Cartagena

Del ruido de las cajas registradoras al salto digital: la familia Morales cumple cien años de legado

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  • Los hermanos Miguel Ángel y Raúl, tercera generación de la empresa
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Cien años. Es fácil decirlo, pero detrás de esa cifra hay historias de esfuerzo, adaptación, encuentros y despedidas. La empresa de la Familia Morales, nacida allá por 1925, acaba de celebrar un siglo en el sector comercial. Un negocio familiar que en Cartagena muchos reconocen solo con escuchar su apellido.

Los recuerdos del abuelo, Enrique Morales Ortiz, sobreviven entre anécdotas que ahora cuentan sus descendientes y el ruido de las antiguas cajas registradoras. Eran tiempos duros, sí, pero también de oportunidades.

El padre, Enrique Morales de la Torre, supo ampliar el horizonte: extendió la empresa por toda la Región de Murcia y se convirtió en el aliado de los pequeños comercios -esos que necesitaban una caja registradora clásica para comenzar, o para sobrevivir-. Así, tres generaciones han estado ahí, sin faltar nunca. No todos pueden decir lo mismo.

Los hermanos Miguel Ángel y Raúl tomaron el testigo mucho antes de lo previsto, y desde 2007 la empresa pasó a ser completamente cartagenera. Había que mantener el pulso en un sector que no perdona los despistes. Apostaron por la innovación: transformaron el viejo mostrador y trajeron los terminales punto de venta (TPV), esos sistemas que hoy, por ejemplo, permiten a una cafetería del centro cobrar con un móvil y controlar sus ventas sin papel.

Cartagena cambió, los clientes también. Y la empresa se expandió más allá, por toda España. Sin embargo, en 2021, la familia sufrió un golpe difícil de asimilar: la pérdida de Miguel Ángel. Hoy, su memoria sigue viva en cada rincón del negocio. Por eso, el centenario celebrado esta misma semana ha servido para descubrir una placa de recuerdo no solo a tres generaciones, sino a ese hermano cuya huella permanece indeleble.

El acto fue más que una celebración: fue, también, un homenaje a la cercanía y confianza que han sido la verdadera razón de su éxito. Porque no solo han vendido cajitas con botones: han ayudado a que el comercio de Cartagena y la Región dé el salto digital y se modernice, porque la tecnología sin humanidad nunca será suficiente. Además, han mantenido intactos valores que se transmiten mejor con una sonrisa que con palabras grandilocuentes: trabajo, compromiso y familia. Así, día tras día, cien años después, la empresa sigue aquí.

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