MURCIA. Mujeres con patas de insecto, dictadores o gobernantes con cabezas de aves carroñeras, esfinges y sirenas contemporáneas, cuerpos devorados por otras especies mutantes, trasformaciones amorfas...Todo esto forma parte de "la belleza de lo abyecto", que es como se refiere José Fernando Vázquez Casillas a los ensayos gráficos que Juan José Martínez Cánovas expone actualmente, bajo el nombre de Metamorphoseon, en el Centro Cultural La Claras de Murcia. El doctor en Historia del Arte y en Bellas Artes por la Universidad de Murcia, profesor de Historia del Arte de la UMU, fotógrafo y comisario de exposiciones como esta, Vázquez apunta que la obra gráfica de Martínez Cánovas -en la que hombres y animales se funden creando criaturas imposibles- "constituye una exploración visual profunda, inquietante y conceptualmente provocadora de los límites entre lo humano y lo animal, entre la figura sólida y su disolución poética".

Destaca el comisario que las obras expuestas recuerdan tanto a la ilustración científica como al dibujo académico, aunque en este caso "el artista construye un imaginario híbrido habitado por cuerpos metamorfoseados que desafían toda taxonomía estable (resultando inclasificables), rompiendo los márgenes de la razón y creando nuevos paradigmas para definir al otro". El artista no busca ofrecer una visión armónica o conciliadora, sino que "sus criaturas se sitúan en el umbral entre lo grotesco y lo sublime, entre la realidad y la pura fantasía, transitando por los sueños más complejos del ser humano". Desde ahí el artista interpela al espectador -lo hacen también las propias creaciones- "con una intensidad que exige reflexión y confrontación".

En este sentido, que Martínez Cñanovas utilice el dibujo no es casual, ya que es una técnica que puede conectar "lo ancestral con lo actual, lo íntimo con lo político, lo práctico con lo teórico, para aunar y fusionar los mundos contrapuestos. En este sentido, Martínez Cánovas no dibuja para representar, sino para pensar; dibuja para despertar en el público una inquietud, una sensibilidad hacia lo horrendo, una apertura hacia otras formas de belleza; esto es, otras sensibilidades", añade Vázquez Casillas.

Construcciones simbólicas

"Los engendros que emergen de la composiciones del autor no son solo híbridos animales-humanos: son construcciones simbólicas cargadas de sentido político, social, cultural y, sin tabúes, afectivo", añade el comisario de la muestra, que segura que las mujeres-arácnidas, aves con rostros femeninos y melancólicos, escorpiones coronados o esfinges resignificadas "no son meras fantasías biológicas: son dispositivos plásticos y narrativos que tensionan categorías como lo bello y lo repulsivo, lo masculino y lo femenino, lo natural y lo fabricado, lo tangible y lo ilusorio".

En esta muestra, “lo humano” se enfrenta a su propia animalidad y "la monstruosidad deja de ser una categoría marginal para convertirse en una herramienta crítica, en una forma de belleza insurgente y sublime. "Lo bestial, en este contexto, no es una deformación sin sentido, sino una forma de memoria corporal y poética. Sus figuras parecen estar hechas de fragmentos de historia, ciencia, biología, mito y deseo", apunta Vázquez Casillas, quien afirma que la “hibridación” no es solo temática, sino también metodológica.

"Los engendros de Martínez Cánovas no se comprenden al primer vistazo: exigen tiempo, paciencia e interpretación", sigue señalando el profesor de la UMU, quien también llama la atención sobre el uso del blanco y negro "como una declaración de principios: la obra se construye en el contraste, en la tensión entre la luz y la sombra, entre lo que se revela y lo que permanece en penumbra. Esta elección refuerza la atmósfera de ambigüedad y misterio que atraviesa toda su producción, obligando al observador a mirar más allá de lo evidente, a interpretar activamente cada pliegue, cada detalle, cada extremidad improbable".

Al final, concluye que la obra de este artista murciano que se puede ver en el Centro Cultural Las Claras de la Fundación Cajamurcia hasta el 16 de noviembre "nos recuerda que ser humano es -y quizá siempre ha sido- estar en metamorfosis, en evolución y cambio continuo, adaptándonos a nuestro medio y a nuestra situación para seguir adelante, para subsistir ante todas las incertidumbres". Y "en esa multiplicidad, en ese tránsito perpetuo entre lo animal y lo humano, su ejercicio nos confronta con la urgencia de mirar desde otro lugar, a repensarnos, a imaginar mundos posibles donde la vida no se fije en moldes inquebrantables, sino que fluya como corriente incesante, inagotable, abierta siempre a la metamorfosis".