Cartagena

Nuevo tirón de orejas al Gobierno por los retrasos en la electrificación de la línea Cartagena–Chinchilla

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La alcaldesa de Cartagena, Noelia Arroyo, ha vuelto a poner voz a un malestar que muchos vecinos sienten desde hace años: el tren a Madrid por Chinchilla sigue sin llegar y la paciencia se agota. Terminamos el año sin que se haya cumplido la promesa de recuperar la línea tradicional y, de nuevo, el horizonte se desplaza al “próximo semestre”. Esa sensación de estar siempre esperando al siguiente plazo sobrevuela cada una de sus palabras.​​

Según explica, el Ayuntamiento ha vuelto a dirigirse por carta al secretario de Estado de Transportes para exigir una reunión y dos compromisos claros: por un lado, impulsar el proyecto de tren turístico FEVE ampliado y modernizado para los municipios del Mar Menor; por otro, fijar ya la reapertura efectiva de la línea Cartagena–Madrid por Chinchilla, cerrada desde hace casi cuatro años. “Es una situación insostenible”, resume la regidora cuando habla de una ciudad portuaria desconectada por ferrocarril de la capital del país, algo que afecta tanto a los cartageneros que viajan como a los turistas que quieren llegar en tren.​​

La alcaldesa pone el foco en lo que se está perdiendo por el camino. Sin conexión directa, Cartagena compite en inferioridad frente a otros destinos que sí ofrecen un viaje sencillo y rápido en ferrocarril. Arroyo insiste en que no basta con reabrir la vía: pide trenes modernos, buenas frecuencias y un servicio estable que permita planificar inversiones, atraer congresos, reforzar el turismo de cruceros y conectar la ciudad con el resto del corredor ferroviario. “Nos está lastrando”, viene a decir, porque cada mes de retraso es una oportunidad que se escapa.​

El debate no nace hoy. Recordemos, por ejemplo, que en julio, el Pleno municipal ya aprobó una moción de la concejala no adscrita María Dolores Ruiz para instar al Ministerio y a ADIF a priorizar la solución definitiva, publicar proyectos, presupuestos y cronogramas, y poner fechas negras sobre blanco. Aquella iniciativa salió adelante con el respaldo del Gobierno local (PP y Vox) y del grupo mixto, mientras MC se abstuvo y el PSOE votó en contra, defendiendo que la información ya estaba en la Plataforma de Contratación y que el Ministerio trabajaba en la electrificación de la línea. La enmienda del equipo de Gobierno añadía otra exigencia: conocer el estudio de la variante de Alumbres, clave para el tráfico de mercancías hacia el puerto.​

Hace tan solo unos meses la Asociación de Consumidores y Usuarios en Red, Consumur, a través de expertos y con la participación puntual de miembros de la “Comisión en Defensa del Corredor Ferroviario Cartagena – Albacete, elaboró un "amplio" informe en el que se detallan las principales demandas en materia ferroviaria, que la organización viene reivindicando desde hace años, concretamente la recuperación de la línea férrea histórica Cartagena – Chinchilla y prolongación a Albacete – Madrid. "El conjunto de la ciudadanía debemos de estar unidos por un mismo fin, que es conseguir que la línea histórica Cartagena – Chinchilla y prolongación a Albacete - Madrid se restaure lo antes posible y en las condiciones que demandamos, propias de un ferrocarril del siglo XXI. La dispersión de fuerzas sociales y ciudadanas sólo contribuye a una división que no favorece en absoluto que los objetivos se puedan alcanzar de una manera unificada y lo antes posible y con la fuerza suficiente para que desde el Ministerio puedan tener en cuenta nuestras demandas que entendemos justas y equilibradas", decía Roberto Barceló Vivancos, presidente de Consumur.

Desde las filas socialistas se insiste en un relato distinto. El PSOE recuerda que el secretario de Estado aseguró que el objetivo era reabrir la conexión con Madrid por Cieza y Hellín y que la electrificación Cartagena–Chinchilla ya está en estudio. Argumentan que se trata de obras complejas, con tramos soterrados y actuaciones encuadradas en grandes contratos como Barriomar–Nonduermas o Alcantarilla, y señalan que los documentos técnicos y los pliegos son públicos. Su mensaje es que el “tren del siglo XXI” está en marcha, aunque el calendario se alargue más de lo que les gustaría.​

Mientras tanto, la ciudadanía vive en medio de dos tiempos: el de las promesas y el de la espera. Sobre la mesa está el compromiso del Ministerio de intentar adelantar la electrificación a 2026, con un plazo mínimo de tres años de obras, lo que empuja la imagen del tren moderno hacia el final de la década. Pero en la calle se impone otra fecha mucho más sencilla: “¿Cuándo podré volver a subir en Cartagena a un tren que me lleve directo a Madrid?”. Esa es la pregunta que la alcaldesa repite una y otra vez, y la razón por la que pide que el aislamiento ferroviario deje de ser, de una vez, el gran agujero negro en el mapa de oportunidades de la ciudad.

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