MURCIA. Arde Bogotá volvió a casa y sí, Cartagena se convirtió por una noche en el exoplaneta más especial. El Batel se 'incendió' la noche del viernes 4 de julio con miles de espectadores que no dejaron de corear y bailar bajo la luz de la luna.

"No le tengas miedo al tiempo, tampoco a la oscuridad", coreaban miles de personas al unísono. ¿Y cómo íbamos a tenerlo, si esa noche el cielo brillaba distinto? Como si quienes ya no están nos arroparan en ese día tan especial. 

El viaje musical continuó con una energía imparable. Con 'Qué vida tan dura', el público se entregó por completo: saltos, gritos y una comunión absoluta con la banda. Luego llegó 'Flores de venganza', y con ella, un estallido rojo cubrió el escenario. “Todo lo que hicimos puedes enterrarlo en el suelo / Y quemarlo en el fuego hasta que no quede rastro”, resonó mientras el recinto se teñía de intensidad.

No faltó 'Cowboy de la A3', uno de los himnos más coreados de la noche. El broche melancólico lo puso la 'La Salvación', un clásico esperanzador para todos los allí presentes. Porque sí, había una salida para tanto dolor: "Y ahora sé que la salvación / Estaba dentro de un beso”.

Como sorpresa y guiño a las raíces, el concierto también contó con la participación de cantantes locales de flamenco de Cartagena, que aportaron un toque emocional y auténtico, conectando tradición y modernidad en un mismo escenario. 

Fue más que un concierto: fue un regreso emocional donde Cartagena se dejó abrazar por las guitarras, las letras y la voz rasgada de una banda que, aunque vuela alto, nunca olvida de dónde viene. En su exoplaneta cabemos todos: los que saltan, los que recuerdan, los que cantan con los ojos cerrados.