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Con las vacunas no se juega... pero se cobra

No es el argumento de una película de conspiraciones. Corre el año 2018. Una multinacional farmacéutica paga un total de diez millones de euros a médicos e instituciones científicas que, en la gran mayoría de casos, debían posicionarse sobre algunos productos y cuya recomendación positiva suponía obtener ventas millonarias para esa compañía. El nombre de la multinacional es GSK, pero no es la única. Ese mismo año, las farmacéuticas Pfizer, Sanofi y MSD también pagaron decenas de millones de euros. En algunos casos esos pagos han llegado a altos funcionarios de la administración de la sanidad pública.

Teresa —nombre ficticio para proteger su identidad— ha trabajado en departamentos de comunicación de la industria farmacéutica durante varias décadas. Según cuenta, ha decidido hablar "por responsabilidad ética, a pesar de no poder hacerlo de forma pública por miedo a ser despedida". Sobre los pagos, explica que "si alguien cree que una multinacional va a hacer pagos a profesionales a cambio de nada, es que no sabe que el principal objetivo de una empresa es ganar dinero. La industria farmacéutica mide muy bien sus inversiones, y los pagos a profesionales no son una excepción".

Uno de los argumentos que se usan para defender estos pagos es que serían en concepto de investigación y desarrollo y que, al no haber muchos expertos científicos en campos tan concretos, no se puede recurrir a ningún otro. La realidad es bien diferente: los pagos reflejados en este artículo no se hicieron a cambio de investigación y desarrollo —que van reflejados en otra parte de los presupuestos— sino en conceptos tan ambiguos como honorarios o patrocinios.  

Se conoce como meningitis a la inflamación de las meninges, que son unas membranas que recubren todo el sistema nervioso central. Lo que no es tan conocido es que no hay una causa única para su origen, siendo cuatro de cada cinco casos producidos por un virus y el restante por infecciones bacterianas o fúngicas, intoxicaciones, efectos secundarios a medicamentos y otras enfermedades.

La meningitis de tipo bacteriano —la más peligrosa— puede estar ocasionada por multitud de patógenos diferentes, entre los que destaca la bacteria Neisseria meningitidis. Aunque la cosa se complica si entendemos que hay diversos serogrupos de esa bacteria. En concreto, en 2016 hubo 268 casos confirmados de meningitis bacteriana y, de ellos, un poco más de la mitad fueron ocasionados por el serogrupo B de esta bacteria, por lo que estaríamos hablando de una enfermedad rara. Teniendo en cuenta que su mortalidad se sitúa en torno al 10%, se trataría de una treintena de muertes al año por esta bacteria. Pero, ¿por qué centrarse en el serogrupo B? Porque las multinacionales GSK y MSD se encargan, desde hace unos años, de producir en masa las vacunas Bexsero y Trumenba, que van dirigidas a evitar ese subtipo de meningitis.

Hay que priorizar pero... ¿cómo?

Al hablar de un fármaco, una vacuna o una intervención en salud pública, es muy importante hacer números, como recuerda Daniel Orts, médico residente en medicina preventiva. Esta especialidad es menos conocida por el público general, pero se encarga justamente de proteger, promover y mantener la salud de poblaciones extensas, para lo cual las estrategias de vacunación e inclusión de fármacos en la Seguridad Social es muy importante. Orts aclara que "las vacunas son una medida masiva de prevención que si consigue unas tasas altas de inmunidad logra reducir la incidencia de enfermedades".

¿Se pueden evitar todos los casos? Orts continúa explicando que "pensar que se puede proteger a todo el mundo no es realista porque los recursos son limitados y hay que saber priorizar. El buen gestor se destaca por saber qué es lo importante y destinar recursos para ello. Tienes que conocer bien la epidemiología y los números. Con ver un caso de una enfermedad uno puede creer que hay que proteger a toda la población, pero hay que ver los números para tomar las decisiones", concluye de manera tajante. Pero ¿qué dicen los números en el caso de la vacuna contra el serogrupo B de Neisseria meningitidis?

Estudios sobre esa vacuna, como por ejemplo el que se publicó en el American Journal of Preventive Medicine en febrero de 2019, concluyen de manera muy clara que no es coste-efectiva. Es decir, que los recursos que hay que destinar a inmunizar a toda la población no se pueden justificar porque hacerlo significaría dejar de financiar otras acciones que salvarían más vidas.

¿Y qué ocurre en España? Orts relata que «el informe del ministerio de Sanidad sobre la inclusión de la vacuna es certero y concluye que no se justifica su inclusión en el calendario general. Se tuvieron en cuenta muchas cosas, el peso que tiene la enfermedad en la población, la efectividad, la seguridad, las repercusiones de modificar el calendario de vacunas, los aspectos éticos y la evaluación económica. Finalmente se concluyó que la vacuna de GSK no cumplía con el último punto; es decir, que en la gestión de recursos no es un problema prioritario, aunque sí se recomienda en situaciones de riesgo, como por ejemplo a personas inmunodeprimidas, pero no para la población general si hablamos de su inclusión en la Seguridad Social». Porque, ¿de cuánto dinero se trataría?

SI LA VACUNA CONTRA LA MENINGITIS BACTERIANA COSTARA UNOS 3,5 EUROS POR DOSIS —Y NO 106 EUROS— SERÍA COSTE-EFECTIVA, SEGÚN EL MINISTERIO DE SANIDAD

El dictamen de la Comisión de Salud Pública concluyó que solo se podría cumplir el criterio económico si la vacuna costara aproximadamente unos 3,5 euros por dosis; es decir, treinta veces menos que su precio actual de 106 euros. Y es que, teniendo en cuenta que hacen falta por lo menos dos dosis, que unos cinco millones de españoles tienen la edad adecuada para la vacunación y que al año nacen 400.000 bebés más, habría que gastar unos mil millones de euros solo en la vacuna de GSK con la población actual, más aproximadamente cien millones de euros cada año para los recién nacidos, sin incluir en la factura los gastos de transporte, almacenamiento y administración de la vacuna, que subirían bastantes millones la cifra. Todo esto evitaría, en el caso de una inmunización total y una efectividad del 100% —que no es real—, una treintena de muertes al año. ¿Qué se podría hacer con todo ese dinero destinado a mejorar los servicios de urgencias, cirugías o potenciar otras campañas de vacunación o prevención para enfermedades que matan a miles de personas? Por ejemplo, solo por los efectos derivados de la gripe se producen en España unos quince mil muertos.

En este contexto de rechazo por parte de estudios independientes y de las administraciones públicas a la inclusión de la vacuna de GSK y MSD en el Sistema Nacional de Salud, la Asociación Española de Pediatría (AEP), y en concreto su Comité Asesor sobre Vacunación (CAV), se posicionó de forma pública en contra de los estudios y las cifras, animando de forma directa a la financiación pública de esta vacuna y haciendo una campaña a su favor, incluso con la emisión de un documental a modo de publirreportaje titulado Meningitis: cerrando el círculo, donde la gran mayoría de participantes —incluso la afectada— recibieron dinero de GSK por diferentes conceptos. El propio documental se posiciona en contra del criterio del Ministerio de Sanidad y aboga por la inclusión de la vacuna en el calendario vacunal, una decisión que, de ser aceptada, podría hacer ganar millones de euros a las empresas implicadas. 

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