Hoy es 19 de abril y se habla de

comerciantes abandonados

El último mohicano del mercado Gisbert en Cartagena

22/12/2019 - 

CARTAGENA. Desde los 14 años, hace de eso ya cuarenta, Joaquín Espejo se ha dedicado a vender lo que tocaba en ese momento en el mercado situado en la calle Gisbert. De jovencillo como mozo y después con el negocio familiar, Pescados Espejo.

Fue el presidente del actual Mercado Gisbert, que llegó a tener 80 puestos de venta años atrás; nada que ver con lo que nos podemos encontrar en estos momentos si nos acercamos hoy en plenas fechas navideñas. Solo él, junto a su pareja Mónica, nos atenderán en un espacio parado en el tiempo y que puede recordar a estos locales extensísimos que se alquilan como guardamuebles.

La vida y el alboroto que generan los mercados de barrio aquí se han olvidado ya lejano porque de los 30 puestos solo el de Joaquín sigue en pie. El silencio impera en este frío y triste espacio del centro de la ciudad. Ésta será su tercera Navidad solo, y en su cara se denota la impotencia y desesperación del que no comprende cómo pasan los años y nadie ha hecho nada por solucionar un problema del que todos hablan.

Dice que éste es la "hermana pobre" del mercado Santa Florentina, pero a tenor de lo que se observa, ni tan siquiera se le podría llamar así por la desolación y abandono que padece. El Ayuntamiento lleva años olvidándose de sus comerciantes aquí y buena prueba de ello son las decenas de persianas echadas a cal y canto.

Unos se jubilaron, otros encontraron nuevas profesiones o decidieron cambiar de lugar, lo normal en cualquier mercado. Pero sus puestos no fueron repuestos. El frutero frente a Joaquín se marchó hace tres años, él fue su último compañero de viaje. Ahora Espejo defiende el fortín casi como si fuera suyo porque dice que nadie desde el Ayuntamiento se ha preocupado por darle una explicación coherente con esta situación tan surrealista

Explica que no se ha vuelto a dar una licencia en ningún puesto, que sí que hubo interés de algunos emprendedores por establecerse aquí, pero que ante la falta de respuesta municipal se marcharon aburridos y sorprendidos. "Esto aguanta porque estoy yo aquí", afirma el pescatero. "Con la excusa de que no hay dinero han preferido llegar a dejarlo sin puestos, a pesar de que hubo gente que ellos asumían el coste del arreglo de cada local. No hay soluciones o no quieren darlas", añade Joaquín.

Mientras hablamos llegan un par de clientes de los que él llama "de toda la vida", y de los que viven en la zona. "La venta me bajó un 50%", algo lógico. "Sobrevivo porque tengo clientes de bares y restaurantes a los que les reparto el material, si no fuera así sería imposible mantener el negocio", añade Espejo. Sale del mostrador, levanta un pivote naranja del pasillo y nos enseña un sumidor roto. "¿Sabes cuánto tiempo está esto así?", me pregunta algo que él mismo va a responder "años". Unos metros más adelante hay otro exactamente igual. "Donde no hay azulejos es porque se han caído por falta de cuidado, pero no creas que nadie se ha preocupado en venir a cambiarlos. Si duro aquí diez años más, así seguirá esto, lo mismo que la tapa rota del baño o el cristal resquebrajado de la puerta". "Cambian los partidos, pero no la situación", aprovecha para decir. "No se han complicado nunca la vida con este mercado", añade.

Mónica escucha y añade "lo único que quieren es cerrarlo. Una persona sola no puede hacer presión. Aquí no han invertido ni un euro en muchísimo tiempo". Eso sí, dice que de vez en cuando alguien llega para tomar medidas porque hay un proyecto de renovación de los espacios.

No terminan de creérselo y no se lo creerán hasta que lo vean, porque el tiempo les ha dado la razón hasta ahora, lo que confirma su opinión de que los políticos le han hecho un flaco favor al impulso turístico de la zona, al dejar de lado un espacio tan próximo al puerto, tan cercano al ascensor panorámico y junto a la Dirección General de Tráfico con un continuo trasiego de gente y en un marco único para revitalizar la zona.

El actual equipo de gobierno lleva en su acuerdo programático "reformar y poner en valor el mercado Gisbert con el fin de que puedan beneficiarse de la afluencia de turistas a la ciudad". Los estudios se efectuaron este año. Sobre la mesa hay un proyecto para darle una transformación completa; más luz, nuevos espacios multidisciplinares y optimización de puestos. El dinero, o en este caso la falta de él, ha supuesto que su renovación y transformación se haya quedado fuera casi siempre de los presupuestos. Ana Belén Castejón, alcaldesa de Cartagena, anunciaba el pasado viernes que Gisbert sigue estando en este acuerdo. 

En el Plan Integral del Casco Antiguo que supone una rehabilitación de la zona y que anunciaba la representante del equipo de gobierno, entrará la rehabilitación del mercado. Joaquín es escéptico, así lo dice mientras espera, sentado, la llegada de alguno de sus clientes en otra Navidad que se ha olvidado de Gisbert.  


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