CARTAGENA. A orillas del Mar Menor, ajena a la sobreexplotación inmobiliaria que ha vivido la laguna desde hace años, se encuentra la playa de Punta Brava. Localizada entre El Carmolí, Los Urrutias y Los Alcázares, esta playa 900 metros de longitud y arena media y gris, se ha convertido en los últimos años en una zona muy atractiva para el extranjero, especialmente ingleses. Algo que lejos de convertirse en un problema, está bien visto por aquellos vecinos que habitan la zona. "Están viniendo muchos alemanes, ingleses…Eso se ve con esperanza por parte de los vecinos de toda la vida porque así se evita que se convierta en una zona marginal y peligrosa como se ha convertido alguna zona de Los Urrutias. Este fenómeno lo están viviendo con ilusión y esperanza", apunta María Conesa, interiorista que ha trabajado en la zona en algunas casas.
Como toda la Región, Punta Brava ofrece al residente extranjero un clima inigualable y un ambiente muy tranquilo, lo que unido a los buenos precios de vivienda se convierte en un ‘caramelo’ para este tipo de comprador. "Las inmobiliarias de la zona están haciendo muy buen trabajo. Son viviendas a muy buen precio, no hay urbanizaciones. Son casas tipo chalet, como de los años 70 con algún toque más moderno. Están como paradas en el tiempo", señala Conesa.
Matilde, una vecina que lleva viviendo en Punta Brava prácticamente toda la vida, aprueba la llegada de este tipo de extranjero, como dicen los vecinos, "más civilizados", que otros que se han instalado más en el pueblo de Los Urrutias. "Hay mucho inglés y no hay gentuza. Padecía de bronquios y el médico me dijo que me vendría bien vivir junto al mar. Entonces me vine aquí", apunta.
Este ciudadano extranjero que se ha instalado en Punta Brava tiene un estilo de vida muy saludable. No hay botellones, ni fiestas con música hasta altas horas. Se despiertan temprano, hacen senderismo por la zona…Y son más limpios, aseguran, que el habitante nacional. "En invierno viven generalmente allí los extranjeros, mientras que en verano se instala la gente de aquí que tiene su segunda residencia. El contraste es notable", apunta la interiorista María Conesa. "La gente de aquí no cuida nada la zona. Es una vergüenza. Tenían que poner más seguridad para que se cuidara la zona. Aunque también hay muchos extranjeros que sacan a sus perros y luego no recogen sus excrementos", añade Matilde, vecina de la zona de 90 años.
Matilde, que ha vivido prácticamente toda su vida en Punta Brava, ya fuera como segunda residencia o ahora como su vivienda habitual, lamenta el deterioro que ha sufrido el Mar Menor a lo largo de los años. "Hace ya muchos años, recuerdo que en lo que era 'Boca rambla', se rompió una depuradora, que vertió muchas aguas fecales a la laguna y a partir de ahí se empezó a deteriorar todo. No fue tanto por la agricultura. Todo empezó en esa depuradora, que se instaló en una zona en la que no tenía que estar", señala esta vecina. "A mis hermanos les gustaba mucho pescar y pescaban muchos 'zorros', que estaban buenísimos, aunque a la gente no les gustaba por su apariencia. Ahora ya no hay nada, pero antes de que se perdiera el Mar Menor había muchos", apunta. Para recuperar el Mar Menor, esta vecina señala que en su opinión debería prohibirse la navegación a motor. "Antes eran barcos de vela, que no contaminaban. Ahora, con tanto barco a motor, motos de agua…Es una pena", señala.
Aunque señala Matilde que la zona es idílica para vivir, apunta que no obstante no hay prácticamente comercios o supermercados para poder hacer las compras habituales. "La pena es que no hay nada alrededor. Para comprar tengo que ir a Los Nietos con la chica que viene a mi casa, porque no tengo otra forma de desplazarme". A sus 90 años esta vecina disfruta de su jubilación en este paraíso desconocido para el cartagenero.