Wepall desarrolla un software 'made in Murcia' único en el mundo
MURCIA. Cada robot industrial habla su propio idioma. Necesita un traductor que pueda hablar con él y darle las instrucciones precisas para que sea útil. Por eso, desarrollar un lenguaje universal que los domine a todos sería el sueño de cualquier empresa tecnológica. Y es lo que ha conseguido la start-up murciana Wepall: un software único que permite programar cualquier tipo de robot en el área de la paletización industrial, el complicado rompecabezas al que se enfrentan todas las empresas para colocar paquetes sobre un palé para su transporte. No es ninguna broma, pues en la actualidad hay más de 900 tipos de robots de distintas marcas destinados a esta tarea, cada uno con su propio lenguaje y características.
“Es el Android de los robots. La aplicación que hemos desarrollado permite que cualquier persona pueda realizar la programación de robots industriales sin ningún tipo de conocimiento previo. Es algo único en el mundo”, asegura Gregorio Navarro, gerente de Inemur. De ella ha nacido Wepall, la spin off para comercializar este software pionero desarrollado por un equipo de 12 personas a lo largo de los últimos seis años “prácticamente en secreto”.
En Inemur trabajan desde hace 20 años con un tipo de robótica que se llama antropomórfica, “porque imita el movimiento humano”. Con ella realizan instalaciones por todo el mundo para diversas industrias. Pero un robot por sí sólo “no hace nada”, como indica Navarro. Cada movimiento que realiza necesita miles de líneas de programación con un lenguaje muy complejo que además crea una dependencia del profesional que lo elabora.
Algo “dificilísimo hasta ahora porque requiere de profesionales muy expertos”, subraya. Es decir, de un programador que entienda el lenguaje de ese robot en concreto y le pueda dar las instrucciones precisas. Pero tiene un hándicap, “el propio programador personaliza mucho, crea dependencia, y cuando otro tiene que editarlo, por el motivo que sea, lo tiene complicado”.
“Nosotros montamos instalaciones en todo el mundo, el cliente necesita independencia”, explica. Por eso, cuando empezaron a ser conscientes del problema, se plantearon desarrollar una herramienta “para darle una solución”.
Con este nuevo software made in Murcia la filosofía de programación se hace de manera idéntica en cualquier tipo de robot, sean cuales sean sus prestaciones o características, de forma autónoma y mucho más rápida. Y particularmente, en la paletización, tiene muchas ventajas porque las variantes son múltiples. “A un programador le llevaría varios días de trabajo hacerlo y, además, nunca será igual que un software capaz de calcular las mejores opciones en segundos”.
Hace un mes lo dieron a conocer en una feria del sector en Las Vegas y, poco después, en Corea, donde el gerente de esta start up murciana coincidió con Felipe VI en un encuentro empresarial y tuvo la oportunidad de enseñarle personalmente cómo funciona. Móvil en manos, el propio Rey pudo programar un robot instalado en Murcia desde Corea en tiempo real.
"La forma que tenemos de mostrarlo es con una demo en la que cualquiera puede programar uno de los robots que tenemos en la fábrica y verlo a través del móvil”, cuenta. “Le sorprendió mucho y me comentó que programar robots era algo complicadísimo, que la robótica es la única asignatura que ni él ni su mujer son capaces de explicar a sus hijas”.
Después de unos minutos con la aplicación, y tras programar uno de los robots, Navarro se atrevió a gastarle una broma. "Si lo de ser Rey no le va bien, siempre puede dedicarse a programar robots, majestad". En el vídeo que recoge el momento, puede verse como Felipe VI recibe la sugerencia con una carcajada.
La nueva herramienta, desarrollada con recursos propios, “es tan fuerte y tan potente”, que lo van a comercializar como producto independiente a través de Wepall. Las perspectivas de un software único a nivel mundial, son infinitas. Si resulta ser el Android de los robots, Murcia será un referente en el mundo de la robótica. “Nuestras expectativas son buenas”, admite Navarro, “pero no quiero aventurar cifras”, añade con prudencia.