MURCIA. Siempre es un buen momento en la Región de Murcia para brindar por los días de sol que nos acompañan a lo largo del año, por los paisajes que nos ofrecen momentos de paz y por los monumentos que siguen dejándonos con la boca abierta. Y dónde mejor para levantar una copa en honor de esa 'felicidad de la buena' -que también crece entre viñedos- que recorriendo las tres Rutas del Vino que se encuentran en la Comunidad murciana y que corresponden a las Denominaciones de Origen de Jumilla, Bullas y Yecla.
La tres Rutas del Vino de la Región -todas certificadas por la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN)- ofrecen numerosas y muy variadas actividades relacionadas con el enoturismo, que van desde las visitas a las bodegas, la participación en catas y los cursos de enoturismo a la oportunidad de disfrutar de enotecas, restaurantes, mercadillos tradicionales y tiendas especializadas en cada ciudad. A todo esto hay que añadir el magnífico patrimonio que atesoran estas localidades cuya historia está muy relacionada, desde tiempos remotos, con el cultivo de la vid y la elaboración del vino.
Con un total de 35.000 de héctáreas de viñedos en la actualidad, la Región de Murcia puede presumir de ser uno de los territorios históricos del vino en el Mediterráneo occidental. Su tradición vitivinícola, su clima privilegiado y la personalidad de sus vinos configuran una oferta turística diferenciada y en crecimiento. Detrás está la herencia de diversas culturas mediterráneas (desde fenicios y griegos hasta íberos y romanos) que promovieron la expansión del viñedo desde Oriente hacia Occidente, aunque fueron los romanos quienes normalizaron su consumo cotidiano.
Lo que proponen las Rutas del Vino son experiencias cautivadoras, para todos los gustos y paladares, que nos trasladarán desde los yacimientos romanos a las más modernas bodegas, en un recorrido durante el cual se podrán descubrir los personales toques de los vinos de la Región, además del patrimonio, la gastronomía local y el paisaje agrícola que define cada territorio. En este enlace se pueden encontrar, por ejemplo, 17 bodegas en plena naturaleza en la Región de Murcia para visitar.
Ruta del Vino de Bullas

- Peregrinos visitando viñedos en Bullas -
En Bullas el vino es la expresión máxima que define y llena de orgullo a un pueblo volcado desde sus raíces al cuidado de la vid. Un trabajo artesano que ha madurado con el tiempo y que sus gentes miman con esmero a la espera de obtener una rica recompensa: vinos con cuerpo, de carácter, que perduren no sólo en el paladar sino también en la memoria. Y es que si por algo es conocido el municipio de Bullas es por su tradición vitivinícola. Pasear por sus calles llenas de historia o conversar con sus gentes pueden ofrecer al visitante una idea de cómo el pueblo está ligado al rico fruto de la vid desde tiempos remotos. Las bodegas organizan visitas guiadas, catas, talleres sensoriales, jornadas de vendimia o propuestas de maridaje con productos locales.
La Ruta permite conocer la riqueza cultural asociada al vino en el municipio, contribuye a la conservación de la tradición vitivinícola y favorece el respeto por los valores históricos de esta tierra. De hecho, sólo en el casco urbano de Bullas se conservan total o parcialmente más de 200 bodegas tradicionales, la mayoría construidas entre los siglos XVIII y XIX. Como buena muestra de ello, se encuentra, en pleno corazón del municipio, en la Plaza de España, el Monumento al Viticultor. Esta pasión vitivinícola se transmite, en parte, gracias a su Museo del Vino, que está ubicado en una de las bodegas de mayor tamaño y capacidad del viejo Reino de Murcia y que constituye una de los reclamos turísticos más importantes del municipio.
La Plaza de España puede ser el lugar perfecto para comenzar el recorrido y descubrir algunos de los recovecos más interesantes y pintorescos que guarda la población. Justo detrás del Pisador de Uvas, se encuentra la Casa de los Melgares, fácilmente reconocible por su fachada azul y estilo modernista. Otro de los tesoros arquitectónicos que acoge el centro de Bullas es la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora del Rosario, un bello ejemplo del barroco murciano del siglo XVIII. Detrás del templo, en la calle Rosario, se halla otra casa señorial muy popular a la que los bullenses guardan especial cariño: la Casa-Museo Don Pepe Marsilla.

- Bodega Casa Museo D. Pepe Marsilla -
Muy cerca de allí, se encuentra la Plaza Vieja, histórico centro social del pueblo, y la Plaza del Castillo, donde antaño se ubicaba la fortaleza medieval de la villa y de la que aún se conservan algunos restos. Hoy día, ambos emplazamientos acogen, el primer domingo de cada mes, el famoso mercadillo 'El Zacatín', el primer mercadillo artesanal de la Región de Murcia, donde el viajero seguro que encontrará exquisitos recuerdos. Desde la Plaza de España y tomando la ruta del Camino Real, en la que destacan varias casas solariegas, se llega hasta la Torre del Reloj, que se construyó a principios del siglo XX para regular las tandas de riego entre agricultores y que, junto a la torre de la iglesia parroquial, proporciona a Bullas su perfil característico en la lejanía.
Uno de los lugares más singulares de Bullas es el Salto del Usero, situado en el cauce del río Mula y de gran belleza paisajística. La erosión en el cauce ha originado su peculiar morfología en bóveda, precipitándose el agua hacia la base en una cascada de 3-4 metros de altitud.
Tampoco hay que perder la gastronomía, con platos tradicionales entre los que destacan el ajoharina, el empedrao (arroz con alubias, pimientos y bacalao), el arroz con conejo, las migas y las patatas en llanda. Entre los aperitivos y ensaladas podemos señalar el rin ran, los minchirones y la pimpirrana, y entre los postres, las torrijas de Bullas, únicas en su género.
Ruta del Vino de Jumilla

- Madrid Romero en Jumilla -
Conocida por sus vinos robustos y expresivos, Jumilla combina tradición y vanguardia. Sus bodegas, muchas de ellas de diseño contemporáneo, ofrecen experiencias variadas: desde catas entre barricas hasta visitas a viñedos centenarios. La Monastrell alcanza aquí su máxima expresión, con vinos que han conquistado premios internacionales. Dispone también de un Museo del Vino con una pequeña sala de catas con capacidad para 20 personas.
Jumilla permitirá al visitante sumergirse en la cultura, tradición y costumbres de un territorio vitivinícola de profundas raíces. Pasear por sus viñedos, visitar sus numerosas bodegas, conocer el proceso de elaboración del vino paso a paso, alojarse en un entorno rural o degustar la gastronomía de la zona, se convertirá en una experiencia inolvidable. Sin olvidar la oportunidad de conocer el patrimonio histórico, cultural y natural que ofrece el municipio.
Porque, además de ser famosa por sus vinos, Jumilla alberga otras muchas riquezas que merece la pena conocer. Hace siglos, la ciudad era famosa por ser encrucijada de caminos y culturas, por lo que se pueden encontrar vestigios históricos y artísticos de todas las civilizaciones del mediterráneo. No en vano, ésta es una tierra próspera y llena de contrastes a la que los árabes llamaron 'la bella'. La ciudad fue declarada en 1981 conjunto histórico-artístico por sus monumentos, museos y demás atractivos turísticos y culturales.

- Castillo de Jumilla -
La Iglesia de El Salvador es uno de los grandes símbolos de Jumilla. Su fachada pertenece al barroco murciano, con dos torres de sillar y ladrillo que la flanquean. Este magnífico templo guarda en su interior la imagen del Cristo de la Salud del XVIII, que sale en procesión el Viernes Santo. También en el centro se encuentra el Teatro Vico. Asimismo, destacan en el paisaje urbano de Jumilla la Casa Modernista, conocida popularmente como de 'Doña Pepita', el Ayuntamiento y el Museo Municipal de Etnografía y Ciencias de la Naturaleza. La ruta continúa deleitándonos con la riqueza arquitectónica de la Casa del Artesano, donde además de poder comprar todo tipo de artesanías podrá conocer algunas curiosidades de esta generosa tierra, y en la Casa Solariega de 'Pérez de los Cobos', único ejemplo de arquitectura privada renacentista en la Región de Murcia.
Pero si de verdad se quiere conocer la historia de la ciudad, nada mejor que pasear por la Plaza de Arriba y sumergirse en sus tradiciones más arraigadas, con la Ermita de San José, otro ejemplo del barroco murciano, la antigua posada y el Palacio del Concejo y Lonja, que alberga el Museo Arqueológico Municipal Jerónimo Molina (con piezas que van desde el Paleolítico y el mundo ibérico, hasta la época romana). Desde ahí se puede continuar a la Iglesia Mayor de Santiago, otro de los grandes símbolos de la ciudad.
Las Ermitas de San Antón, San Roque y San Agustín, y el Monasterio de Santa Ana del Monte se añaden a todos estos lugares que visitar, junto a El Casón y el Castillo de Jumilla, una antigua fortaleza y alcázar musulmán que todavía hoy parece vigilar la urbe. Este extraordinario patrimonio artístico, compuesto por museos, calles blasonadas, restos arqueológicos... se completa con dos jardines muy especiales: el Jardín Botánico 'La Estacada' y El Jardín del Rey Don Pedro.
Sobre la mesa, no se puede dejar de probar el gazpacho jumillano, de origen judío y cocinado a base de torta de harina de trigo sin fermentar, carne de caza y caracoles serranos. Para el invierno, la gachamiga y las pelotas con carne son las mejores apuestas para entrar rápidamente en calor. Tampoco te olvides de las empanadas de patata, el queso de cabra frito con tomate y de los dulces de toda la vida, como los rollos al vino, las pirusas, los sequillos y las cristóbalas. Siempre regado con un buen vino de Jumilla, claro.
Ruta del Vino de Yecla

- Monte Arabí en Yecla -
Paladear los vinos de la denominación de origen Yecla es toda una experiencia, una aventura que transporta al origen de una tierra que hunde sus raíces en la tradición vitivinícola. Sus caldos poseen un carácter riguroso y a la vez creativo, cuya esencia permite descubrir en la copa matices nobles, complejos y ricos. Enclavada en pleno Altiplano, entre la cadena montañosa levantina y la meseta manchega, Yecla ofrece al visitante una estampa de una belleza singular: áridos paisajes de piedra, contrastan con los cultivos del olivo, el cereal y la vid.
La vida de esta tierra, 'noble, leal y fidelísima', tal y como reconociera Felipe V en 1707 en el título que dio a la villa, gira en torno al vino y el mueble, sus raíces más arraigadas. En la actualidad, la ciudad industrial y moderna convive con la villa del pasado mezclando patrimonio y tradiciones.
La Plaza Mayor puede ser un excelente punto de partida para comenzar nuestro recorrido. Presidida por el edificio del Ayuntamiento, este lugar guarda varias joyas de gran valor histórico y artístico como los palacios de Alarcos (XVI-XVII) y del Concejo (XVI-XVII); el antiguo Pósito o Alhorín (XVI-XVII); el Auditorio (XIX) y la Torre del Reloj (XIX). A tan sólo unos pasos está la Parroquia de la Asunción o 'Iglesia Vieja', donde se encuentra el Museo de la Semana Santa. En pleno casco histórico, el visitante también podrá contemplar el Arco de Isabel la Católica, construido para la entrada triunfal de los monarcas en 1488, y donde se encuentra la Hornacina de San Blas. También veremos el Balcón sobre la Torre.
Mención especial merecen los barrios con más tradición como la Judería, que antaño fue probablemente un asentamiento judío; y la Jabonería, calle con nombre del antiguo oficio desde 1715. En este lugar, se encuentra además la Iglesia del Hospitalico y la Casa Palacio de los Ortega, actual Casa Municipal de la Cultura que acoge el Museo Arqueológico Cayetano de Mergelina y el Museo de Réplicas de 'El Greco'. En el plano cultural, Yecla también goza de una vida muy activa, ofreciéndonos lugares interesantes como el 'Casino Primitivo', destacado centro social y cultural; y el Teatro Concha Segura, que rinde homenaje a esta actriz yeclana.

- Vista de Yecla -
Paradas obligatorias son la Basílica de la Purísima Concepción o 'Iglesia Nueva' y la Iglesia de San Francisco, donde se contemplar una auténtica joya del barroco murciano: la capilla de la Virgen de las Angustias. Otro de los lugares con mayor encanto y que merece una visita casi obligatoria, es el Parque de la Constitución, un pequeño paraíso natural en medio de la ciudad, entre otros muchos atractivos.
Tanta visita dará hambre, por lo que nada mejor que probar el gazpacho o las gachasmigas, platos que antiguamente constituían la dieta tradicional del campesino. Tampoco hay que dejar de probar y comprar los típicos 'Libricos', auténticas obras de artesanía compuestas a base de finísimas obleas, entre las cuales se disponen capas de una miel de profundo sabor. Un detalle: estos dulces están decorados con grabados que reproducen los lugares y monumentos más representativos de Yecla.