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crónicas de una región misteriosa

Juana 'La Macha'

5/03/2023 - 

MURCIA. Esta es una de esas historias que te llegan sin esperarlo. Una vida dedicada a los demás que pasó totalmente desapercibida en la gran historia de nuestra Región, y más concretamente en la historia de la ciudad de Cartagena, en donde lo que vas a descubrir en las siguientes líneas podría ser el relato de las vivencias de uno de tus abuelos o de ti mismo.

Juana nació allá por el año 1857 en la pedanía de Perín. De familia humilde y trabajadora siempre había destacado por su carácter aguerrido, fortachón y valiente. Sin llegar a desearlo fue una de las personas más queridas entre los suyos, allegados, amigos y familiares.

Su Figura

Juana era recovera, repartía huevos por las casas y quienes llegaron a conocerla cuentan historias de lo más llamativas, como el hecho de que defendiera la diputación de Molinos Marfagones del ataque de un toro bravo lanzándole piedras o que diera a luz a uno de sus hijos en mitad del camino, lo subiera al carro y continuara realizando el reparto de huevos. Entre sus hijos destacamos a Caridad, abuela de la persona que nos pone tras la pista de 'La Macha', cuya hija Mª Dolores hereda el don de curar mediante la imposición de manos. De hecho, se dice que el marido de ella le pregunta una tarde en las típicas tertulias de sobremesa de quién era el llanto de ese niño… Mª Dolores había llorado en el vientre de su madre en dos ocasiones – de ahí la Gracia de la sanación – y nació el día de La Patrona de Cartagena, el Viernes de Dolores, siendo bautizada el Sábado de Gloria a las 00.00 h, en el tránsito al Domingo de Resurrección.

Aunque en la familia sólo se sabía que Mª Dolores era quien podía quitar los 'dolores miserere' con sus manos, los testimonios que hemos podidos documentar nos apelan a la posibilidad de que la propia Juana también pudiera sanar, pero que lo llevaba en secreto para que no la tacharan de bruja, aprovechando la entrega de huevos en los domicilios para, en el caso de que fuese necesario, imponer sus manos.

Esta es una creencia ancestral por la que algunas personas son elegidas por la divinidad para llevar a los demás. Se creía que por sus manos, Jesucristo o la Santísima Virgen sanaban todos los males, de la misma manera que se decía en las Sagradas Escrituras. Al parecer sanaba transmitiéndose a ella misma los dolores que estaba experimentando el paciente, dejándola muy débil y sin aliento. Cierto es que nuestra protagonista se dio hasta el último día de su vida a los demás, llegando a perderlo todo por ayudar a quienes lo necesitaba. Era el contrapunto de una hermana suya a quien se la recuerda por su vileza y despotismo.

Recovero. Fuente: Real Asociación de Cronistas Oficiales

Muere y Resucita 

Una de las historias más repetidas en la familia de Rosa Sitcha, nuestra particular confidente, era que Juana murió en dos ocasiones, resucitando en mitad de su propio velatorio. En realidad sufrió un ataque de catalepsia que la dejó con las constantes vitales prácticamente a cero, dando la sensación de que efectivamente había fallecido. Pocas veces podemos decir que un velatorio sirvió precisamente para lo que se realizó, el velar el cuerpo del difunto para percibir si hubiera señales vitales en el mismo. Sería entorno al año 1951 y en el interior de sala unas mujeres no paraban de hablar en voz muy alta de que a uno de los vecinos se le habían escapado unos cuantos gallos. De repente Juana se levanta, se sienta y expresa con total delicadeza (nótese la ironía): 

- "¡Maná Zorras! Me tenéis hasta la coronilla ya! ¡Iros a la mierda con el gallo!"

Todo el mundo salió corriendo de la habitación pensando que habían presenciado un milagro o que por el contrario Juana había regresado del inframundo. Por desgracia falleció unos años después, a unos pocos meses de cumplir los cien años.

Gracias al testimonio de Rosa hemos podido indagar en la historia de esta apasionante mujer y a buen seguro os traeremos más anécdotas de ella en un futuro. Asimismo os emplazamos a que ahora mismo, al terminar de leer este artículo, vayáis a hablar con la persona que más experiencia vital acumule en vuestra casa porque os sorprenderá lo que os tenga que contar.

Velatorio en casa. Foto: Fernando Gordillo     

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