CARTAGENA. Aunque nos encontramos a finales de campaña, el año que está viviendo la producción y venta de la algarroba -más concretamente de su semilla, denominada garrofín- en España es histórico y los productores de la Región tratan de sacar el máximo beneficio que les deje el mercado internacional. El precio se ha disparado con números nunca vistos antes.
El producto venía de una subida de casi un 30% de años anteriores, por lo que el kilogramo pasó de los cinco a los siete euros en producciones pasadas, pero lo de este 2021 ha sido inaudito: el precio ha subido un 100%, por lo que el kilogramo del garrofín (la semilla de la algarroba, que es en realidad lo que el mercado demanda) cuesta ahora cerca de 14 euros. Los productores murcianos dicen que nunca antes se había dado tal caso y tratan de apurar hasta la última vaina porque son conscientes de que cada semilla vale su peso en oro.
Así lo explica José María Martínez-Fortún, administrador de la empresa cartagenera Gregorio Martínez-Fortún SL, quien corrobora que este año hay una demanda muy alta de garrofín y la cosecha aunque ha sido grande a nivel nacional, ha resultado corta mundialmente hablando. "El garrofín ha subido desde el principio de campaña -a 7 euros-, hasta ahora, al final de campaña en un 100%, entre doce y catorce euros".
La producción de Martínez Fortún ha sido el doble (alrededor de 3.000 toneladas) que la de una cosecha habitual, lo que ha supuesto un importante incremento en la venta de la firma ubicada en la diputación de La Palma. Con casi 300 proveedores y la mitad de la producción regional, la empresa reconoce que ha movido muchos kilogramos de algarroba, Por volumen -no tanto por rendimiento- ha sido una gran venta, aunque advierte José María que cuando el precio estaba en siete euros se había colocado casi el 90% de la cosecha.
Con la demanda que hay, ese 10% que ha quedado ha ido subiendo el precio, por lo que están apurando con reprocesado de la algarroba, para sacar todo lo posible, "porque con estos precios merece la pena exprimir al máximo la semilla". Reconoce que si bien es un mercado creciente, también esperaban que se buscaran alternativas cuando los precios alcanzaron los siete euros, "pero no ha sido así, hay más demanda de semillas que lo que se está produciendo a nivel mundial".
La cosecha de la garrofa varía año tras año, por lo que cuando uno aporta una buena cosecha, el siguiente es más escaso. El pasado año hubo unas condiciones climatológicas muy buenas, lo que ayudó a obtener una gran temporada en España, mayor de lo habitual en los últimos años, que además coincide con una bajada importante en Marruecos, el mayor productor de este producto.
La explosión de la algarroba ha llamado la atención de los agricultores, quienes han puesto el ojo en este fruto para plantar más árboles, aprovechando el auge de precios, aunque Martínez-Fortún advierte que el rendimiento no se obtiene hasta los ocho o diez años de vida del árbol.
En la vaina de la garrofa están alojadas las semillas que suponen un 10% del total del peso por kilogramo de la algarroba. El problema esta temporada en la Región es que se han obtenido unos rendimientos de semilla del 7%, más bajos de lo habitual, que alcanzan el 9%. "Eso supone que a la hora de trasladarle el precio de compra al agricultor, le hemos pagado entre 40 y 50 céntimos por kilo de algarroba, cuando en Valencia, que el rendimiento de la semilla es superior, el kilogramo se le ha pagado a los agricultores a 70 céntimos", dice Martínez Fortún.
La variedad de algarroba -ramillete- de la Región es diferente a la de Valencia o Baleares, Catalunya y Andalucía, y su peso es menor a la de estas comunidades autónomas, lo que unido a un año hídrico muy complicado –DANAS incluidas- provoca que haya mucha algarroba, pero más pobre.