ZARAGOZA (EFE/Naiare Rodríguez Pérez). La novelista Rosario Raro (Castellón, 1971), Premio Azorín 2025 por su libro La novia de la paz, ha reconocido que el lema 'Haz el amor y no la guerra' debería ser "motriz siempre" y más en un momento en el que están regresando circunstancias y contextos que se creían superados.
La autora ha compartido en una entrevista a EFE con motivo de la presentación de esta obra en Zaragoza que las personas con poder deberían "aprender de educación y tener más capacidad de dialogar", ya que vivimos tiempos "surrealistas" en los que falta sensatez, empatía y estar con quienes realmente sufren las guerras.
-¿Qué fue lo que le hizo detenerse en esta historia?
-En mis cinco novelas anteriores ya hay rasgos "marca de la casa Raro", que es rescatar historias que se han quedado en el olvido. En el caso de 'La novia de la paz' llegué a la protagonista leyendo la biografía de Gandhi. Encontré una carta que había escrito desde la cárcel en la que hablaba de unas mujeres que le habían ayudado en el sur de África. Él no era entonces el Gandhi que todos conocemos, sino casi un dandi: pedía trajes a medida, el mejor sastre de Londres, una dicción inglesa perfecta... se dedicaba a la firma de contratos mercantiles y, entonces, mencionaba a Emily Hobhouse, a quien consideraba una líder espiritual y una mujer capaz de tender puentes.
Quise saber quién era la mujer a la que se refería y comencé a tirar del hilo. En el mundo anglosajón existen biografías sobre ella, así como su correspondencia y su diario. Me encontré con una figura inmensa, capaz de enfrentarse ella sola al Imperio Británico.
-La novela conecta a dos mujeres muy distintas. ¿La verdadera valentía nace del coraje cotidiano?
-Me interesaba explorar la amistad entre dos mujeres cuando una es muy famosa y la otra anónima. Si tuviera que elegir una palabra que las defina sería coraje, esa capacidad de reinventarse. Como digo en el libro: no hay mejor venganza tras una traición que la felicidad. Ambas sufren traiciones que las dejan perplejas, pero remontan y escriben una nueva vida. Me fascinaba que esos escenarios tan exóticos fueran como una página en blanco donde volver a empezar. Al final, todos los personajes huyen de algo.
En el caso de Emily, intentaba salir de una vida dedicada a cuidar a su padre. Comenzó a vivir a sus 35 años, lo que equivaldría en el presente a los 54 años que tengo yo. No era ninguna jovencita. En el caso de Shayna, ella huye de un escándalo sexual en la alta sociedad londinense y se refugia en Mozambique. Me interesaba ver a los personajes en ese estado metamórfico, en el que están mutando hacia las personas que después serán. No es que tengan nostalgia de su vida anterior, sino de lo que eran ellos antes de la herida que cada uno ha sufrido.
-¿Considera que Emily Hobhouse puede entenderse como una de las primeras feministas de la historia?
-En la fase de documentación descubrí que a ella la llamaban solterona histérica. Creo que es difícil condensar tanto en tan pocas palabras porque se aludía a su estado civil, a su condición femenina y a su condición mental. Luego, hablando del tema de la mujer, la llamaban "rama seca" por no tener hijos, como si la feminidad se midiera en grados y no ser madre fuera ser menos mujer. Pero ella fue una abanderada en la defensa de las mujeres Boers y eso la convierte en un referente de la labor humanitaria, especialmente en favor de mujeres y niños.
-¿Escribir sobre Shayna es una forma de homenajear a quienes han tenido que huir para volver a empezar?
-Dicen que la tarea más titánica es conocerse a uno mismo. En el caso de Shayna quise reflejar lo que en el siglo XIX vivió Óscar Wilde. Entonces la homosexualidad era un delito, aunque lamentablemente en más de 30 países lo siga siendo. Me interesaba explorar qué sucede cuando una mujer descubre que su marido es homosexual y más en una sociedad donde la hipocresía era la forma de relación social. También quería que los personajes se explicaran en primera persona, que fueran ellos los que hablaran y que no hubiera un narrador que hiciera de intermediario.
-La novela gira en torno a las segundas oportunidades, pero... ¿hay para todos?
-Es un hecho que no todos tenemos las mismas oportunidades. Ese es el gran problema, la desigualdad social. De cualquier forma, también pienso que nos hemos reencarnado varias veces en vida porque a veces nos escudamos en las circunstancias para resistirnos al cambio incluso cuando estamos abocados a él. Como dicen, lo único permanente es el cambio. Siempre digo que mis personajes femeninos me han hecho más fuerte porque se atreven a hacer cosas que yo no.
-¿Puede ser la novela histórica una herramienta contra la amnesia colectiva?
-Sí, creo la novela histórica tiene ese poder de concienciar y hacer reflexionar. Permite traer hechos del pasado para analizarlos con la luz de lo que fueron sus causas. En este caso hablamos de anticolonialismo, antiimperialismo y antisupremacismo porque la protagonista es una hippie de estos años. Eso también me interesaba porque creo que el lema 'haz el amor y no la guerra' debería ser motriz siempre. Vivimos en un momento en el que están regresando circunstancias y contextos que creíamos superados y no quiero ni pensar lo que sentiría Emily al ver cómo está el mundo en estos momentos.
-¿Cuánto tendrían que aprender de ella las personas que tienen el poder?
Muchísimo. Sobre todo, de la capacidad de dialogar. Si no negocias ni conversas con el enemigo, ¿con quién lo vas a hacer? También deberían aprender de educación. El escritor Fernando Delgado siempre decía que es posible sacar todo adelante con buena educación. Vivimos tiempos surrealistas en los que falta sensatez y cualidades como las de Emily. Hace falta tener más empatía y estar con quienes realmente sufren las guerras, que nunca son quienes las orquestan.
-Con esta novela ha recibido el Premio Azorín de 2025. ¿Qué significa este reconocimiento?
-Me hizo muy feliz porque lo he recibido con mi sexta novela. La noche de la entrega dije que la vida me había sacado a bailar y así me sigo sintiendo. Además de lo que supone el premio en cuanto a prestigio y a la atracción de nuevos lectores, lo que más me ha gustado es que de repente me hayan llegado cientos de mensajes de afecto y cariño