MURCIA. Si conoce a la escritora lorquina Inma Pelegrín y un día no le saluda al cruzarse con ella por la calle, no se lo tenga en cuenta. Porque la ganadora del Premio Lumen de Novela por Fosca, su primera obra en este género, sufre lo que se conoce como prosopagnosia, una condición neurológica que impide reconocer los rostros, algo que comparte con Brad Pitt o con la antropóloga recientemente fallecida Jane Goodall. Este trastorno también está presente en este thriller rural con el que la premiada poetisa ha dado el salto a la novela, ya que el protagonista, un muchacho llamado Gabi, también lo padece. Eso le impedirá reconocer al asesino de un crimen que ha presenciado.
Anárquica a la hora de escribir -señala que puede llegar a hacerlo en el coche, cocinando unas lentejas o en el laboratorio de alimentos donde trabaja en Lorca, mientras las bacterias dan vueltas-, Inma Pelegrín ha estado recientemente con su 'antinovela' en la Feria del Libro de Murcia y en Cartagena Piensa. El sábado 11 de octubre presentará Fosca en Libros Traperos de Murcia y el 14 de octubre en la sede de IU-Región de Murcia. No es de extrañar que diga que no tiene tiempo y que "la vida le atropella". Murcia Plaza habla con ella de todas estas cuestiones.
Después de consagrarte en la poesía con diferentes galardones de prestigio, te estrenas a lo grande en la novela con Fosca, que ha recibido el premio Lumen ¿Por qué este salto de género?
Más que una necesidad mía, era una necesidad de la historia. Las historias nos buscan y también, de alguna manera, buscan la manera en que quieren que las contemos. La historia de Gabi, de su familia, de su perro, del asesinato... no era algo que yo podía contar con poemas. Así que me tuve que lanzar a la novela. Estaba muy cómoda con la poesía, me sentía muy segura, por lo que esto ha sido como un reto, que es algo que para mí también tiene su magia.
¿Qué has querido contar con esta historia, un thriller rural con elementos que parecen tocarte de cerca?
Es verdad que está ambientada en un entorno rural que yo tengo cerca, ya que yo vivo en el campo de Lorca, que es un sitio de fosca, de chicharras, de asfixia... Es un sitio que para mí es muy literario, algo que no tiene por qué encontrarse solo en una gran ciudad; también puede serlo el campo, un pueblo pequeño o una casa aislada, como en este caso. Además, hay palabras que aparecen en la novela que las utilizaban nuestros abuelos y que se están olvidando un poco. Me gusta dejarlas por escrito para que se queden fijas, para que no se pierda. En cuanto al protagonista, tiene algunas características que también son mías, aunque no es autobiográfico ni realmente tiene mucho que ver conmigo.
¿Cómo se te ocurre la historia de este crimen?
Yo quería hablar de la prosopagnosia -una palabra que parece sacada de un trabalenguas-, que es una condición neurológica que impide reconocer rostros. Es algo que a mí me pasa y que le pasa a mucha gente. Por eso, quería que en la historia fuera vital, que el protagonista tuviera esa prosopagnosia, porque se produce un crimen, él ve quién lo ha cometido, pero no puede identificar la cara de esa persona. Buscaba hablar de esta condición, pero también de las masculinidades tóxicas. Quería que una mujer escritora le diese voz a un chico. Estamos muy acostumbrados a que escritores hombres hablen con voces de mujeres y cuando hablamos de literatura escrita por mujeres -no me gusta lo de literatura femenina-, pensamos que tiene que referirse a una mujer o una niña. A mí me atraía poner la voz a un chico adolescente que quiere ser hombre. También mostrar lo difícil que lo tenían en ese momento, tanto mujeres como hombres, porque estábamos todos encarrilados en unas vías y no podíamos salirnos de ellas. Gabi es, además, una persona diferente, que no encaja, y también quería hablar sobre eso
Utilizas un lenguaje muy descriptivo, pero construido a base de sensaciones, de impresiones y de emociones...
Yo creo que me viene un poco de la poesía. Cuando escribo poemas me dicen que son muy narrativos y ahora que escribo prosa, me dicen que tiene mucha poesía. También viene de los libros que me gusta leer. A mí me gustan los libros que describen las emociones, las sensaciones, el tacto, el olfato. El hecho de estar leyendolos, te hace sentir esas mismas sensaciones. Al final, yo creo que intento escribir el libro que me hubiera gustado leer a mí.
¿Es una forma de también dar libertad al lector para que a partir de esas sensaciones recreen imágenes?
De hecho, yo creo que los libros, tanto en prosa como en poesía, no se acaban hasta que el lector los hace suyos y les da su propio significado; cuando experimenta esas sensaciones que te abrazan cuando se termina un libro. Cuando tú empiezas a pensar sobre él y a dar tu propio significado a lo que has leído. Hasta que no lo lea alguien, el libro no está terminado.
"Me hace ilusión que alguien se acerque a mi poesía a través de esta novela"
- Inma Pelegrín en Cartagena -
- Foto: AYTO. CARTAGENA
¿Qué necesitas para ponerte a escribir?
Siempre le digo que me falta tiempo, porque la vida me atropella. El trabajo, el coche, los amigos, el gimnasio, el senderismo... Por un lado digo que necesito tiempo, pero por otro lado soy incapaz de conseguirlo. Por eso, escribo a veces en el coche, a veces grabo un audio en el móvil, aprovecho mientras se cuecen unas lentejas o en el labotario donde trabajo, mientras las bacterias, que necesitan dos horas para crecer, están dando vueltas. Pues ahí estoy yo escribiendo. Esa es mi vida.
Hay un poco de anarquía ahí, ¿no?
Hay una anarquía total. No soy capaz, aunque me gustaría muchísimo, de decir que tengo una horas para escribir, poner música, sentarme.. Prácticamente no sé cómo se hace eso.
El caso es que tu método te da buen resultado y si no que le pregunten al jurado del Premio Lumen
Sí, no me puedo quejar. Estoy muy contenta. Recibir el Premio Lumen ha sido una maravilla, porque yo ya tenía premios internacionales de poesía, pero no tenían esta visibilidad y este darse a conocer. El hecho de que sea una novela implica que se esté hablando de ella, porque los lectores de poesía son la inmensa minoría. Estoy ilusionadísima pensando que este premio puede ser una plataforma para dar a conocer lo que he escrito anteriormente. Me hace ilusión que alguien que lea la novela se anime a leer uno de mis poemas, que lo pueda buscar en internet o se compre un libro de poesía. Porque para mí la poesía es la gran olvidada; pensamos que es muy difícil, que no la vamos a entender o que habla de cosas extrañas. Pero mis poemas hablan de cubos de basura, de los dedos de los pies o de las galletas que te ponen con el café. Hablan de cosas de todos los días. Me hace mucha ilusión que alguien pueda acercarse a mi poesía a través de esta novela.
¿Con qué sensación te gustaría que se quedase el lector después de leer Fosca?
Pues me gustaría que fuera cualquier cosa menos indiferencia. No es una novela amable, es bastante dura y, según que parte, oscura. El protagonista conoce la oscuridad de los demás y a la vez la suya propia. Entiendo que la gente se pueda sentir enfadada o decepcionada, que pueda sentir asco o alegría e, incluso, que pueda sentirse reconocida en ese pasado que ha vivido. Que sientan algo, todo menos la indiferencia, porque la literatura o el arte trata de mover emociones.
¿Qué será lo siguiente, Inma? ¿Poesía o novela?
Pues me gustaría las dos cosas. Quiero publicar un poemario, que ya está escrito, y me gustaría publicar otra novela que está por ahí rondándome.
¿Los lorquinos van a reconocer expresiones y escenarios en Fosca?
He intentado, y creo que lo he conseguido, escribir un libro que lo puede leer alguien sea de donde sea. La gente de Lorca puede reconocer expresiones y realidades, porque fosca es una expresión muy lorquina, pero también de otros lugares. Fosca es como se llama a esos días en que la tierra del desierto, la calima, lo invade todo. Me ha llamado la atención que amigos me comentasen que esta palabra la decían sus abuelos en frases como: "¡Ay qué fosca que hace!" o "¡Menuda fosca!". La novela transcurre en dos o tres días de un calor intensísimo, de unos días de calima. La gente de Lorca va a reconocer cosas como las pelotas que comprábamos en la feria chica o paisajes, pero no le va a resultar ajeno a cualquiera que lea el libro. Intento siempre, igual que en la poesía, escribir de manera universal; escribir sobre la humanidad, no sobre un algo concreto, para que cualquiera se pueda sentir identificado.

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