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Domingo Arroyo: el empresario que trajo el color a toda una generación de cartageneros

20/04/2021 - 

CARTAGENA. Este pasado fin de semana fallecía a los 97 años Domingo Arroyo López, un histórico en el mundo de los empresarios en el centro de Cartagena, junto con otros como Marín Garre, Bernal Solano, Bima, Gallego Hermanos o Félix del restaurante Columbus.

Nada le hacía pensar, cuando montó su negocio de ultramarinos en el Cabezo de Los Moros, que el giro empresarial le llevaría de vender embutido o alubias a radios y televisiones. La creciente demanda de aparatos radiofónicos y, sobre todo, de un fenómeno por descubrir, la televisión, llevó a Domingo a montar una tienda en la calle San Diego, Radihogar, en 1960, casi recién estrenada TVE.

Domingo decidió ponerse a vender televisiones puerta a puerta, y de ahí que recorriera todo el campo de Cartagena montando él mismo las antenas y las ‘teles’. Supo, como nadie, ver el futuro de esta nueva tecnología, por lo que ideó una buena fórmula para promocionarlo. Puso televisiones en la plaza del Lago para que la gente pudiera ver el mítico programa de ‘La unión hace la fuerza’, de 1964, presentado por el periodista Alberto Oliveras. ‘¿Quién no tiene un televisor de Domingo Arroyo?’, se preguntaba por entonces, casi como un anuncio publicitario.

En 1966 Domingo Arroyo amplía su propuesta empresarial y decide abrir un negocio de electrodomésticos, pero cuando el color llega a la televisión prefiere separarlos y abre otro local (1972), en la esquina entre calle del Carmen y Santa Florentina, separando electrodomésticos (gama blanca) de la tv y la radio (gama marrón). Este último negocio de 1972 destinado al sonido continúa a día de hoy, ahora en manos de su hijo Juan Arroyo. El nombre, de sobra conocido en Cartagena, es Arroyo Sonido.

Ante la ruina que amenazaba al edificio en el que montó la tienda en 1972, Domingo optó por comprarlo y rehabilitarlo. Allí ha vivido prácticamente toda la familia desde 1978; en el mismo edificio donde está ubicado el estudio fotográfico Matrán, que también continúa con su tercera generación.

"Era de una calidad humana sobrenatural", dicen desde su entorno más próximo. Padre de cuatro hijos (mellizas y mellizos), era conciliador, de ahí que hiciera famosa en su familia aquella de frase "que no haya disgustos, ni desavenencias".

Muy conocido empresarialmente, fue capaz de mantener buenos amigos, pero también de ofrecer todas las facilidades económicas posibles a aquellos que se acercaban a su tienda para comprar el aparato electrónico que ansiaban. No se arrugó nunca para ayudar. "Decía que le hubiera gustado ser médico o farmacéutico para curar a los demás", explican desde su familia. Ayudó a personas en riesgo de exclusión como Pepe ‘El Melva’ muy conocido en Los Mateos, a quien no dudó en asear, afeitar y vestir cuando El Melva se despistaba.

Estuvo junto a su mujer, Primitiva Soto, que lo acompañó en toda su aventura empresarial, durante 75 años y disfrutó de una gran familia, formada por cuatro hijos, ocho nietos y 8 bisnietos. Durante sus últimos años de vida, Domingo disfrutó del delicado cuidado de Mirella.

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