mirando al mar

Desprecio de las empresas catalanas al equipo español de Copa América

22/07/2023 - 

VALÈNCIA. No sé quiénes son más ignorantes, si el tripartito de los gobiernos valencianos —Chimo Puig, Juan Ribó y Juan Baldoví— o los gobernantes catalanes, que han propiciado que la Copa América de 2024 se celebre en Barcelona. Los valencianos, por no querer postularse a organizar esta Copa América para no copiar los triunfos del Partido Popular de 2007, perdieron la oportunidad de colocar a la Comunitat Valenciana otra vez en la cresta de la ola. Puig, Ribó y Baldoví despreciaron la entrada en su comunidad de muchos millones de euros por no querer reconocer que la Copa América de 2007 fue un gran éxito y muy beneficioso para Valencia. Los catalanes se pelean, no quieren pagar sus cuotas acordadas con America’s Cup Events Barcelona, obligando al Gobierno de España a hacerlo, generan problemas políticos, fuga de grandes empresas… y claro ni hablar de patrocinar un equipo español. ¡O es catalán o nada! Pues nada, ignorantes.

Es verdad que dos empresas catalanas, Estrella Damm y Antonio Puig Perfumes han dado la cara y van a patrocinar, el primero parte del evento y parte al equipo anfitrión (léase como anfitrión Nueva Zelanda) y el segundo la organización de la Copa América de jóvenes y de mujeres.

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Pero también es verdad que el equipo español de jóvenes y mujeres, que se llama Sail Tean BCN, tuvo la oportunidad de ser patrocinado por una gran empresa española, que al ver las peleas políticas que había en torno al poder en la organización de la Copa América salió por patas y no quiso saber nada de la competición de vela más antigua de la historia.

Por su parte, aunque el disfraz del equipo que dirige Guillermo Altadill en cuanto a su nombre es más bien barcelonés que español, las empresas catalanas quieren que ambos equipos estén compuestos exclusivamente por catalanes y han declinado hacer ningún patrocinio no vaya a ser que los separatistas tomen medidas contra sus productos.

Con el agua al cuello y ya casi sin esperanzas de lograr un patrocinio aparece una ONG holandesa, Fundación Zero, que se dedica a lo que está de moda, “cuidar del planeta” y pone un millón de euros para que el equipo español pueda iniciar su participación en las Copas América de mujeres y de jóvenes.

Nunca he visto una cosa igual. La visibilidad que da participar en la Copa América no la da ni una gran campaña de publicidad. Las excepciones fiscales que produce ser mecenas de algunos de los equipos son de casi el noventa por ciento. El prestigio y la imagen que la empresa adquiere participando en este evento no tiene parangón, pero todas estas premisas, al parecer, no son suficiente para que los empresarios catalanes se desprendan del complejo que han adquirido hace unos años y prefieran quedarse como están, a dar un paso de gigante empresarial.

Tonterías sociales, catalanas y valencianas, que, al fin y al cabo, tiene la anuencia del pueblo ya que los que les votan tienen mucha culpa de esto por no ver, que el progresismo que estos políticos promulgan no es tal; que el progresismo está en avanzar hacia el progreso de todos y no solo el de unos pocos.

Ahora comienza el periodo de selección de los tripulantes de ambos equipos. El de jóvenes supervisado por Guillermo Altadill, navegante español, catalán y barcelonés coherente y con experiencia como para formar un buen equipo que pelee por estar entre los mejores, aunque me temo que ya van un poco tarde; y la regatista Mónica Azón, será la encargada de seleccionar a las chicas que formarán el equipo femenino. La incógnita está en si ambos equipos van a ser plurales en cuanto a lugares de nacimiento de sus tripulantes o van a tener una mayoría aplastante de catalanes.

Los antecedentes que pueden tener un parangón fueron las tres Barcelona World Race que se organizaron por parte de la Fundación Navegantes Oceánicos de Barcelona, que ponía los barcos, los patrocinadores y daba preferencia a los navegantes catalanes. Ahora, la FNOB se ha pasado a llamar Barcelona Capital Náutica, otro chiringuito para conseguir que Barcelona y Cataluña se conviertan los referentes mundiales del sector náutico, y que cuyo patronato está formado por: Generalitat de Catalunya, Administració General de l’Estat, Ajuntament de Barcelona, Diputació de Barcelona,  Autoritat Portuària de Barcelona, Consorci de Turisme, Cambra de Comerç, Indústria, Serveis i Navegació de Barcelona y Associació Barcelona Global, y cuyo director general es Ignasi Armengol.

Ni que decir tiene que desafiar a la Copa América, aunque sea de jóvenes y de chicas, solo lo puede hacer un armador (Guillermo Altadill), un club (Real Club Náutico de Barcelona) y un país (España). No lo puede hacer ni una región de un país y, por supuesto, ninguna ciudad como pretende más de uno. En la Copa América que organizó el equipo suizo Alinghi en Valencia, el equipo español se llamaba Desafío Español 2007, aunque el desafío lo lanzó la Real Federación Española en nombre de todos los clubes españoles.

El caso es que el millón de euros que la Fundación Zero le proporciona a los equipos españoles no da casi ni para construir el AC40 con el que competirían. Les hace falta diez millones más para completar un presupuesto con ciertas garantías. Hasta el momento el que ha puesto el dinero de su bolsillo para la inscripción de ambos equipos ha sido Guillermo Altadill, lo que ha sacado los colores sociales al nuevo chiringuito político catalán de Barcelona Capital Náutica, que ha sido incapaz de tender la mano a algo que huele a español.

El órdago está echado a las empresas catalanas para que completen el presupuesto de los dos desafíos, que al menos van a estar dirigidos y organizado por catalanes y que les daría la oportunidad de expandirse por el mundo empresarial fuera de Cataluña, es más, no solo por la geografía de España, sino por la del mundo entero. Si no ocurre esto, me temo muy mucho que el Estado Español tendrá que coger el testigo y patrocinarlo para evitar así una vergüenza mundial de nuestro país.

* Este artículo se publicó originalmente en el número 105 (julio 2023) de la revista Plaza

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