El programa S-80 suma un nuevo hito con el S-82 'Narciso Monturiol', que tras su reciente puesta a flote en Cartagena entra de lleno, taly como ha informado Navantia, en la etapa más compleja antes de su entrega a la Armada: la verificación completa de sus sistemas en puerto y, posteriormente, las pruebas de navegación e inmersión.
La maniobra técnica de puesta a flote, realizada mediante un dique flotante y ejecutada durante varias horas, exigió tareas coordinadas y controles precisos para asegurar la operación tanto dentro como fuera del submarino. Superado ese paso, el buque inicia ahora un recorrido clave para demostrar su rendimiento real.
En las pruebas de puerto se comprobarán elementos esenciales como el embarque de gasóleo, los protocolos de seguridad, la carga de baterías y el funcionamiento del sistema de propulsión sobre amarras. Cada fase permitirá validar la integración de los equipos y la respuesta del submarino ante distintos escenarios operativos.
Concluida esta etapa, llegará el turno de las pruebas de mar, que incluyen navegación en superficie, maniobrabilidad, inmersión y verificación integral del sistema AIP, la tecnología que proporciona a los S-80 la capacidad de permanecer sumergidos durante semanas con un nivel de sigilo que redefine su papel táctico.
El S-82 no es solo un avance industrial y tecnológico. Es una pieza estratégica que refuerza la capacidad del país para garantizar su presencia y defensa en el entorno marítimo. Su progreso marca otro paso firme en la consolidación de una de las plataformas submarinas convencionales más avanzadas de Europa.
El programa S-80, que prevé la construcción de cuatro submarinos convencionales (no nucleares) de última generación, convierte a España en uno de los pocos países del mundo que pueden diseñar y construir sus propios submarinos y a Navantia en Autoridad Técnica de Diseño. El programa tiene un impacto anual medio en el PIB de 210 millones de euros y 5.000 empleos (directos e indirectos en Navantia y su industria colaboradora e inducidos por la actividad económica y las rentas generadas).
Rendimiento
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El S-82 mide unos 80,8 metros de eslora y tiene un diámetro máximo de 7,3 metros.
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Su desplazamiento en inmersión ronda las 3.000 toneladas.
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Cuenta con una dotación de 32 tripulantes, aunque puede embarcar hasta 8 operativos adicionales de fuerzas especiales si la misión lo requiere.
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En cuanto a su capacidad de inmersión, su casco resistente ha sido diseñado para alcanzar profundidades de hasta 460 metros (datos no oficiales).
Propulsión y autonomía: diésel-eléctrico + futuro sistema AIP
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En su configuración actual, opera mediante propulsión diésel-eléctrica.
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Sin embargo, está previsto que, tras su puesta a flote y unas primeras pruebas de seguridad, se le instale el sistema anaerobio llamado AIP (Air Independent Propulsion), desarrollado por Navantia y Abengoa.
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Este sistema AIP usa bioetanol como combustible, generando hidrógeno a bordo que alimenta pilas de combustible. De ese modo, el submarino puede recargar sus baterías sumergido, sin necesidad de emerger.
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Con el AIP, la autonomía subacuática se dispara: se estima que podría mantenerse sumergido varias semanas (hasta 21 días sin snorkel, según algunos informes).
Eso quiere decir que cuando esté plenamente operativo, el S-82 podrá pasar largos periodos bajo el agua sin necesidad de asomar a la superficie — una enorme ventaja en misiones de vigilancia, interdicción o infiltración sigilosa.
Guerra, inteligencia y sigilo: armamento y sensores
El S-82 no es solo un vehículo subacuático: es una plataforma de combate moderna, con capacidades ofensivas, defensivas y de inteligencia:
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Está equipado con seis tubos lanzatorpedos de 533 mm capaces de disparar torpedos pesados, minas navales, y misiles antibuque.
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Además, gracias al sistema de combate integrado, puede lanzar misiles de crucero de ataque a tierra -algo inédito en un submarino convencional de la Armada Española hasta ahora-.
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En cuanto a sensores, monta un conjunto moderno: sonar de última generación, arrays pasivos y activos, y sistemas optrónicos modernos para vigilancia en superficie, combinando capacidades de navegación, guerra electrónica y comunicaciones.
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Su diseño prestó especial atención al sigilo acústico y térmico: el casco y sus recubrimientos minimizan la firma sonora y visual, y el aislamiento vibratorio reduce las posibilidades de detección por sonar enemigo.
Así, este submarino no solo puede atacar -puede hacerlo con discreción y eficacia-, y pasar desapercibido cuando tiene que hacerlo.
Misión y versatilidad: roles posibles
El S-82 está pensado para una amplia gama de misiones, lo que lo convierte en una herramienta versátil de la Armada:
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Guerra antisubmarina y antisuperficie: combate contra otros submarinos o buques.
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Proyección de poder y ataque terrestre: gracias a sus misiles de crucero, puede golpear objetivos en tierra desde el mar.
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Operaciones en aguas poco profundas, vigilancia costera, reconocimiento y patrullas prolongadas.
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Inserción y extracción sigilosa de fuerzas especiales. La posibilidad de embarcar personal adicional permite misiones de infiltración, rescate o inteligencia.
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