MURCIA (EFE). El ilustrador Isaac Sánchez ha considerado que “hace mucho tiempo que el cómic trasladó su público” de los niños a los adultos porque el tipo de historias, personajes y contenidos han crecido y las novelas gráficas “ya no son un género ligero”.

El autor ha hecho esa reflexión en una entrevista con EFE en Cartagena, donde el próximo 27 de marzo participa en una jornada de encuentros con jóvenes lectores de su obra “Baños Pleamar”, finalista de los Premios Mandarache de fomento de la lectura que promueve el Ayuntamiento de la ciudad.

En esta edición de los galardones, la vigésima, su cómic compite con la obra de teatro “Los Pálidos”, de Lucía Carballal, y con el poemario “Invocación a las mayorías silenciosas”, de Paloma Chen, tres libros que han leído unos 5.000 jóvenes de entre 15 y 30 años, que formarán el jurado que elegirá al ganador de este particular premio literario en el que no hay jurado profesional.

Para Sánchez (Badalona, 1981) el cómic “es un medio narrativo más, como la literatura convencional, o como el cine” y, al igual que ellos, puede llegar a públicos muy diversos: “El buen cómic lo puede leer cualquiera. Tiene tanto que ofrecer como cualquier libro”, ha defendido.

En su caso, el medio natural para contar historias siempre ha sido a través de la ilustración: “No recuerdo una etapa de mi vida en la que no me haya expresado a través del dibujo”, señala, ya que, desde niño, consideraba que dibujar “no era un hobby” sino “una forma de vivir”.

“Cuando me preguntaban qué iba a ser de mayor, contestaba que dibujante de cómics con la rotundidad de quien no contempla otra forma de entender la vida. No puedo separar el dibujo de mi vida”, ha señalado.

De hecho, lo hizo durante un tiempo, en torno a 2010, cuando tenía su propia academia de dibujo y, de manera casi casual, grabó algunos vídeos humorísticos que se hicieron muy populares en la plataforma YouTube.

Con el seudónimo de “Loulogio”, Sanchez se convirtió en uno de los primeros “youtubers” de España (comenzó a publicar vídeos en 2006), superando en su canal los 800.000 suscriptores, y con vídeos parodiando anuncios de la teletienda que llegan a los 11 millones de visualizaciones.

Su popularidad lo llevó a participar en programas de televisión y en sesiones de monólogos en teatros, pero en 2018 decidió abandonar esa faceta para volver a dedicarse de nuevo por completo a la ilustración.

“Es muy goloso cuando te haces conocido, cuando te dicen que haces reír, que animas a mucha gente. Es muy gratificante y, además, es muy lucrativo. Pero llegó un momento en que mi cuerpo me dijo: ‘Espera, este no eres tú’. No quería hacer más espectáculos, porque lo que quería era estar en mi casa dibujando. Recuerdo esa época con mucho cariño, pero me genera una sensación de disociación, como si ese no fuera yo”, ha explicado.

De su amplia experiencia con las redes sociales cree que “lo más peligroso, y que tenemos que tener siempre muy presente, es que no son el mundo real, son una ficción”.

En ese sentido, ha insistido en que los creadores de contenido “no van a compartir sus miserias”, sino una versión manipulada de sus vidas con la que “destacar y generar interés” por lo que, mientras los usuarios se acerquen a esos contenidos “teniendo en cuenta que lo que ven no es la vida real, vamos bien”.

Apartarse del mundo virtual para regresar al cómic fue una decisión, ha dicho, que tomó “a golpe de corazón”, como ha hecho siempre a lo largo de su vida: “Lo dejé todo y me arriesgué a pegarme el batacazo absoluto, pero no soy propietario de mis decisiones, intento dar lo mejor de mí, y considero una fortuna, un regalo, poder publicar”.

Sánchez ya lo había hecho antes de alcanzar su pico de polaridad en las redes, y también con buenos resultados: su primer cómic, “El regreso del hombre pez”, publicado en 2009, recibió el Premio Josep Coll del prestigioso Salón Internacional del Cómic de Barcelona.

Aunque la mayoría de sus obras (ha publicado ocho novelas gráficas) son de género fantástico, “Baños Pleamar” es un relato íntimo de su infancia en el restaurante de costa que regentaba su familia y que era, a la vez, su hogar.

El Isaac niño narra la historia familiar desde los recuerdos que conserva el Isaac adulto por lo que “todo lo que ocurre en el cómic, sucedió, pero no necesariamente de la forma en que se cuenta”, ya que “los recuerdos que tenemos nunca son del todo fiables, los hechos son recordados de forma distinta por cada persona que los vivió e incluso una misma persona los va deformando a lo largo de la vida”.

Ese juego de recuerdos y de la narración desde el punto de vista de un niño le han permitido tirar de “realismo mágico”, un género literario que se utiliza poco en el cómic a pesar de que, considera, es un medio idóneo para “mezclar la magia de una forma natural, sin tener que explicarla, sin que tenga que estar dentro de un mundo de ciencia ficción, simplemente conviviendo con la historia”.

Sin embargo, insiste, “hay mucha verdad” en esta novela gráfica con la que quería también rendir homenaje a su padre, que falleció antes de la publicación y que es un “protagonista estelar” de esta narración en la que, en lugar de exagerar ciertos aspectos para hacerlos más atractivos, “tenía que rebajar” algunas anécdotas para que no parecieran demasiado increíbles.

Esa “honestidad”, en su opinión, es lo que hace que un autor “tenga su propia voz” que es, precisamente, lo que puede atraer más a los lectores, que en el caso de “Baños Pleamar”, llevaron a publicar cinco ediciones del cómic en apenas cuatro meses.