MURCIA (EFE). El Museo de la Ciencia y el Agua de Murcia rinde homenaje al apodado 'apóstol del árbol', Ricardo Codorníu, con la exposición El hombre que soñó el futuro, que hace un recorrido por su vida y por los logros que consiguió en reforestación, repoblación de dunas o impulso de espacios verdes que lo convirtieron en un adelantado a su tiempo, como también ha reconocido en el centenario de su muerte Ecologistas en Acción.

La muestra que se podrá visitar hasta el próximo 7 de enero destaca la actualidad de sus planteamientos, plasmados a mitad del siglo XIX, sobre la deforestación y la recuperación de los bosques, la lucha contra la desertificación, la recuperación fluvial y la defensa contra las avenidas, los parques urbanos de ribera y el derecho al árbol en la ciudad.

La exposición arranca con una serie de paneles en los que se expone la biografía del ingeniero, a los que siguen imágenes, textos, portadas y elementos de sus principales creaciones literarias y científicas. Se muestran también fotografías de sus labores hidrológico-forestales, reconocimientos, homenajes y monumentos en su honor, así como una selección de noticias de prensa histórica y reseñas de hemerotecas de distintas publicaciones de tirada regional y nacional.

Asimismo, se exhiben publicaciones originales y de época, algunas autografiadas y dedicadas por el propio Codorníu, procedentes del Archivo Municipal de Murcia, junto con publicaciones cedidas de otras colecciones, como varios números de la revista 'Ibérica. El progreso de la ciencia y sus aplicaciones', de los años 1914, 1915 y 1923, o un original de 'El pino carrasco'.

La exposición se completa con una programación paralela de actividades a lo largo de varios meses en el propio museo, que también acogerá visitas escolares para dar a conocer al ingeniero.

Ecologistas en Acción ha celebrado al ingeniero de montes cartagenero, "un personaje muy conocido por su amor por la naturaleza, y por su gran contribución a la reforestación y a la divulgación ambiental".

Nacido el 6 de julio de 1846, desarrolló su labor en la cuenca del Segura, donde destacan su trabajo en la repoblación de la sierra de Espuña y la fijación de dunas en Guardamar del Segura (Alicante).

Tras numerosos estudios y mediciones de campo, redacción de proyectos, adquisiciones de terrenos y laboriosos trámites administrativos, en junio de 1891 se inició la repoblación de Espuña con siembras, plantaciones e incluso diseminación, a la vez que se construyeron kilómetros de robustos diques, caminos, viveros y casas forestales que contribuyeron la mejora medioambiental y paisajística del parque natural.

Esta repoblación sirvió para contener las riadas que asolaban el valle del Guadalentín, pero su legado es mucho más amplio y abarca la apuesta por soluciones basadas en la naturaleza con la creación de zonas verdes en las ciudades y una labor de divulgación que mantuvo casi hasta el día de su muerte.

Fue uno de los fundadores de la Sociedad de Amigos del Árbol y editó una guía botánica del parque de Ruiz Hidalgo, en Murcia, donde realizaba paseos divulgativos.