La firma cartagenera J.P. Alcaraz Electrónica ha sido la elegida para poner a punto el buque de investigación BIO Hespérides por un contrato de 700.000 euros. Y es que el Hespérides, que lleva años surcando mares, necesita una buena puesta a punto antes de enfrentarse a otra campaña en condiciones extremas.

Para empezar, se renovarán los monitores de los ordenadores, que ya pedían a gritos un relevo. Pantallas más grandes, ajustables, modernas… algo que agradecerán los científicos que pasan horas frente a ellas. También se actualizará el sistema de almacenamiento de datos, el corazón digital del barco.

El contrato adjudicado a la mercantil ubicada en el polígono Cabezo Beaza incluye la compra de nuevos sensores que medirán con precisión la temperatura y la salinidad del océano. También se instalarán bombas de repuesto, por si alguna se avería en mitad del viaje. Y no menos importante: se incorporarán nuevos equipos de alta tecnología para recoger sonidos y señales del fondo marino.  

Además, se revisará todo el sistema que hace posible lanzar y recoger instrumentos al agua: cables, poleas, motores y hasta los chigres (unas especies de cabrestantes marinos) recibirán cuidados a fondo. Algunos serán reparados, otros directamente sustituidos.  

Y mientras todo eso ocurre bajo cubierta, en los laboratorios del barco también habrá movimiento. Se reformarán completamente varias salas: techos, suelos, encimeras, grifos, puertas... todo se renovará. Se busca no solo funcionalidad, sino comodidad para quienes vivirán allí durante semanas, incluso meses. Porque un laboratorio cómodo también hace más llevadero el trabajo duro.

Uno de los puntos clave del contrato es la adquisición de nuevos aparatos científicos. Entre ellos, un espectrofluorímetro (básicamente permite analizar muestras químicas con una precisión increíble) y herramientas especiales para recoger sedimentos del fondo del mar. Se instalará también un sistema de navegación y posicionamiento más moderno, más preciso y más fiable. En esas latitudes extremas, un error de unos metros puede significar perder una muestra valiosa… o algo peor.

Y como broche final, se reforzará el sistema de flotación de los cañones sísmicos (usados para estudios del subsuelo marino), sustituyendo el aire por una espuma especial. Un detalle técnico, sí, pero crucial para que todo funcione en un entorno donde el margen de error es mínimo.