Cartagena

Robos, abandono y patrullas vecinales: el verano vuelve a encender La Aljorra

  • Patrulla vecinal en La Aljorra
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Los vecinos de La Aljorra están cansados. Pero no de luchar. A pesar de que llevan más de diez años denunciando el abandono institucional y reclamando más seguridad en sus calles, la sensación que impera es la de estar dando vueltas en círculo. Vuelve el verano, y con él, una nueva oleada de robos. Y es que, como explica Ángel Gil, uno de los vecinos más activos de la plataforma, "esto no es nuevo. Cada cierto tiempo sube la delincuencia, y esta vez viene creciendo desde finales del año pasado".

La plataforma vecinal que coordina patrullas ciudadanas y protestas lleva funcionando formalmente una década. Sin embargo, sus raíces se hunden más atrás, cuando un pequeño grupo de residentes empezó a movilizarse en redes sociales y reuniones improvisadas para defender lo que consideran básico: vivir tranquilos en su propio pueblo.

La plataforma vecinal de seguridad de La Aljorra es una comunidad espontánea que no figura en ningún registro oficial, ni tiene estatutos, ni líderes visibles. "Sólo matizar una cosa", dice Ángel Gil, uno de los vecinos implicados: "No existe un promotor. Esta plataforma es una comunidad de vecinos jodidos y encabronados. No hay un líder. Aquí cada uno ayuda como puede para que esto siga vivo… ojalá algún día no nos haga falta".

"Esto lo montamos los propios vecinos, hartos de ver cómo las administraciones nos daban la espalda", explica Gil. "Ni reponen policías, ni abren cuarteles para denunciar, ni mandan refuerzos. Y lo poco que había, el concejal de Seguridad del Ayuntamiento se lo ha cargado en las últimas semanas. Hay noches que no hay ni una patrulla disponible para vigilar las diputaciones".

El propio aludido, el edil de Seguridad, responde que conviene recordar que se trata de una zona de competencia de la Guardia Civil, por lo tanto, la responsabilidad de garantizar la seguridad corresponde a la Delegación del Gobierno. Aún así, asegura que allí se ha proyectado y está comprometida, la apertura de un cuartel. Asegura con rotundidad el concejal que en ningún momento se han descuidado las patrullas en la zona, que además está incluida en el plan de seguridad mediante la instalación de cámaras.

Aunque la plataforma suele contar con unos 15 o 20 vecinos que gestionan su día a día, cuando la situación se desborda, como ahora, el número de implicados se multiplica. “En esta última oleada estamos saliendo más de cien personas. Organizamos patrullas, actos de protesta, hablamos con los medios... Lo que haga falta”, dice. Y eso incluye rondas nocturnas. Dependiendo del nivel de actividad delictiva, salen entre dos y cuatro veces por semana. El objetivo: disuadir a los ladrones y presionar a las administraciones.

"Patrullamos porque no tenemos otra"

Los resultados, sin embargo, son parciales. "Cuando salimos, se nota. Vienen más policías, claro. Pero los mandan quitándolos de otras diputaciones, y eso dura una semana, como mucho dos. Luego desaparecen. Y vuelta a empezar". Según Gil, el problema no es solo la respuesta tardía, sino la falta de una estrategia estructural. “Cartagena necesita medidas permanentes, no parches que se mueven de un lado a otro según estalle la queja”.

El verano, dicen, es especialmente crítico. "Mucha gente se va de vacaciones, las casas se quedan vacías... Para los amigos de lo ajeno, esto es un buffet libre. Y cada año, lo mismo". Por eso, el plan para estos meses es claro: seguir presionando. Patrullas, apariciones en medios, asistencia a los plenos de la junta vecinal. Todo con tal de que el problema no caiga en el olvido.

Y si algo ha dolido especialmente en las últimas semanas, ha sido la respuesta institucional. "Nos dicen que exageramos, que no hay tantos robos. Es ofensivo. Estamos recogiendo denuncias de los propios vecinos para demostrar que la delincuencia sí existe, que está aquí y que cada vez va a más".

Lo más llamativo, según denuncian desde la plataforma, es el silencio del presidente de la junta vecinal. "No ha tenido contacto con nosotros en años. No quiere saber nada. Está alineado con el Ayuntamiento y no quiere mover un dedo".

Mientras tanto, La Aljorra se organiza como puede. A oscuras, en silencio, pero con decisión, los vecinos siguen patrullando sus calles. No les queda otra. "Esto no lo hacemos por gusto", resume Gil. "Lo hacemos porque si no, nadie lo hace".

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