LORCA. Con una historia que se remonta al reinado de los musulmanes en la Región de Murcia, la elaboración artesanal de las jarapas en Lorca ha atravesado diferentes momentos a lo largo de los tiempos. Todavía hay quien recuerda, por ejemplo, como en los años 80, en la pedanía lorquina de Coy -el epicentro regional de esta industria textil-, se podían encontrar más de trece empresas dedicadas a producir estas piezas que se elaboran con restos textiles. Muchas de ellas ha desaparecido, pero otras no solo mantienen viva esta tradición, si no que además son testigos de una nueva 'edad de oro'. Y es que las jarapas de Coy se venden en grandes firmas como  Zara Home, Leroy Merlín, El Corte Inglés o Textura; y viajan a otros países como pueden ser Reino Unido, Dinamarca, Italia, Grecia o Japón.

No en vano, la jarapa lorquina es uno de los productos artesanos que Consejo Asesor Regional de Artesanía quiere 'blindar' otorgándole el sello de calidad de la Unión Europea de Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP), que ofrece protección a las creaciones de una zona concreta y garantiza el verdadero origen del producto. Los sectores artesanos incluidos serían, también, el Belén de Murcia, el Mueble de Yecla, el Vidrio de Cartagena, la Teja de Valentín, el Esparto de Blanca, el Yute de Caravaca de la Cruz, y la Cerámica de Totana y Lorca. Con ello, se garantizará una mayor protección frente a imitaciones y usos no autorizados, fortaleciendo su presencia en los mercados. 

Lo cierto es que el relevo generacional mantiene esta artesanía más viva que nunca a través de cuatro talleres que dan trabajo a un centenar de personas de Coy, pero también de otras poblaciones de las Tierras Altas de Lorca. Así lo pudo comprobar recientemente la concejala de Artesanía, Mayte Martínez Sánchez, durante una visita este verano a la empresa de Blas Olmedo Pallarés, heredero –junto a su hermana- de un legado familiar que les sigue transmitiendo uno de sus progenitores, su madre, cuya presencia sigue muy presente. Ellos, como otros representantes del sector, se rebelan contra ese porcentaje del 3% de empresas familiares que llegan a la cuarta generación. Porque este oficio artesanal pasa de padres a hijos.

Tradición e innovación

La edil lorquina pudo comprobar 'in situ' como el legado, la tradición, están muy presentes en el sector de la Jarapa, al tiempo que las nuevas generaciones han sumado también innovación y diseño, reinventando la tradicional jarapa que ahora es más versátil y que lidera en forma de ‘plaids multiusos’ las ventas de las principales cadenas de grandes almacenes del país que las han incluido en sus catálogos internacionales. Ya no solo hablamos de alfombras, también de caminos de mesa, individuales, cojines…

El ‘multiusos’, como lo llama Blas Olmedo, es un producto "capaz de dar respuesta a cualquier exigencia. Se puede utilizar para cubrir el sofá, pero también como faldilla de mesas, colcha, manta para el verano… Ha sido el gran descubrimiento y se está comercializando muy bien. Se trata de un producto de calidad, muy bien tejido y confeccionado, con un color natural, con buen lavado y plancha y asequible. Está teniendo mucho éxito en nuestro país, pero también fuera de él. En este sector hay que estar constantemente innovando, porque la competencia es muy grande. Aquí se cumple el dicho de o renuevas, o mueres".

Así lo destaca Blas Olmedo Pallarés, quien como toda empresa familiar tiene una historia que contar: "En los años 80 mis padres comenzaron en el mundo de la jarapa. Invirtieron en telares y en toda la infraestructura necesaria para hacer jarapas el dinero que habían ido guardando de los jornales que consiguieron en Francia, a donde emigraron como tantos otros españoles en tiempos de necesidad. Ellos fueron los fundadores de la empresa. Sus jarapas tradicionales se vendían en Mojácar y Níjar, en Almería, pero también en Las Alpujarras granadinas. Poco después, mi hermana y yo nos hicimos con el negocio, aunque la presencia de mi madre sigue siendo fundamental, y adoptamos el nombre de ‘Olmedo y Pallarés’ en la nueva andadura”, ha detallado Blas Olmedo.

También ha recordado que lo que realizan es artesanía. “No es un diseño industrial. Es una alternativa a la producción en masa. Son piezas casi únicas. Difícilmente se pueden encontrar dos iguales, lo que da carácter al producto. Y, repito, la calidad es excepcional, nada que ver con lo que llega de otros países”. Considera que "el sector de la jarapa no ha tocado techo. Está en constante crecimiento, pero es verdad que hay que luchar mucho todos los días para levantar, como se suele decir, la persiana”.

Una herencia que viene de lejos

Otra empresa familiar ubicada en Coy como es Artellano se dedica a la jarapa desde hace más de 50 años. Allí, el empresario Pedro Carrillo y su familia elaboran todo tipo de jarapas a la manera tradicional, de la misma forma que se se hacía en los tiempos de su introducción a manos del imperio musulmán.

"Los musulmanes, que habitaban en el siglo VIII las tierras de nuestro pueblo, se entregaban a este oficio, que perdura hasta hoy, fruto del arraigo y la tradición. Nosotros realizamos un proceso artesanal en el que no dejamos de lado el afán por innovar y mejorar nuestros productos para adaptarnos a los nuevos tiempos, pero sin perder en ningún momento la esencia de la tradición y nuestra pasión por la artesanía, que hace que cada uno de nuestros productos sea único e irrepetible", destacan en su página web, donde señalan que exportan a diferentes países como Reino Unido, Dinamarca, Italia, Grecia o Japón.

En el catálogo de Artellano -que realiza visitas guiadas con reserva previa para poder conocer el arte de la tejeduría- se pueden encontrar alfombras, esterillas, cojines o fundas para los asientos del coche, todo ello "con diseños exclusivos".