MURCIA. Marina Sáez es una creadora cultural de Barcelona. Y, como casi todo el mundo, siente que el barrio de la gran ciudad se le va echando encima: nada escapa de la gentrificación y de los cambios a ritmo vertiginoso. Las calles y los comercios van perdiendo su vida. Pero, en realidad, la vida sigue.
Por otra parte, Clotilde, Jasmina o Alfonsita, escapan de casa, donde la vida es solitaria o consiste en cargarse todas las tareas de cuidado encima. Se cogen la mochila, van a la calle Perill y se meten en la piscina. Porque ahí, en realidad, la vida sigue.
Este cruce de historia es el origen de Aguagim, de Marina Sáez (Garbuix Books, 2024), uno de los títulos más laureados del cómic estatal de los últimos meses. Sáez toma como punto de partida las clases de aguagim que observaba cuando empezó a ir a la piscina municipal como un espacio de emancipación y relato de mujeres mayores, las silenciadas, las que generan vida allá donde les dejan. Sáez utiliza las propias normas, rincones y dinámicas de la piscina municipal para ver cómo cambian, aprovechan y generan conflicto en este grupo de mujeres mayores.
Aguagim es una reivindicación precisamente de la vida en las piscinas municipales, de un lugar casi de resurrección de la propia identidad de estas mujeres. Algunas de ellas viudas, otras ya no se tienen que hacer cargo de sus nietos… pero todas comparten que, cuando por fin los demás no les imponen sus cuidados, empieza (de alguna manera) su vida.
La autora entiende que en lo aparentemente banal, hay un potencial vital y político. Por eso empieza presentando la piscina pero pronto pone la oreja y la viñeta en las conversaciones para demostrar que, en la socialización se abre la posibilidad de seguir viva en el mundo actual, de hablar y analizar la vida en directo con la sabiduría acumulada en sonrisas y lágrimas.