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crítica de cine

'Tiempo': una experiencia milimétrica

30/07/2021 - 

MURCIA. M. Night Shyamalan ha reconocido que Tiempo comenzó como un regalo, el que le hicieron sus tres hijos por el día del padre. Se trataba de la novela gráfica de escritor Pierre Oscar Lévy y el artista Frederik Peeters, Castillo de arena, en la que un grupo de veraneantes quedaban atrapados en una playa paradisíaca que tiene la particularidad de hacer envejecer rápidamente a quien la pisa.

Muchos de los temas que se tratan en esta historia entroncaba a la perfección con los intereses del cineasta. La relación entre el ser humano y la naturaleza, los personajes encerrados en un entorno hostil en el que se encuentran atrapados ya que no forman parte de él, el elemento sobrenatural que se inserta dentro de lo cotidiano y la reflexión filosófica y existencial sobre la vida, la muerte, las relaciones familiares y el miedo a la pérdida.

Después de completar su trilogía Eastrail 177, que comenzó en el año 2000 con El protegido y a la que siguieron Múltiple (2016) y Glass (2019), tenía la necesidad de embarcarse en un proyecto de una índole totalmente diferente, pero en el que, al mismo tiempo, pudiera verter sus obsesiones. Castillo de arena le daba la posibilidad de abordar una cuestión que le interesaba: ¿qué harías si todo lo que te queda de vida transcurriera en un solo día?

'Tiempo'

Una serie de personajes llega a un resort donde se les ofrece la posibilidad de visitar una playa virgen. Entre ellos se encuentra el matrimonio que forman Prisca (Vicky Krieps) y Guy (Gael García Bernal) junto a sus hijos Trent (6 años) y Maddox (12 años). Están a punto de separarse y ella sufre un grave problema de salud. Allí conocerán a un cardiocirujano con problemas de ansiedad, Charles (Rufus Sewell); a su madre (Kathleen Chalfant); a su jovencísima esposa Chrystal (Abbey Lee); y a su hija pequeña Kara (Kyley Begley); a los que también se unirán Jarin (Ken Leung) y su mujer Patricia (Nikki Amuka-Bird), que sufre de epilepsia; y un rapero apodado Mid-Size Sedan (Aaron Pierre).

Todo parecerá idílico hasta que encuentren el cadáver de una joven y se den cuenta de que Trent (ahora Alex Wolff), Maddox (Thomasin McKenzie) y Kara (Eliza Scalen) se han convertido en adolescentes. La cuenta atrás ha empezado y el tiempo corre acelerando sus organismos de manera imparable.

Shyamalan quería hacer su particular versión de The Twilight Zone, como si se tratase de un capítulo en el que latiera el misterio, lo desconocido, la extrañeza y la tensión atmosférica. Pero resulta inevitable pensar en El ángel exterminador, de Luis Buñuel, a la hora de abordar el tratamiento no solo narrativo, sino también metafórico en lo que se refiere a la utilización del huis clos. Pero si hay una presencia que todo lo inunda es la de Alfred Hitchcock. Siempre se ha dicho que Shyamalan era uno de los grandes herederos del estilo del maestro del suspense, pero en Tiempo todavía se pone más de manifiesto.

'Tiempo'

El director utiliza todos los elementos del lenguaje cinematográfico que tiene a su alcance para generar angustia y, a través de ellos, consigue que cada plano (y su duración) sea, además de narrativo, transmisor de un estado de ánimo que nos lleva por la confusión que provoca la aceleración y desubicación temporal. Así, cada movimiento de cámara, cada fuera de campo, cada elección de encuadre, tiene una intención muy concreta, algo que se pone especialmente de manifiesto en los momentos en la playa en los que tienen lugar los primeros descubrimientos (más que inquietantes) terroríficos.

Una auténtica espiral de virtuosismo que demuestra el talento de Shyamalan para configurar mecanismos de relojería milimétricos en lo que se refiere a ritmo, planificación secuencial y precisión narrativa.

No se puede hablar mucho más de Tiempo sin arruinar la experiencia que propone y las incógnitas que plantea. Es una carrera contra el cronómetro, un tic tac perturbador que nos sumerge en una pesadilla a pleno sol en la que el ser humano se convierte en su peor enemigo y en la que saldrán a la luz los peores instintos, aunque también los mejores, la solidaridad, la comprensión y el espíritu de supervivencia grupal.


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