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El murciano Emilio Macanás publica 'El niño de las historias', su primera novela: "Con este libro me he reencontrado con el niño que fui"

"A través de la ficción, uno puede reconciliarse con momentos de su pasado", señala el autor, que presentará la obra este jueves, a las 19.30 horas, en el Hemiciclo de la Facultad de Letras de La Merced

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MURCIA. Hace ocho años, en una cabaña perdida en una isla del sur de Japón, el arquitecto murciano Emilio Macanás Martínez comenzó a escribir las historias que su padre le contaba cuando era pequeño, aventuras protagonizadas por personajes como un lobo negro. Lo que empezó como un ejercicio un poco de nostalgia fue creciendo hasta convertirse en una novela de ficción, en la que el autor hizo suyos esos relatos, desde la edad adulta y la madurez, para hablar de miedos e identidad. Este jueves, y tras tantos años, por fin presenta en sociedad este primer libro, El niño de las historias, que ha sido editado por la editorial murciana La Fea Burguesía. La cita es este jueves, a las 19.30 horas, en el Hemiciclo de la Facultad de Letras de La Merced, donde estará acompañado por el escritor Eric Luna y el editor Fernando Fernández Villa.

Cabe destacar que Macanás, que también tiene otra faceta artística como pintor, es autor de la portada y de algunas ilustraciones de la novela, aunque aclara que no se trata de un libro ilustrado. No obstante, no descarta que pueda serlo en un futuro, ya que a través de las redes sociales ha empezado un proyecto que consiste en acompañar con obras pictóricas párrafos seleccionados de El niño de las historias. Murcia Plaza charla con él sobre esta primera publicación, a la que seguirán más, porque este arquitecto, pintor y escritor siente la necesidad de sacar fuera las cosas que lleva dentro.

¿Cuál es el origen de esta primera novela? ¿Qué te hizo querer escribirla?

Mi padre, cuando yo era bastante pequeño, nos contaba a mis hermanas y a mí unas historias fantásticas en las que vivíamos aventuras con personajes como un lobo negro. Aunque siempre he sentido que tenía muy mala memoria y no me acordaba bien de mi infancia, esas historias, sin embargo, siempre han estado de alguna forma ahí, veladas. Hace ocho años me fui a hacer una estancia de ocho meses en Japón con mi pareja. Antes de irme tan lejos le pedí a mi padre que me volviera a contar esas historias y ya en Japón empecé a transcribirlas. Me apetecía dar forma a esas historias que eran tan importantes para mí, pero pronto me fui dando cuenta de que eran de mi padre, relatos muy simples para niños, y que si las quería hacer mías tenía que evolucionarlas, hacerlas más adultas. Al pertenecer a mi infancia, también fueron saliendo otras cosas que yo tenía guardadas.

El libro, al final, se convirtió en una novela sobre ese niño al que le habían contado unas historias que había olvidado al crecer y que, siendo adulto, se encontraba pérdido y en un momento difícil de su vida, sin saber quién era porque no era capaz de recordar el niño que fue. Necesitaba, de alguna forma, volver a encontrar a 'El niño de las historias', que es el título del libro. 

¿Cómo has estructurado la novela para incluir esas historias en la trama?

La novela tiene como historia principal la de ese chico que ha crecido y se siente perdido. Su padre -con el que se lleva muy mal por razones que se revelarán más adelante- le invita a ir a visitarle y le ayudará a encontrarse contándole esas historias de la infancia. También harán que puedan reconciliarse entre ellos y consigo mismos. Hay una historia principal y dentro de ella hay tres historias más pequeñitas, que son las que le contaba su padre. Existe como un paralelismo continuo entre lo que pasa en realidad y en los cuentos. Poco a poco se va avanzando y los personajes van evolucionando. 

¿Tiene mucho de autobiográfico o es ficción?

Yo creo que al final todo el mundo que escribe habla de lo que conoce y lo que siente, aunque hay libros en los que esto está más velado. En esta novela es cierto que hay paralelismos con mi vida, pero son como piezas que yo he recompuesto de una forma para hacer ficción y que funcione bien. Es decir, la historia que cuenta el libro no es mi historia real, pero sí que hay muchas sensaciones, muchas inquietudes y reflexiones que son mías.

¿En qué género encuadrarías la novela, cómo la calificarías? 

Tiene dos partes, la parte del padre y del hijo sería un género más bien realista, intimista, basado en la relación entre dos personas muy cercanas, con los sentimientos continuamente a flor de piel y con ciertas pinceladas de realismo mágico. Luego, las historias en sí son fantásticas, con un toque de animismo, ya que cobran vida elementos como la lluvia o el viento.

¿Qué temas abordas en 'El niño de las historias'?

La novela trabaja mucho los temas de la identidad y el miedo. Te hablan de cómo eras tú de pequeño, a veces de una forma idílica, y puedes tener la sensación de que te gustaba más cómo eras de niño que ahora. Porque al crecer -tengo la sensación o al menos esa es la idea del libro-, nos llenamos de miedos y de ataduras mentales. Perdemos esa libertad que tenemos cuando somos pequeños, esa identidad más pura. Esta historia es un poco como volver a ese niño y a reconciliarnos con nosotros mismos, encontrando quiénes fuimos cuando no teníamos ese miedo.  

  • Portada de El niño de las historias -

¿Qué sensaciones tienes ahora que ya está publicada la novela y la vas a presentar este jueves? 

Pues la verdad es que estoy muy contento porque, ya te digo, han pasado ocho años desde que empecé a escribirla. Era mi primera novela e, inevitablemente, he ido aprendiendo mucho conforme la escribía, incluso sobre mi propia forma de escribir. La novela ha ido evolucionando mucho, pero parecía que no iba a tener un final, porque yo trabajo de arquitecto y he ido sacando tiempo para escribirla poco a poco. La he reescrito varias veces y lo que empezó siendo no tiene absolutamente nada que ver con lo que es ahora. Como te digo, he aprendido mucho conforme la escribía. 

Después de esta primera novela, ¿te planteas seguir escribiendo? 

Escribo porque me encanta y por la necesidad de sacar lo que tengo dentro. Seguiré escribiendo y, si lo que sale puede tener interés para otras personas, me gustaría seguir publicando.

¿Qué te proporciona el escribir, por qué esa casi necesidad? 

Pues te diría que me proporciona paz, pero no siempre. Escribir tiene una parte de arrancarte ciertas cosas que llevas dentro, que tienes que poner en el papel y a veces no es precisamente paz lo que te proporciona. Pero cuando sí has conseguido sacarlas y ves que funciona y sientes que está ahí lo que tú querías decir, entonces ahí sí que hay una sensación súper placentera por haber conseguido expresar lo que uno lleva dentro.

En esta novela también muestras tu faceta como pintor como autor de la portada y de algunas ilustraciones...

Sí, la portada es mía, al igual que cuatro ilustraciones y algunos dibujitos, pero no es un libro ilustrado. Sin embargo, me apetecía una vez que el libro se ha publicado darle una nueva dimensión con la pintura en las redes sociales. Voy seleccionando párrafos que me parecen interesantes del libro, que creo que son sugerentes, y voy poco a poco ilustrándolos y narrándolos. De momento, he subido dos o tres, pero la idea es seguir, para que quien lea la novela pueda ir siguiéndola también con esas ilustraciones y para buscar captar el interés de quien no lo haya leído.

Al final, Emilio, ¿con qué te quedas: arquitecto, pintor o escritor? 

Yo creo que lo más interesante es combinar todo aquello que te he dicho. Inevitablemente lo haces. De hecho, este libro está muy impregnado de pintura y de arquitectura. Pero si tuviera que elegir una de ellas independiente, quizás me quedaría con la escritura.  

  • Pinturas de Emilio Macanás -

 

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