No se come, si no, sería un restaurante, recalca Ferran Adrià. Este espacio de 4.000 metros cuadrados recopila toda la disrupción creativa que sucedió en el espacio-tiempo de elBulli restaurante. Es un museo de cuatro espacios alrededor de la sala vestida para el servicio; documentos como el contrato manuscrito de Juli Soler y la joya de la metodología Sapiens que expone los pasos del proceso creativo y el resultado de su aplicación, un vocabulario universal para la gastronomía, la taxonomía.
La esperada apertura del restaurante que más interés suscitó a nivel mundial abre sus puertas como museo en el precioso enclave de Cala Montjoi. En pleno Parque Natural del Cap de Creus y, tras repensar la propuesta hasta tres veces, cuadraron el concepto para adaptarlo a los permisos. Lo consiguieron convirtiendo el museo en una donación en sí misma, añaden el Bullibus que conecta Roses y Montjoi y que el usuario adquiere con la entrada al museo. Por 27,5 euros se puede comer conocimiento en elBulli1864, precio que también incluye el bus y una audioguía para complementar la visita. Se quedarán hambrientos los que esperan probar alguna degustación al plato porque en este espacio se come, conceptualmente, el conocimiento creado a partir de las obsesiones de Ferran Adrià por no autocopiarse.
Crear no es copiar, esta frase de Jacques Maximin le caló el entendimiento hasta el punto de documentar todo: elaboraciones, recetas, ideas, auditorias de menús y todo con fechas que forman un archivo de más de 15.000 documentos. Muchos de ellos disponibles para ojear y manosear en una de las salas del museo. Tanta información necesitaba un orden y el orden les llevó a crear incansablemente, tanto como para definir más de un estilo que se engloba en un movimiento: el bulliniano.