Es una de las actrices más versátiles de nuestro cine. Tras despuntar con la exitosa El Ministerio del Tiempo, Aura Garrido estrena ahora una sátira sobre esos gurús del emprendimiento, que nos dicen ese mensaje de "hazme caso, que tú no tienes ni idea y yo sí". A través del humor y una comedia gamberra como la que hace Pantomima Full (Rober Bodegas y Alberto Casado), en su primera serie de televisión, la serie nos enfrentará, como afirma la actriz madrileña con "las partes en las que nosotros mismos creemos ese discurso".

Pregunta. Entrepreneurs deja muchas reflexiones, más allá del humor. ¿Qué te ha dejado a ti la serie?

Aura Garrido. Creo que es una serie que, a través del humor, habla de cómo funciona ese discurso neoliberal del “dinero fácil”, que últimamente está calando tanto en la sociedad. Como si existieran unos elegidos que tienen las claves para triunfar y el resto fuéramos pobres ignorantes. Entonces sientes que tienes que formar parte de esa élite que “sabe cómo hacerlo”. La serie mete el dedo en la llaga con eso, y también nos confronta con las partes en las que nosotros mismos creemos ese discurso.

P. También refleja lo injusto del mundo laboral: hay gente con talento que no tiene acceso a las oportunidades que merece. Y, aun así, muestra la necesidad de persistir y de buscar aquello que nos hace felices.

A.G. Sí, es muy complejo. Eso de “perseguir nuestros sueños” es un discurso reciente; hasta hace poco, las generaciones anteriores no podían permitirse ese lujo. Lo importante era sobrevivir. A veces se nos olvida de dónde venimos y cómo está estructurado el mundo. La serie habla de que la meritocracia es mentira, del privilegio, de cómo ciertas decisiones solo pueden tomarse desde una posición que te lo permite. También de lo perdidos que estamos intentando encontrar cómo vivir mejor con las cartas que nos han tocado. Y creo que es una serie muy millennial, porque nuestra generación ha vivido muchas crisis y un entorno laboral muy particular.

P. La empresa de la serie se llama precisamente “No Comfort Zone”. En vuestro trabajo se os anima a salir constantemente de ella, pero tampoco parece algo tan negativo.

R. Totalmente. De hecho, hay una frase del personaje de Victoria que dice: “A muchos se nos ha tenido que ir la olla para empezar a darle una connotación negativa a la palabra confort”. Es clave, porque todos esos personajes que empujan a “sal de tu zona de confort” lo que realmente quieren es tener más confort. Al final, lo importante es no quedarse en lo superficial: si un discurso es demasiado simple, algo no está bien.

P. Leía estos días que muchas veces creemos que el de al lado está mejor que nosotros. Que alguien que trabaja en una gran empresa o hace una gran película parece más feliz, aunque quizá tú, en un proyecto pequeño, te desarrolles más.

R. Sí, es muy complejo. Por un lado, es cierto: hay que valorar lo que tienes y no vivir mirando lo que no. Pero también debemos ser críticos con lo que sucede y conscientes de la posición que tenemos. Lo que no conocemos de primera mano suele ser un espejismo: no sabemos realmente qué pasa ahí. Todo tiene cosas buenas y malas, y no hay que perder el espíritu crítico.

P. Tu personaje, Julia, viene de un mundo empresarial serio, con ideas rentables y bien ejecutadas, y llega a una empresa más caótica, la de su hermano. Parece que esa experiencia le abre la mente.

R. Me gusta mucho el arco de Julia —sin hacer mucho spoiler—. Ella viene del mundo corporativo, con una visión clásica de la empresa, y choca frontalmente con todo lo que hace su hermano, que además tiene mucho humo [risas]. Pero hay algo bonito: Julia tiene una parte muy humana, le gustaría divertirse más, salirse de las franjas en las que vive. A través de su hermano y del delirio que supone todo, empieza a permitirse disfrutar y soltarse un poco. Y el resto… lo veréis en Disney+.

P. ¿Cómo gestionas tú esa necesidad de reconocimiento que retrata la serie?

R. Todos tenemos mucho puesto el ojo fuera, es verdad. El problema es cuando eso te saca de mirarte dentro. Somos seres sociales, y una parte de eso está bien, pero cuando dejas de preguntarte qué quieres realmente o qué te pasa, o cuando buscas culpables fuera y no te responsabilizas de lo tuyo, ahí está el peligro. Las redes sociales han potenciado muchísimo esa mirada hacia afuera.