CARTAGENA. A pesar de no haber sido botados aún, y que no lo harán -al menos el primero de la serie- hasta comienzos del año que viene, los submarinos S-80 soportan a sus espaldas una larguísima travesía que se inició en el año 2002 y que ha estado repleta de vicisitudes, cambios, aprendizaje y evolución, para acabar convirtiéndose en el reto tecnológico más importante de la industria naval española, en el que Navantia juega su papel más relevante.
"Solo una nave espacial supera en complejidad a la construcción de un submarino" recalca, Germán Romero, jefe de ingeniería del astillero de Cartagena de Navantia, quien explica que se ha pasado de un sumergible -la clase S-70-, con una eslora de 67 metros y un peso de 1.600 toneladas a otro de 80 metros y 3.000 toneladas de inmersión.
Hace trece años se inició la construcción del primer sumergible y a finales de 2019 se celebraba el cierre del casco y se ponía fecha a la botadura -entre octubre y noviembre de 2020-. La pandemia originada en China y que ha movilizado la industria naval -como la mayor parte de la economía mundial- durante cerca de tres meses, ha impedido avanzar en la construcción del submarino, aletargando otra vez el proceso para que éste se dilate hasta comienzos del año próximo.
Es éste un obstáculo más en el laborioso camino de la construcción de esta serie, que supone un salto cualitativo y cuantitativo para la Armada española. "Pasamos de un submarino analógico, -los de la clase Galerna o S-70- a uno digital ", decía de forma descriptiva el capitán de navío Alejandro Cuerda, jefe de la sección de submarinos de la División Logística del Estado Mayor de la Armada, durante la webinar sobre el S-80 organizado por IDS Connect en la que participaba esta semana.
El diseño es completamente español. Señalaba el capitán de navío quien explicaba que hasta ahora los submarinos nacionales se habían apoyado en diseños franceses o norteamericanos, pero este sumergible es el primero con diseño 100% Navantia, y, por tanto, supone un paso adelante en la soberanía de la Defensa nacional y en las capacidades de nuestra industria naval.
Fue Cuerda quien indicó que la construcción de la serie -cuatro en total- es el "reto tecnológico más importante de la industria naval española" y apostillaba que es el sumergible "más moderno del mundo".
Si por algo destaca la serie S-80 es por el sistema de propulsión independiente de la atmósfera (AIP), que utiliza como combustible el bio-etanol agrícola y su eficiencia le permite cargar baterías en profundidad y permanecer hasta quince días sin asomar la gaita. "No hay precedentes en este sentido para AIP en otros submarinos de 3.000 toneladas", añadía Cuerda, quien era aún más contundente para explicar las virtudes de la discrección en época de guerra. "Un submarino detectado es un submarino hundido".
La serie S-80 podrá realizar tanto operaciones de apoyo integrado en la Fuerza, para las que dispondrá de un sistema de comunicaciones e intercambio de información en tiempo real 100% fiable y seguro, como otras misiones de vigilancia, disuasión y enfrentamiento de amenazas como campos minados, buques de superficie y otros submarinos, tanto convencionales como nucleares.
El submarino está diseñado para lanzar misiles Tomahawk y Sub-Harpoon; torpedos DM2 A4 -mayor alcance, velocidad de datos- y minas Minea, por lo que era Alejandro Cuerda, jefe de la sección de submarinos de la División Logística del Estado Mayor de la Armada, quien apostillaba que "hemos cambiado un submarino lanzador de torpedos a uno de misiles".
La evolución y la construcción de los sumergibes supone situar a España situarse en el 'top ten' de países capaces de construir armas submarinas de este calibre. "España vuelve a jugar en una categoría superior de la guerra naval submarina", indicaba el capitán de navío Alejandro Cuerda. Además, la posibilidad de contar con una nueva flota de submarinos (S-81 Isaac Peral, S-82 Narciso Montiriol, S-83 Cosme García y S-84 Mateo García de los Reyes) ayuda al país de nuevo a recuperar la superioridad en el mar en algunas zonas, como en el mediterráneo sur, donde Argelia había tomado la delantera.
El jefe de la sección de Submarinos de la División Logística del Estado Mayor de la Armada no cerró la puerta, ante las preguntas finales de los medios de comunicación, a la posibilidad de darle continuidad al programa S-80 con una segunda serio. "Si se dan las circunstancias adecuadas se podría aumentar con una segunda serie mejorada de submarinos", explicaba Alejandro Cuerda, quien añadía que todo es "buscar el equilibrio y adecuado encaje. Tras muchos sinsabores, parece lógico darle continuidad".
Por último, Sofía Honrubia, directora Comercial y de Desarrollo de Negocio de Navantia incidía, para concluir, en la complejidad tecnológica de este proyecto S-80 y añadía que para un país como España es muy importante contar "con una industria de defensa nacional potente", que a la vez les ayuda a posicionarse en el panorama nacional para encontrar futuros proyectos en otros países avalados siempre por el éxito de los S-80.
Destacó también que España ha entrado en este selecto grupo de países capaces de construir sumergibles convencionales y recordó que han participado más de cien empresas españolas de once comunidades autónomas diferentes. "Este programa debe ser un éxito para traer retorno de la inversión en el mercado internacional".