrentamiento para la historia para el español con esa posibilidad de levantar su Grand Slam número 21 por encima de todos los demás tenistas. Efectivamente, trabajados, peleados, sufridos incluso desde el arranque fueron los primeros juegos. En los cuatro primeros, uno y otro se adjudicaron sus respectivos servicios (2-2). En el quinto juego, tras media hora de partido sobre la pista del Rod Laver Arena, Medvedev sumó el primer break, rompiendo el servicio al tenista balear con un juego en blanco. Mostró buenas sensaciones en todo caso Nadal, aunque el moscovita no cedió con su saque para ponerse 2-4. Completísimo Medvedev en su juego, llegando a todo, volvió a romper el servicio de Rafa, poniéndose a un juego del apuntarse el primer set. El ruso mantuvo una propuesta muy solvente para cerrar 2-6 la primera manga.
Cinco juegos consecutivos había acumulado Daniil Medvedev desde el 2-1 del primer set. Y siguió el moscovita con una defensa durísima. Pero lo que tiene Nadal es ese inalterable espíritu de superación, una actitud positiva ante la vida y lo que sucede en ella, y lo que pasa por tanto en sus partidos. Y buscó alternativas para arrancar la segunda manga y se adjudicó el primer juego con su saque, cerrando con un ¡Sí! firme y cerrado. Pero replicó el tenista ruso, número 2 del mundo, en su servicio con un martilleante saque. Incomodísimo el partido que planteaba Medvedev, pero Nadal construyó bien el tercer juego para no ceder en su turno de servicio (2-1). El español, en todo caso, se sostuvo en una buena línea, buscando variantes, y así fue desgranando el servicio siguiente del ruso, que tras un cuarto punto enorme a 40 golpes, acabó apuntándose para el break (3-1). Pasaba por un buen momento de partido el balear, firme en el saque, aprovechando el progreso, incluso sumó su primer ace de la final (Medvedev acumulaba ya seis), y colocó un juego más en su casillero de la segunda manga. Se reactivó el moscovita y ajustó el set ganando los dos siguientes juegos dentro de su argumentario (4-3). Enorme la respuesta de Nadal, rompiendo con una propuesta inteligente con cambios de ritmo, fracturando el saque de Medvedev; break tras una dejada.
El noveno juego se alargó casi quince minutos. Servía el español. Tomó ventaja el ruso con un 0-30. Pero remontó Rafa. Exigente. Duro. Alterno. Se metieron en la igualdad. Pero ambos se resistían. Incluso en el camino saltó a la pista una mujer portando una pancarta en la zona de Medveded, aunque la seguridad actuó diligente. Rozó Nadal el set. Pero se le escapó en esa lucha intensa y el moscovita ajustó. Rápido afiló su servicio luego Medvedev y empató el set (5-5). Otro juego exigente. Otro incómodo planteamiento del ruso al servicio de Nadal, pero el español alzó el puño para ponerse por delante. Igualó Daniil y la manga se fue al tie-break. Una batalla dentro de la propia batalla de partido. Y llegó a mandar Nadal, pero acabó resolviendo el ruso para el 6 (5)-7 (7) después de 1h 24 minutos de segundo set.