MURCIA (EFE). Cuando la pintora japonesa Miwako Yamaguchi pisó por primera vez España en los años 70, se quedó impactada por una luz que "no permite ver las líneas, solo los contrastes, el color".
Los hizo protagonistas de su obra y nunca volvió a su país. Estos días expone en el Palacio Almudí de Murcia, donde también pinta en directo para todo aquel que quiera verla trabajar.
Media docena de curiosos se agolpaban a su alrededor este lunes, mientras daba forma a un peculiar retrato de su amigo Juan (piel morena, cara sonriente, polo con flores) en los que la tinta negra y la pintura blanca se mezclaban bajo su atenta mirada, con la sala en absoluto silencio.
Yamaguchi (Gifu, Japón, 1947), atiende a EFE en un descanso de esa sesión de pintura en directo, con las manos y el delantal completamente manchados.
Es una mujer alegre que empieza la entrevista asegurando que no le gusta hablar, prefiere pintar "todo lo que hay alrededor": "No busco algo especial. Solo miro y veo algún orden, o algún descontrol, o algún ritmo. Por eso siempre he seguido pintando, aunque solo sean cinco minutos al día. Es el momento en el que me siento más a gusto", explica.
En la muestra, que se puede ver hasta el próximo 4 de septiembre en el Almudí, titulada "Hana", hay dos grandes protagonistas: las flores, a las que recurre habitualmente cuando quiere "atreverse con los colores", y las mujeres, en la mayoría de los casos, amigas o familiares suyas: "No me atrevería con alguien que no conozco", dice entre risas.
Son dos temas que a ella, asegura, no se le habría ocurrido juntar en una exposición.
Fue su comisario, Pedro Manzano, quien encontró esa conexión, que se refleja en una frase del poeta Lujo Berner impresa en la muestra, entre dos lienzos en los que se representa a una mujer en ropa interior y por la que la pintora dice sentirse fascinada.
"En la memoria siempre es verano. Un verano de sudor y desnudez. La piel habla del pasado, de un tiempo prescrito, grafiado en la carne y en el pliegue. El observador es descubierto y rompe el hechizo. Un cierto rubor. Un enrojecimiento al asumir la fuerza gravitatoria. Pero la mirada es limpia. Una forma de mirar que asume todos los tiempos en uno. El rubor se torna hoja. Y el verano entonces es mujer. Una flor", reza la cita.
De las 60 obras que se pueden ver en la Sala Alta del Palacio Almudí, la artista, sin embargo, elige como favoritas una serie de 9 cuadros, que forman parte de otra más amplia, con hasta 25 pinturas, de formas geométricas y trazos de colores que nunca antes había expuesto: “Son la base de todo lo que hay: los ritmos, los colores, los contrastes, creo que están todos ahí. Son mis motivos, desde donde doy forma a todo”, resume.
Se siente afortunada, asegura, de poder ver su obra en esta sala, que pisó por primera vez hace 40 años, y de poder además pintar en ella, una propuesta que le hizo una de sus amigas "a la que todavía no había pintado" y que aceptó con gusto la concejalía de Cultura, que coordina la muestra.
Las sesiones de pintura en directo se prolongarán durante esta semana, aunque desde el ayuntamiento no descartan programar más a lo largo de este verano.