Fotos: Abel Azcona/Cuartel de Artillería
MURCIA. Abel Azcona suele ser considerado como un artista radical, a lo que él responde que es "radicalmente autobiográfico". Hijo de una prostituta politoxicómana que lo abandonó nada más nacer, el artista navarro ha convertido su vida en su obra, y viceversa. "Odio la ficción", ha dicho en alguna ocasión, llevando a sus obras confesionales su biografía y su intimidad, y compartiendo a través de ellas traumas, obsesiones, abandonos y los desencantos familiares a través de sus obras. Una muestra de todo esto se puede contemplar en la exposición El papel de la familia, abierta hasta el 25 de octubre en el Pabellón 1 del Cuartel de Artillería de Murcia, comisariada por Pedro A. Cruz y Cintia G. Reyes
"En esta exposición se muestran más de veinte años de procesos de búsqueda, violencias y abandonos familiares y se abre todo el proceso abierto desde la aparición de mi madre hasta conocerla", ha explicado el artista especializado en performance. De hecho, ha anunciado en sus redes que el 11 de octubre volverá Murcia -tras una gira por Costa Rica- para realizar "nueve performances breves que necesito realizar como pasos antes de conocer a mi madre biológica, que conoceré justo después".
Las obras de Abel Azcona (Pamplona, 1988) suelen ser una forma de autorrevelación, con detalles íntimos de su vida. Así, tal y como se explica en esta exposición, "su vida/obra se ha vertebrado en torno a dos líneas paralelas que se tensan entre sí: de un lado, el reconocimiento de la violencia de lo conocido; y, de otro, el angustioso ejercicio de imaginación de lo desconocido. El primer eje constataba un infierno; el segundo, imaginaba múltiples infiernos posibles. En ambos casos, se trata de gestionar una vida impuesta, no elegida, en la que la familia no dejaba margen para la acción voluntaria del sujeto".
Así, El papel de la familia "se articula en torno a cuatro grupos temáticos desde los que pretende subsanar este déficit identitario: el del padre no-biológico; el de la madre biológica; el de la madre y el padre imaginados; y el de las madres elegidas. Para Azcona, imaginar lo real no supone una forma de redirmirlo, sino, antes bien, de potenciar su dimensión violenta. La imaginación no evade; ahoga. De ahí que el único resquicio de voluntad que le queda a lo experiencial sea el del arte. Las madres elegidas -Marina Abramovic, Orlan, Ana Mendieta- constituyen la única forma de control posible sobre una vida que ha encontrado en el arte el hogar que hasta ahora nadie había proporcionado al artista".
El artista navarro trabaja con diversas técnicas - escritura, arte procesual, video, acción, pintura, escultura, fotografía, objeto o instalación- yuxtaponiendo algunas de ellas en sus obras. Tiene piezas en colecciones como el Museo de Arte Moderno de Cuenca, Ecuador; el Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá, el MAAC, Museo Arqueológico y de Arte Contemporáneo de Ecuador y el Leslie Lohman Museum de Nueva York, entre otros. Actualmente la obra censurada de Azcona es parte de la colección permanente del Museo del Arte Prohibido, en la ciudad de Barcelona.
Actualmente, expone Matar al padre en la Galería Nacional de Costa Rica, tras lo cual viajará a Tegucigalpa (Honduras) para participar en un conversatorio e inaugurar una muestra vídeo retrospectiva. Además, está trabajando en otro proyecto que él explica así: "Estoy manteniendo largas conversaciones, entrevistas y encuentros casi performativos con veinticinco pederastas condenados. Agradecido a las prisiones por abrirme las puertas. En 2026 mostraré el proyecto de larga duración completo".
