MURCIA. "Siempre he dicho que lo que yo pinto es improbable, pero no imposible". Son palabras de Fernando Botero sobre una obra que resulta inconfundible e identificable a primera vista, y de la que los murcianos podrán disfrutar en primera persona a partir del 14 de septiembre en el Centro Cultural Las Clara, gracias a la exposición Sensualidad y melancolía con la que la Fundación Cajamurcia celebra por todo lo alto su 'vuelta al cole'; en este caso, la vuelta a su nueva temporada de exposiciones que no podía empezar mejor.
Cerca de medio centenar de piezas -entre esculturas, pinturas, acuarelas...- conforman esta muestra que se podrá visitar hasta el 26 de noviembre y que traslada a la capital de la Región el universo propio de volúmenes e imaginación creado por el artista colombiano, cuyo estilo es ya una especie de marca que se conoce como 'boterismo'.
Marisa Oropesa, comisaria de la exposición, recuerda otras palabras del artista nacido en Medellín en 1932: "El problema de la pintura no es crear distintos temas, sino hacer los mismo que han hecho todos, pero en forma diferente. El mismo hombre o la misma mujer, el mismo caballo, el mismo árbol, la misma naturaleza muerta, pero vistos con otro sentimiento, con otros ojos". Beber de las fuentes del pasado ha sido una constante en los maestros de arte y Fernando Botero no es una excepción, ya que siendo conocedor de la obra de los grandes creadores, en lugar de interpretarlos, "los ha hecho suyos, con su particular punto de vista".
Quien visite las salas del Centro Cultural Las Claras podrá contemplar el uso de los colores y del volumen con los que Botero ha creado una impronta propia. Así, la comisaria de la muestra destaca la vivacidad de su paleta cromática, de la que él mismo dice: "Yo uso un colorido que es posiblemente exagerado, pero mantiene cierta relación con la realidad".
"Esos ojos, esa personalidad, son las que nos atrapan y nos llevan a asegurar, sin ninguna duda, que en esta exposición estamos ante las creaciones de uno de los artistas más importantes de nuestro tiempo", afirma Marisa Oropesa, quien añade que el mundo mental de Botero "esconde un halo de melancolía que pareciera estar guiado por Saturno a la vez que la sensualidad se apodera de las formas volumétricas que emplea. Unas formas que podemos apreciar tanto en sus pinturas como en sus dibujos y acuarelas presentes en esta exposición". También en algunas de sus icónicas esculturas, donde su volumen característico alcanza una mayor fuerza gracias a la tridimensionalidad de las mismas.
Añade la comisaria que en las obras expuestas "vemos cómo presencias inmensas se intercalan con miniaturas en espacios reales o inventados que, a veces, parecen decorados. Creando en la tela un conjunto que parece masivo y jugando con los distintos planos, las proporciones de los objetos y los personajes que forman la composición que gozan de una integridad volumétrica. Un juego de planos y proporciones que, a veces, produce un efecto naif".
Oropesa subraya, además, la independencia artística de Fernando Botero, al entender el oficio en un sentido clásico (no recurre a ayudantes ni a talleres) y no sucumbir a las modas predominantes. "Alejarse de las corrientes estilísticas fue lo que hoy nos permite hablar de Botero como un creador que ha sido capaz de cimentar su propia personalidad, siempre coherente y en evolución, convirtiéndose en una de las figuras más destacas del panorama artístico internacional", manifiesta la experta, quien destaca la influencia del Renacimiento italiano.
Tema, composición y color son los tres elementos sobre los que se asienta el 'boterismo'. En esta muestra se podrá comprobar, por ejemplo, cómo en todas sus creaciones existen temáticas recurrentes que le acompañan desde los años sesenta hasta la actualidad: iconos cristianos, tauromaquia, desnudos o naturalezas muertas... que demuestran que "Fernando Botero es capaz de abordar, al mismo tiempo, los grandes temas de la historia del arte y la vida cotidiana, siempre realizando sus propias interpretaciones". Y sin olvida nunca sus raíces colombianas.
"En ocasiones puede parecer satírico y siempre está alejado de lo grotesco. Enfatiza unas masas que nos recuerdan a Rubens, pero su obra es en realidad el resultado de un profundo conocimiento del arte occidental y de la tradición muralista mexicana unido todo ello a su compromiso con su alma antioqueña", concluye Marisa Oropesa.
