MURCIA. Hace Justo un año me sentaba a escribir el primer artículo de la sección semanal 'Crónicas de una Región Misteriosa'. Desde Murcia Plaza se me ofreció la oportunidad de meterme cada semana en vuestras casas a través de las historias y leyendas más sorprendentes e increíbles que encierra nuestra tierra. Es por ello que a todo el equipo de esta casa les estoy eternamente agradecido. Y en el día de hoy, cuando se cumple el primer aniversario de ese momento, deseo además agradecer a todos y cada uno de los lectores que se han acercado a nuestra historia y a nuestras tradiciones mediante el vehículo de la palabra escrita. Sin ti, querido lector, esto no sería posible. Gracias por compartir y apostar por este tipo de lectura, y gracias por haber llevado –en más de una ocasión- a lo más alto de los 'artículos más leídos' del periódico digital. Con el corazón en la mano, infinitas gracias.
Para esta semana tan especial voy a tratar, con un poco de mayor extensión, uno de los mitos que han influenciado en la historia de las civilizaciones y que en nuestra Región lo tenemos documentado en la zona del Valle del Guadalentín: Lorca, Totana y Pliego. Me refiero al mito de los gigantes.
Mitología como la nórdica, la egipcia, la griega o la propia religión cristiana nos narran sucesos extraordinarios en donde estos personajes de gran envergadura tienen una especial relevancia en el desarrollo del devenir y del destino de sus diferentes civilizaciones.
Uno de los ejemplos más característicos es el de Prometeo, en el mito griego, quien traiciona a los dioses y les da a los humanos el fuego, hecho que algunos historiadores relacionan con la adquisición del raciocinio y conocimiento que alejaba cada vez más a los hombres de los animales, marcando su propio destino y estando fuera del designio de los dioses. En este sentido se relaciona el fuego con la "luz del conocimiento".
En el presente artículo realizaremos un recorrido por las fuentes antiguas que nos hablan de estos personajes tan extraños y cómo la arqueología nos puede ayudar a discernir acerca de la existencia de estos seres mitológicos que, en algún momento de la historia de la humanidad, en sus diferentes vertientes culturales, han influenciado en el desarrollo de la misma, llegando a condicionar el comportamiento de las personas que habitaran un lugar determinado.
Los últimos hallazgos arqueológicos sitúan en la ciudad de Lorca una necrópolis de gigantes que nos hace pensar en la posibilidad de que en verdad este mito se convirtiera en leyenda y que fueran interpretados por sus congéneres como verdaderos semidioses.
Las fuentes que nos hablan de estos especiales seres son muchas y muy variadas, aunque en la mayoría de los casos están relacionadas con los mitos de la creación del universo, de la Tierra o de los propios hombres, lo que en antropología se conoce como "mito fundacional".
Es el caso, por ejemplo, de la Epopeya de Gilgamesh (2000-2500 aC), de sobra conocida y de origen sumerio. Hijo de la diosa Ninsun y del sacerdorte Liliah fue quinto rey de Uruk; narra la historia de este gigante quien ha de enfrentarse a Enkidú, un personaje enviado por los dioses para que le diera muerte. En la lucha ambos contrincantes son conscientes de que nadie puede vencer, embarcándose en una aventura llena de animales fantásticos.
En La Biblia, los gigantes son representados como seres de más de tres metros y los podemos encontrar en el mismo Génesis: "Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre" (Génesis, 6:4). Conocidos como Nephilim nacen de la unión de ángeles caídos y mujeres humanas y habrían existido en la época de Enoc y Noé, lo cual habría motivo el diluvio universal para acabar con ellos, pues, a pesar de su origen celestial, son mortales.
También en la Biblia es bien conocido el relato de David venciendo a Goliat, que se une a otros relatos del el Viejo Testamento (Génesis 6, versículos 4), donde se puede leer "por entonces y también en épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaban con las hijas de los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la Tierra los gigantes. Éstos son los esforzados varones de los tiempos primeros, los héroes famosos".
O en Números 13:33: "Cuando Moisés envió a los espías a la tierra de Canaán, regresaron con la noticia de que allí habitaban gigantes"; "Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra. Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia; ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez" (Baruc 3:26, 3:27,3:28) o "Así también, al comienzo, cuando murieron los orgullosos gigantes, la esperanza del mundo se refugió en una balsa (Arca de Noé) que, conducida por tu mano (Yahwéh), dejó al mundo la semilla de una nueva humanidad" (Sabiduría 14:6)
Desde el siglo XIX comenzamos a distinguir, en algunos rotativos a seres humanos de un tamaño por encima de la "normalidad" asumida para una determinada época. Por su parte, en la arqueología y desde hace algunos años hemos podido documentar a lo largo y ancho de todo el globo diferentes campañas de excavaciones arqueológicas en donde han sido hallados esqueletos de gigantes, las cuales pasamos a mencionar a continuación:
Tonosa (Lorca, Sierra del Gigante) es recordada por haber sigo lugar del hallazgo de esqueletos de gigantes de más de dos metros, tal y como nos relata el cronista Antonio Botías el 16 de octubre de 2016:
"Gigantes que superaban los dos metros de altura, con descomunales dientes de hasta cuatro centímetros y enormes cabezas alargadas. Así era la quincena de esqueletos descubiertos, por casualidad y mientras se araba un campo, en Tonosa, una aldea situada a pocos kilómetros de Puerto Lumbreras. Hace medio siglo justo, la noticia del hallazgo de los restos de formidables seres humanos atrajo la atención sobre este olvidado caserío. Pero, de forma inexplicable, apenas unos días después, cuando los medios acudieron al lugar, los restos fueron enterrados a toda prisa. El enigma de los gigantes de Tonosa se mantiene intacto cincuenta años más tarde. (…) los cráneos son mucho mayores y alargados. Con toda seguridad, su estatura sería superior a los dos metros".
Ese espacio fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1998 por su espléndido arte rupestre. No muy lejos de allí existe la llamada Sierra del Gigante.
Este descubrimiento ha hecho correr ríos de tinta buscando una explicación más o plausible a los restos, los cuales se han relacionado con el origen legendario de la ciudad de Eliocroca, en donde la cultura de El Argar, de la Edad del Bronce, posee un especial protagonismo.
Según cuenta la tradición popular, el origen de este territorio se encuentra arraigado en la mítica Troya. El Padre Morote, por otra parte, otorga la fundación de Lorca al príncipe troyano Elio-Urzues, navegante por el 'Mare Nostrum'. Espinalt escribió en 1778 que "en el año 4018 de la creación del mundo", un príncipe troyano llamado Elio fundó una ciudad la que llamó Ilorci. También se pensó en una combinación de los vocablos Helios y Kraton para formar la denominación de Eliocroca.
De estos orígenes legendarios es donde encontramos la llamada necrópolis de los gigantes en la sierra homónima en la inmediaciones de Lorca y que vamos a pasar a relatar los resultados arqueológicos de la zona y que vienen a demostrar la existencia de seres de más de dos metros de altura, considerados como semidivinos por sus coetáneos, tal y como hemos apuntado al inicio del presente artículo.
Al poco de llegar las autoridades pertinentes también vinieron unos extraños extranjeros de acento alemán (no lo pueden asegurar) que impidieron seguir observando lo que se extraía de las rocas y que se lo llevaron todo en cajas, y estaban muy interesados en los objetos que pudieran encontrar junto a estos "moros gigantes", ya que en estas pedanías y por la influencia de la cultura andalusí, cualquier resto perteneciente a la antigüedad era considerado como "moro".
Ese lugar ya era conocido desde antaño como El Colmenanco (colmena grande) así en el siglo XIX lo leemos entre los escritos de historia de Canovas en 1890. Los informes con los resultados de las primeras exploraciones arqueológicas de 1955 fueron realizados por el doctor J.F. Ibáñez Sánchez, pero en ellos no sólo no se habla de los gigantes, sino que se habla de un descubrimiento superficial (interrelación topográfica-material superficial: en el Congreso Nacional de Arqueología NXVIII, 1987, pp.419-435). También hay que decir que este señor llegó al lugar mucho después en 1983 cuando hubo que hacer una excavación de urgencia en la necrópolis eneolítica de Murviedro, pues hubo una expurgación y saqueo masivo en el lugar.
El cerro del Colmenanco o carretera de Murviedro está ubicado como una gran pared que corta el horizonte quedando anclada al margen del Guadalentín, al este de la Sierra de la Peña Rubia y en la estribación Nororiental de la Sierra de Torrecilla. Una pared de 517 metros de altitud y que fue un lugar sagrado elegido por diferentes tribus autóctonas hace más de dos mil quinientos años para enterrar a sus difuntos.
Y el mismo lugar fue el foco creciente de una leyenda que contaban estas mismas tribus sobre unos extranjeros que gigantes todos habían venido de países lejanos (posible Norte de Europa) a los que llamaban 'Los Grandes'. La coincidencia de la primera leyenda en este lugar y de la historia de los canteros sobre estos restos es cuanto menos curiosa, sea verdadera o fruto de su subjetividad. Por eso nos llamó tanto la atención, uniéndose al hecho de que fueran tantos los testigos visuales que afirmaban la existencia de estos restos óseos que no aparecen por ningún lado.
Desde hace algunos años nuevas campañas de excavación han podido documentar restos humanos de casi tres metros de longitud con un ajuar propio de la representación de la divinidad en la tierra.
* Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'