MURCIA. “Con pies de plomo”. Así se están manejando los negociadores del Gobierno regional con los interlocutores de Vox ante los Presupuestos regionales de 2020. Serán 4.779 millones de euros, casi un 3% más que en el ejercicio actual los que están en juego y cualquier paso en falso pueden dar al traste el trabajo hecho entre populares y Ciudadanos, por la tercera pata de esta negociación.
El acuerdo entre PP y Cs está afinado “a un 99 por ciento”. ¿Cuál es entonces el escollo? “Vox, sin duda”. Así de rotundos se expresan miembros de los equipos designados por los dos partidos en coalición de Gobierno. El escenario presupuestario, que ya debía estar incluso por imperativo legal en la Asamblea Regional, está listo. Desde la ‘parte popular’ del Ejecutivo se indica que todo -o casi todo- está conforme, consensuado, negociado, rebajado o subido según compromisos y prioridades. Desde la parte ‘ciudadana’ se dice lo mismo: “No hay escollos”. Y ahí aparece Vox. Sus votos son imprescindibles para sacar adelante la ley más importante del año y la parte más conservadora de apoyo al Gobierno de coalición no quiere perder la oportunidad de marcar su impronta.
La negociación hasta ahora no ha sido fácil pero tampoco imposible. Son los primeros presupuestos de un Gobierno de coalición desde las primeras elecciones autonómicas en 1983. A la batuta que desde entonces llevaba el consejero de Hacienda de turno supervisado por el correspondiente presidente regional, se le han añadido este año ‘solistas’ en la orquesta que veían la partitura con un ritmo u otro. Los ‘ensayos’ -por mantener la metáfora musical- han sido muchos y finalmente la orquesta podría interpretar de forma acorde la sinfonía salvo por el ‘apoyo’ -en este caso parlamentario-, que con un oído que se dice fino aprecia salidas de tono según su gusto. Y es que el ‘gusto’ de Vox va por libre; es el verso suelto en un soneto con una métrica medida -o limitada- por unos recursos siempre insuficientes en un escenario de cierto constreñimiento.
Las subidas salariales comprometidas (carrera profesional, entre otras), el ligero aumento en el número de altos cargos (en algunos casos direcciones generales con un solo funcionario), la ampliación de plantillas por las ofertas de empleo público, especialmente en sanidad y educación… esbozan un escenario nada boyante; pero aún así se ha diseñado un borrador que si bien limita las posibilidades de crecimiento en las consejerías tiene la aquiescencia de los dos socios de gobierno. Para ello ha sido preciso hacer ronda con los consejeros y tras la confesión llegó la contrición y finalmente el perdón tras el propósito de enmienda. O dicho de otra forma en términos políticos: cada consejero ha comprendido que no podía pedir fondos ilimitados en las actuales circunstancias y ha debido rebajar sus expectativas (penitencia). Después de la negociación con los consejeros se ha tenido que hacer un trabajo con los partidos para que sus respectivos diputados no dieran al traste con el proyecto legislativo a base de enmiendas que sería imposible cumplir.
Finalmente hubo absolución y el borrador de Presupuestos tiene un perfil que puede convencer a toda la congregación… salvo al ‘díscolo’ de Vox, que reclama para sí nuevas iniciativas pese al mínimo margen presupuestario para contentar a todos.
La próxima semana va a ser la fundamental. Ya están anotadas en las agendas las fechas y las horas en las que volverán a sentarse Gobierno e interlocutores de Vox para, de una parte, tomar en consideración y analizar los aspectos que propongan, y de otra cerrar los espacios en los que coinciden unos y otros hasta llegar a espacios comunes y finalmente tomar el acuerdo.
Las fechas pese a todo no son infinitas y el objetivo de aprobar el anteproyecto en el Consejo de Gobierno del jueves 19 se antoja un tanto precipitado; por lo que podría retrasarse al jueves 26 y que el día de San Esteban, considerado primer mártir del Cristianismo a cuya advocación está dedicada la sede de la Presidencia del Gobierno, vea finalmente su aprobación.