MURCIA (MP/EFE). Más allá de protagonizar los centros de mesa, ahora las flores también visten ensaladas, platos y dulces con colores y sabores intensos. Violas o pensamientos mini, pétalos de rosas y flores de ajo, alhelí, jazmín o hinojo son algunos ejemplos de los ingredientes que estas navidades pueden distinguir una comida o cena y que además de aportar belleza al plato -bien frescas, cristalizadas, liofilizadas o deshidratadas-, pueden degustarse sin ningún problema.
En consecuencia, ya van proliferando los lugares en los que este tipo de productos se pueden adquirir dentro de los límites de la Comunidad murciana. Este es el caso de la tienda de cultivos Garden Pocket, ubicada en Alcantarilla, que ya ofrece distintas variedades de semillas de flores comestibles.
"Los pensamientos son los que más se venden. Esta flor ya se comercializa incluso azucarada, bañada de glucosa, y se utiliza sobre todo en postres. También hay una variedad que está funcionando bien que es el botón de sechuán, pues como no tiene estambres ni pétalos aguanta más y se conserva mejor", explican desde Garden Pocket.
Al fin y al cabo, una de las principales complicaciones de utilizar flores en la gastronomía es su conservación, pues tan solo aguantan entre 24 y 36 horas en buen estado desde que se corta del tallo.
En consecuencia, Garden Pocket presume de la rentabilidad que les supone este producto, pues aseguran que les ha funcionado especialmente bien desde que se decidieron a incluirlo en la oferta de su tienda: "Se van viendo cada vez más en platos, en fotografías, en concursos de cocinar entonces a la gente le va llamando más la atención incluir este producto en su dieta", concluyen.
En cualquier caso, lo cierto es que pese a la capacidad de producción agrícola de la que presume la Región aún no ha llegado la moda de las flores comestibles a las cosechas murcianas, que destacan principalmente por el clavel en la zona del Campo de Cehegín.
No obstante, sí se han producido conversaciones entre los agricultores de la flor cortada para empezar a apostar por este tipo de cosechas, aunque hasta la fecha no se han materializado. "Lo hemos hablado entre nosotros, pero tampoco conocemos a nadie que esté cultivando estos productos en la Región", reconoce Jesús Sánchez, miembro de la cooperativa de flor cortada de la Región Aflomur.
Por su parte, la consejera delegada de la productora de flores comestibles Innoflower, Laura Carrera, reconoce que "comer flores no es lo normal", aunque hay referencias de ello que datan de más 2.000 años en China y otras posteriores de la Roma clásica. En concreto, esta empresa cuenta con un amplio surtido de más de media centena de flores comestibles que sirven durante las 52 semanas del año.
"Con la popularización de la 'nouvelle cuisine' a partir de los años 70 y 80, las flores comestibles se volvieron a poner de moda", ha recordado antes de apuntar que en España hay una larga tradición, por ejemplo, de condimentar platos con los pistilos de la flor del azafrán.
"Hay flores dulces, amargas, saladas o con notas metálicas que aportan textura y color y que, en algunos casos, pueden cambiar el sabor del plato: la magia la tienen los cocineros", ha comentado.
Estas "joyas comestibles" cada vez son más demandadas por la restauración española, que estas Navidades está "desbordando la demanda" y permitirá a Innoflower, puesta en marcha en 2016, finalizar el ejercicio con una facturación de 500.000 euros, una cifra similar a la de 2019.
Las versiones cristalizadas, liofilizadas y deshidratadas, así como la línea de piruletas de flores, con mayor vida comercial, son los productos que han abierto el campo de la exportación a esta firma, que vende estos productos a rincones de Dubai, Rusia, Francia -el mayor consumidor de flor comestible de Europa- o de Italia.
"Esperamos duplicar la producción en un año con la apertura de nuevas fincas y creemos que a medio plazo se podría multiplicar las ventas por cinco o por seis", ha avanzado Carrera.