MURCIA. Los números siguen sin salir para muchos pequeños comercios de la Región a pesar de la ilusión con la que abrieron sus puertas hace dos meses. El final del confinamiento marcó una nueva etapa de esperanza pero los efectos económicos de la covid-19 lejos de desaparecer continúan perjudicando al sector. En junio el descenso de sus ventas a nivel regional del comercio minorista fue del 4,1% respecto al mismo mes de 2019 y el sector acumula una caída del 12% en el primer semestre del año respecto al mismo periodo del año anterior. Las rebajas han supuesto un leve alivio pero el comercio sigue sufriendo.
"Lo que tenemos ahora es un descenso muy acusado del consumo que va a seguir porque hay mucha incertidumbre con los rebrotes"
"La valoración no puede ser buena", recalca Carmen Piñero, presidenta de Coremur, la asociación 'Comercio Región de Murcia'. "Lo que tenemos ahora es un descenso muy acusado del consumo que va a seguir porque hay mucha incertidumbre con los rebrotes". Por eso solicita ayudas de todas las administraciones. "Hay que tomar medidas para poder mantenernos abiertos. No hay ni una sola ayuda a la contratación y hace faltan subvenciones. Si algún propietario debe hacer cuarentena o cae enfermo, tendría que cerrar”.
De cara a septiembre, no se atreve a predecir nada. “Vivimos en la incertidumbre. Tenemos que aguantar todo lo que podamos porque es nuestro medio de vida pero necesitamos ayudas y no en forma de préstamos", insiste.
Gracias a que las rebajas comenzaron este año a finales de junio, muchos pequeños comercios han visto como se reactivan las ventas. Así lo señala Yolanda Paco, empleada de una zapatería del centro de Murcia. "Abrimos en mayo y desde entonces ha ido aumentando. La gente tenía ganas de comprar. La época de rebajas está funcionando bastante bien y este mes han subido las ventas. Ahora en agosto sabemos que habrá un parón, como siempre”.
De cara a septiembre ve mucha incertidumbre y señala que dependerá en gran medida de si los colegios van a empezar con normalidad o no, ya que “nosotros vendemos mucho calzado de colegio y deportivos”.
Para Lidia López, que lleva 15 años como empleada en una tienda de ropa y complementos, esta es "sin duda la situación más difícil que hemos vivido". La tienda se abrió a finales de mayo y gran parte de la clientela es habitual por lo han incorporado el pedido a domicilio para atender a la gente que no se atrevía a salir y las rebajas han resultado mejor de lo que esperaban.
"El periodo de rebajas más o menos está funcionando como de costumbre. La gente que se va a las playas se llevan sus regalos y los santos de este mes, las Carmen, las Anas, también se han notado. Pero hay prendas que se nos han quedado colgadas de principio de temporada, que por mucho que se ha rebajado no se ha vendido". Además, mucha gente aún tiene miedo de salir y compra poco, asegura. Por eso, de momento son muy cautos con los pedidos y esperarán para ver cómo evoluciona la situación. "Es mejor ir poco a poco".
Si hay un ámbito dentro del comercio minorista especialmente perjudicado es el relacionado con las celebraciones en todas sus variantes, desde las tiendas que venden los trajes y complementos a las floristerías.
Es el caso de Furiezza, una tienda especializada en vestidos de fiesta que anuncia en un gran cartel una rebaja del 50% en todos sus productos por liquidación por cierre. La tienda se abrió hace un año y medio y la primera temporada funcionó muy bien pero justo cuando arrancaban la segunda comenzó el confinamiento.
"Fue un mazazo. Abrimos de nuevo en mayo pero todo ha cambiado", explica la dependienta, Yolanda Cantero. A pesar de la importante descuento, las ventas se han reducido un 70% y no esperan mejora. "Nuestra temporada comienza en marzo y no paramos hasta octubre o noviembre. Hay gente que dejó encargado el vestido y ni ha venido a por él".
Asegura que está todo "muy parado porque no hay casi celebraciones. Lógicamente, si se anulan bodas, bautizos y comuniones, la gente no compra. Lo poco que se vende es en la misma semana del evento, no hay ninguna antelación ya, y alguna valiente que se anima por si acaso".
Sin embargo, se muestra optimista y espera que la situación mejore de acara al año que viene. "Para el 2021 habrá un boom", augura. "Muchas bodas y celebraciones que se han anulado se harán el próximo año de una manera u otra. De hecho, nos han llegado a comentar que en algunas iglesias que están dando citas incluso para viernes santo". De momento, mantendrán la tienda abierta hasta el 31 de septiembre. "Es muy difícil aguantar hasta el próximo año", subraya.
En la Floristería San Lorenzo, muy orientada a ceremonias, también están sufriendo una caída de las ventas del 50% respeto al año pasado. Y eso que de los tres negocios que tienen se han visto abocados a volver a cerrar dos. De 12 empleados, cuatro todavía están en ERTE, ya que no hay trabajo suficiente
"Nos hemos quedado con una sola tienda abierta por la poca demanda", explica el dueño, José Luis Caravaca. "Estamos bajo mínimos. Se ha reactivado muy poco el consumo porque todos los actos sociales se paralizaron. Esperamos que no nos vuelvan a poner limitaciones y que las ceremonias se retomen".
A otros les ha ido mejor. Es el caso de Magdalena Páez, dueña de la tienda de ropa Maganto. "Yo abrí con mucho miedo y me ha ido muy bien. Tengo clientas de confianza. La gente ha salido con muchas ganas. No puedo decir lo que pasará mañana pero de momento estoy contenta", asegura.
En su tienda ha eliminado todo lo relacionado con las celebraciones "porque prácticamente no hay. Me he decantado por cosas muy ponibles y he apostado por producto más de día a día y no de fiesta".
Sobre el futuro afirma que no tiene perspectivas "más allá de ver que pasa a corto plazo. Voy al día. Las compras las tengo paralizadas. Como ahora mismo hay ‘stock’ de sobra, sé que no va a haber problemas de pedir y tenerlo al día siguiente", explica. "Espero que las cosas no empeoren. En este sector dependemos de la gente y la gente cuando tiene miedo no gasta".