MURCIA. Tiene algo inquietante, en su mirada. Quizá por eso se le da tan bien encarnar personajes de personalidades complejas. Pero resulta que John Malkovich es “un tipo encantador” en las distancias cortas. Lo dice el catedrático de Historia del Cine de la Universidad de Murcia Joaquín Cánovas, una de las personas que más sabe de cine –y no sólo de Murcia-, quien ha coincidido un par de ocasiones con el actor estadounidense ‘más europeo’, aquí mismo, en la Región de Murcia. De hecho, parece ser que el vizconde de Valmont de Las amistades peligrosas, que compagina su trabajo artístico con distintos proyectos empresariales –que si hoteles, que si restauración, que si moda…-, ha visitado varias veces estos lares murcianos con el objetivo de invertir en una casa o un terreno.
No sabemos con certeza cómo acabó la historia –es decir, si el actor encontró lo que buscaba e hizo el consiguiente desembolso, con lo cual tendría una propiedad en la Región-, pero sí como empezó. Y como no deja de ser curioso que el mismísimo Malkovich anduviera por aquí cerca, se la vamos a contar con el fin de entretenerle un rato en estos días de confinamiento obligado.
La cosa empezó cuando nuestro profesor murciano recibió hace unos cinco años una llamada de su buen amigo Chema Prado, el que fuera director de la Filmoteca Nacional y otro que, como el propio Cánovas, conoce a todo el mundo. El motivo era que Malkovich quería visitar esta parte de España; país al que viajaba con frecuencia, sobre todo a Cataluña (vivía por entonces en Avignon). Hay que tener en cuenta que Prado mantiene una estrecha relación con el actor -no en vano, es padrino de su hija- desde que lo conoció cuando rodaba El cielo protector bajo las órdenes de Bertulucci (al que también le unía una gran amistad).
Joaquín Cánovas fue a recibir a la celebridad al aeropuerto de entonces, el de San Javier, donde el actor llegó solo; elegante e impecable en su vestimenta, con un traje claro, “como es él”, recuerda el catedrático, quien añade que en aquella ocasión se alojó en Los Jardines de Lorca, donde probó el jamón y el vino. Andaba el actor un poco despistado, porque preguntó cómo llegar al Cabo de Gata.
Tres meses después, Joaquín Cánovas recibió otra llamada de su amigo Prado, informándole de que Malkovich quería volver a la zona y visitar, concretamente, Portmán. Esta vez el actor viajó a la Región con su mujer y sus dos hijos. Era julio y Cartagena era una fiesta en plena celebración de La Mar de Músicas. Se les reservó habitación en el hotel Cartagonova, en el mismo centro de la ciudad portuaria, pero se filtró la noticia y la centralita se colapsó con un sinfín de llamadas preguntando por el actor. Finalmente, Malkovich y su familia se alojaron en el Hotel Príncipe Felipe de La Manga Club.
Después de aquello, Cánovas sabe que vino un par de veces más –aunque en esas ocasiones no estuviera él presente-, interesado en invertir en un proyecto empresarial en Portmán, puede que en un pequeño hotel (de hecho, ya tiene alguno) que abriese cuando la bahía estuviera regenerada. El profesor de cine no sabe cómo acabó el proyecto; hay quien afirma que, finalmente, la casa la compró en Puerto Lumbreras, pero que haberla, hayla. Pero, por si acaso, si usted se cruza paseando -cuando se pueda- por algunas de estas zonas con un turista elegante, con traje de color claro, probablemente de lino, y de mirada profunda e inquietante… fíjese bien, seguramente será un tipo encantador como el mismísimo Malkovich.