CARTAGENA. Aunque durante nueve meses la población censada en La Manga no excede de los quince mil vecinos, los meses de verano se multiplica por más de diez, por lo que las infraestructuras y las comunicaciones no dejan de resentirse. Las administraciones las reconocen como insuficientes porque cada vez hay más veraneantes y menos metros cuadrados para disfrutar: el caótico boom urbanístico de décadas anteriores no ha ayudado en exceso y los remedios de ahora suponen en algunas ocasiones simples parches provisionales.
Hace tan solo unos meses se puso en marcha una zona de parking junto al Parque de Bomberos -municipio de San Javier-, con capacidad para 279 vehículos, una medida paliativa en una zona en la que se regeneraba espacios urbanos infrautilizados para convertirlos en más amables y funcionales para los ciudadanos.
El Ayuntamiento de Cartagena está impulsando la construcción de un gran aparcamiento disuasorio en Cabo de Palos que ayude a mitigar ese caos circulatorio que arranca en la misma vía rápida y se prolonga kilómetros adentro de La Manga. El objetivo con este proyecto es adquirir un terreno de aproximadamente 15.000 metros cuadrados en la población costera, muy cerca de la propia entrada a las playas, que pueda tener capacidad para que entre ochocientos y mil vehículos puedan estacionar.
Para ello ya ha encontrado una parcela de esas dimensiones y negocia -se encuentran en una fase inicial de las conversaciones- con los propietarios la adquisición del terreno, el primer gran escollo en la pretensión de este aparcamiento disuasorio impulsado por el gobierno municipal. Se estudian diferentes fórmulas para la gestión de esta instalación, como convertirla de pago durante los meses de verano con una gestión externa, hasta autobuses lanzadera a diferentes puntos kilométricos de La Manga para que aquellos usuarios que dejen su vehículo en el mismo tengan todas las comodidades para llegar al punto donde disfrutan de su verano sin sufrir demoras ni contratiempos.
El colapso circulatorio es un asunto que padecen los habitantes, los transportistas, los veraneantes y los que van a pasar el día a la playa y se ha asumido como algo normal. Como antes subrayábamos, el problema de accesibilidad es un auténtico dolor de cabeza para todos ellos, por lo que todo pasa en un futuro por cambiar el modelo para trasladarnos, algo que, tal y como bien sabemos, es una ecuación que en La Manga tiene difícil solución.
Por otro lado, las tres asociaciones de venta ambulante que tienen mercadilleros que trabajan en el mercadillo de Cabo de Palos -ahora ubicado junto al supermercado Upper-, han logrado la unanimidad para trasladarse a la zona de Las Dunas a partir del próximo mes de octubre. Hasta hace unos días explicaban que el principal escollo era la falta de metros para que los cerca de 200 puestos pudieran ubicarse en esta zona, ya que las dos calles que acceden a la explanada central de la instalación no podrán utilizarse, ya que se cerrarían las entradas y salidas al nuevo Mercadona. Sin esas dos vías -cerca de 30 puestos-, faltaban metros cuadrados de superficie. Infraestructuras ha encontrado la alternativa con unos terrenos municipales a la espalda del Cuartel de la Guardia Civil, un total de 6.000 metros cuadrados de superficie que darán continuidad a la zona de Las Dunas y que serán asfaltados para habilitar allí parte de los puestos ambulantes.
De esta manera, se abandonará para otoño la zona actual, que tanta polémica ha generado ya que algunos de los comerciantes se han quejado desde el principio que a algunos espacios designadas no llegaban los clientes por estar situados demasiado alejados de la gran explanada.