MURCIA. Dimensión, volumen, fondo, textura, iluminación…Todo esto y mucho más conforma el universo por el que el artista caravaqueño Tomy Ceballos camina con absoluta libertad. Sus pasos son exponentes de su forma de moverse sin ataduras ante todo aquello que le puede ofrecer una imagen y dejan una huella tras la cual está su constante investigación sobre las posibilidades artísticas de la fotografía. Este Garbeo de Tomy Ceballos se ha ‘detenido’ (es un decir, porque sigue en continuo movimiento) en la galería LaLuz Mediterranean Art, que desde hace un tiempo tiene su sede en la céntrica calle Trapería de Murcia.
“La fotografía es una forma de expresión artísticay también una característica de la naturaleza. Todo objeto sometido a la luz es marcado por ella. Para mí, un eclipse es una fotografía y la marca veraniega del bañador sobre mi piel. La vida es fotográfica”, ha dicho Tomy Ceballos, quien señala que “un garbeo es un garabato sobre el paisaje, una pequeña deriva mental o física, el acto intuitivo y abstracto de una exploración, unos pasos de baile improvisados que van dejando un rastro de perfume poético y visual sobre el mapa de mi danzar por el espacio tiempo de estos lienzos que aquí presento”.
Así, el artista de Caravaca concibe cada paso “como una expresión de libertad, en cada curva está la posibilidad de caer víctima de la inercia y acabar atrapado en las redes de los cantos de sirena, en cada desvío aparece la duda, la dulce duda que me remueve por senderos sinuosos; si evito el camino recto o directo he descubierto que no me distancio de mí mismo y así, en cada leve giro todo se me hace más próximo, más intenso e inmenso.
El director de la sala, Carlos Salas, apunta por su parte que Tomy Ceballos –que cuenta con una larga trayectoria en salas y museos nacionales e internacionales- presenta en esta ocasión una colección de obras realizadas gracias al uso de las nuevas tecnologías, definiendo todos los parámetros desde cero. “Las imágenes son capturas fotográficas de arquitecturas y escenas modeladas en el espacio virtual, desde un punto de vista elegido por el autor, que el espectador ha de encontrar y que está al otro lado de la pantalla, un espejo que se puede atravesar para descubrir un mundo paralelo, que ofrece infinitas posibilidades”.
Llama la atención el director de LaLuz que “al ser archivos digitales, las obras se pueden imprimir en diversos soportes y medidas diferentes: puertas, muros, cortinas, manteles, cristales, lienzo, papel ... Su estudio es por tanto, ese gran espacio inmaterial en tres dimensiones que permite al artista entrar dentro de su propia obra y moverse a su alrededor con total libertad. Un espacio marcado por la ingravidez y un carácter etéreo que Ceballos describe como un inmenso espacio inconmensurable e inmaterial, en el que zambullirse para sentirse libre de la gravedad, en todos los sentidos”.
La sensación que proporciona estas obras de arte se debe al equilibrio de las formas, sin colores que distraigan de la luz y del volumen en la profundidad de las imágenes. Porque, parafraseando a Arthur Schopenhaue, Carlos Salas compara la arquitectura que el artista atrapa en sus obras con la música congelada.