VALÈNCIA. Totalmente emocionado, Miguel Arraiz (València,1975) afirma que diseñar el templo del evento Burning Man, en el desierto de Nevada, se siente como "ir a una carrera, ganarla y que te proclamen ganador olímpico". No es una comparación, para nada, exagerada. El valenciano se ha convertido en el primer español y profesional de habla no inglesa en liderar este proyecto, una construcción que verán miles y miles de personas durante los siete días en los que la 'ciudad' ficticia de Black Rock abra sus puertas. Tras ello, el 'Temple of the Deep' -como le ha bautizado- será quemado al igual que una falla, en una ceremonia solemne celebrada la noche del domingo 31 de agosto.
La emblemática estructura, con 13 metros de altura y 32 de diámetro, se inspira en las antiguas rocas volcánicas del paisaje de Black Rock y dará cobijo en su interior a todas aquellas personas que buscan rendir homenaje a los seres queridos que han fallecido. Así se lleva haciendo desde que en el año 2000 el artista David Best empezará esta tradición con un templo en recuerdo a un amigo fallecido.
Arraiz tiene claro que, como arquitecto, el Burning Man es el "proyecto más bestia" que podía hacer, por su envergadura y proyección. Pero, además, hay otros factores que hacen sentir al valenciano que ha alcanzado la cima de su carrera y es que, tal y como ha tratado de hacer él mismo en anteriores proyectos, el evento de Nevada es reconocido por su capacidad de generar comunidad. "La construcción del edificio, en sí, supone el 15% del proyecto. Esto va más allá. El 30 de enero me iré a San Francisco a buscar una nave donde montar el templo y mi equipo de 400 voluntarios. Después, entre estas personas seleccionaré alrededor de cien para irnos al desierto. Tanto es un trabajo comunitario que para lo compra del material y el alquiler de grúas cuento con un presupuesto de 150.000 mil euros -cuando el proyecto está valorado en un millón- y el resto del dinero debemos conseguirlo a través de mecenazgo, en un evento donde están prohibidas las marcas".
Igualmente, el valenciano se siente un privilegiado por poder crear un lugar en el que la gente va buscando consuelo y poder despedirse de los suyos. "Es un espacio con tanta carga emocional que cuando estás a cien metros ya no puedes dejar de llorar. Entre los voluntarios hay quien tiene amigos que se han suicidado, pero por otra parte también se pueden ver ecografías de un aborto o la gorra de alguien que ha perdido la vida. Ser responsable de ese cobijo espiritual es de una gran responsabilidad. No estamos haciendo una falla, la historia es otra", reflexiona Arraiz.
Salvarse a sí mismo (en lo personal y profesional)
El valenciano participó por primera vez en el Burning Man en el año 2016 cuando, en colaboración con el escultor David Moreno y el colectivo Pink Intruder, presentó 'Renaixement'. Un pabellón dorado e inspirado en la Lonja de València que fusionaba muchos elementos tradicionales de las Fallas. Casi una década después, Miguel Arraiz regresa a Nevada con una perspectiva diferente y otras motivaciones.
"Decidí presentarme en octubre. Estaba pasando por una ruptura dolorosa y mi única manera de no quedarme más tiempo en el sofá fue esta. Nunca se me había pasado por la cabeza hacerlo, he utilizado el proyecto de creación como terapia", reconoce el valenciano, quien cuenta que a 14 días de acabar los planos, llegó la Dana a València y algunos de los compañeros con los que estaba realizando el diseño se encontraban en los municipios afectados. Arraiz ha colaborado con otros profesionales del sector como Javier Molinero, 'Arqueha' y Javier Bono. Aun así, pudieron presentar su idea y tres meses después recibieron el aviso de que estaban entre los finalistas para alzar el gran templo de 2025. "Me pidieron hacer una reunión vía Zoom, pero decidí coger un avión y plantarme directamente allí".
Arraiz es uno de los arquitectos y artistas valencianos más reconocidos en el arte efímero y la arquitectura. En 2015 logró romper todos los esquemas con la innovadora falla de Nou Campanar, creado por el colectivo Pink Intruder. Y entre sus últimos encargos se encuentra el diseño de la famosa 'Ágora València'. Un pabellón impulsado por la Capital Mundial del Diseño de València 2022 que se convirtió en epicentro de muchas de las actividades que tuvieron lugar en la plaza del Ayuntamiento. Sin embargo, hoy por hoy, el creativo siente que "ya ha agotado su ciclo" en la ciudad. De aquí, que esta oportunidad también se convierta "en la puerta para seguir evolucionando. "Sentía que ya me estaba repitiendo y no me interesa nada repetirme", afirma.
Qué cuenta su templo
Para crear 'Temple of deep', el arquitecto ha tomado como inspiración el 'kintsugi', el arte japonés de reparar con oro cerámica rota. Así, el visitante podrá encontrar una enorme roca llena de grietas doradas que simulan el corazón cuando está hecho pedazos tras un episodio de dolor. Sin embargo, como ocurre en la vida misma, estas heridas en algún momento cicatrizan y la pérdida da paso a un momento de sanación. De ahí que los trozos rotos vuelvan a juntarse.
"Desde la organización te piden un templo sin adscripción religiosa, así que se me ocurrió volver a mirar a la montaña. El templo representa una gran roca negra que levantaremos entre todos. Ya dentro, el que quiera podrá cobijarse y compartir su dolor", explica Arraiz. Le interesaba mucho al artista generar un lugar verdaderamente seguro para las emociones. Por eso, a diferencia de templos anteriores, ha querido que este espacio para el duelo esté claramente diferenciado de la zona a la que accederán aquellos que únicamente quieran contemplar el edificio de cerca. "Es muy sanador el solo hecho de ponerte al lado de una persona que no conoces de nada y llorar. La gente que verdaderamente te puede ayudar es esa que también ha pasado un duelo".