MURCIA. Máximo Huerta (Utiel, 1971) admite que las actuales circunstancias no le inspirarían para tejer una novela. “Seguro que nos afectará de una u otra forma a la hora de escoger personajes e incluso historias, pero, en mi caso, será de forma inconsciente”, asevera. El periodista, escritor y exministro de Cultura cavila sobre ello a raíz de una conversación sobre su última novela, Con el amor bastaba, un canto a la aceptación y a la libertad entonado por Elio Ícaro, un niño con el extraordinario don de volar.
La obra, recién salida del horno, llega a las manos de los lectores (y, poco a poco, a las librerías), en unos días en los que el también presentador ha recibido la noticia de que no continúa al frente del programa A partir de hoy en RTVE, recientemente cancelado y sustituido por avances informativos. Frente a ello, Huerta escribe, lee e ilustra (su Instagram da buena cuenta de ello). Desde su casa en Madrid, otea el horizonte y tacha los días que quedan hasta otoño, fecha en la que se celebrará, por fin, la Feria del Libro de la capital. Ya queda menos para reencontrarnos en las librerías.
-El libro es un canto a la libertad. ¿Cómo está siendo publicarlo en estos inciertos tiempos donde, precisamente, carecemos de ella?
-Doy las gracias porque, a los poquitos días, me informaron de que íbamos por la segunda edición. Y no estaban todas las librerías abiertas, ni siquiera la Casa del Libro. Está teniendo una aceptación enorme y eso es porque se recomienda. La promoción ha sido sin trenes, sin aviones, sin entrevistas cara a cara… Como es la vida ahora, vaya: a distancia. Me he perdido el cara a cara con los lectores, que siempre es gratificante, pero eso llegará en otoño cuando haya Feria del Libro.
-¿A qué atribuyes su éxito?
-El libro habla de la necesidad de ser feliz, de la vida y de la importancia de ser nosotros mismos. Con el amor bastaba es una fábula, un canto a la aceptación, y una reivindicación de la belleza. También valora la diferencia frente a la normalidad: todos somos especiales, todos somos únicos, todos somos raros y todos necesitamos amor.
Todo el mundo me está diciendo a través de las redes sociales (que te permiten saber qué siente la gente al leer el libro) que en algún momento se han sentido Elio: especiales, diferentes, únicos, fuera de la masa. Afortunadamente, todos tenemos una particularidad que deberíamos hacer brillar. Y eso encaja con el lector.
-Con el amor bastaba se vertebra a través del mito de Ícaro. ¿Por qué te interesaba darle una nueva lectura a esta leyenda griega?
-El vuelo de Ícaro me fascina: la idea de la huida, de un padre que construye unas alas a un hijo para que pueda escapar, para que pueda volar o, al menos, para que pueda cambiar su historia. Aquí lo construyo a la inversa. En la simbología de esta novela es el padre el que intenta que su hijo no vuele porque piensa que, si es como los demás, no va a sufrir; que, si es como el resto, su vida será más fácil. En cambio, la madre, que se llama Sol (en el mito le derrite las alas) es la fuente de la vida, de calor, del centro del protagonista. El vuelo de Ícaro, pero a la inversa.
-Hay mucha melancolía impregnada en las páginas…
-Conocemos la historia de un niño entera, cómo es de adolescente, y recorremos su vida hasta el final de sus días: eso es la novela. La mirada melancólica es muy literaria, pero no es triste, sino una media sonrisa. Tiene mucho de ese aroma que se te queda cuando ves Cinema Paradiso.
-Hemos conocido tu despedida de RTVE, algo que has señalado que consideras un error porque supone cerrar un espacio que resultaba interesante explorar. ¿Qué espacios crees que le falta a nuestra televisión pública o, en general, a nuestra televisión en un momento donde prima especialmente lo informativo?
-Es una pena que un programa tan bonito, con colaboradores tan buenos e importantes como Gemma Nierga u Olga Viza… se pierda. Me refería a eso. Aunque lo hubiera presentado otro, me parece un gran programa. Pero no lo digo porque me echen a mí; a mí me da igual. Es un disfrute de programa, aunque lo presentara cualquier otra persona.
Por otro lado, cada televisión tiene un modelo y es diferente. Atresmedia o Mediaset tienen unos intereses hacia la información, hacia la evasión; diferentes modelos de parrilla y de público. La pública tiene que competir de una manera diferente: no hay anuncios, por tanto, debería apostar por programas de prestigio con buenos colaboradores, con buenas charlas, donde el espectador disfrute. Cada tele tiene un modelo y cada una tiene que definir qué es lo que quiere y a qué público quiere dirigirse. Mediaset lo tiene claro; Atresmedia, también. Y ahora RTVE está reformateándose, por lo que parece.
La información es necesaria e importante, pero creo que para eso también está el canal 24 horas…
-Informativamente, llevamos meses con la misma noticia presidiendo todas las cadenas y periódicos: el COVID-19. ¿Crees que desde los medios de comunicación hemos sobresaturado demasiado a la población con este tema?
-Ahora no tanto. Ahora hay más gresca política y la salud ha pasado a un segundo plano. En los primeros días es importantísimo estar informado; después lo sano es no estar alarmado, sino también contar con evasión. La dieta mediterránea en lo informativo: variada, y que entretenga, evada e informe al espectador, que es un ciudadano.
Al principio, durante las dos primeras semanas, todos teníamos la urgencia de información, de saber; después, como se pudo ver, ha habido otros programas que han vuelto como El hormiguero o Supervivientes que han triunfado. La gente necesita estar informada cuando toca, pero tener una ventana al entretenimiento es necesario en la vida y en la televisión, la radio y la prensa.
-También hemos visto como programas de entretenimiento han estado más próximos a la política, como Sálvame, por ejemplo, con el #Merlosplace y todas las declaraciones de Jorge Javier Vázquez. ¿Cómo valoras esa relación?
-Pero eso no es política. No es más que una relación de amor. Un folletín que gusta.
-Pero sí hay un discurso político.
-Pero eso lo hacen en todos los medios de comunicación. Todos los programas hablan de aquello que está siendo foco de interés. Yo creo que ya no queda ningún periodista del que no sepamos su opinión sobre cualquier asunto. Todos marcan su opinión, no solamente en la televisión.
"Hace tiempo que la información y el entretenimiento están mezclados"
-Quizá el caso de Sálvame es más significativo porque no es un espacio informativo, sino uno de entretenimiento…
-Hace tiempo que la información y el entretenimiento están mezclados. Los informativos también dan vídeos de YouTube. Hace tiempo que el concepto infotainment (información + entretenimiento) se dio en Norteamérica. De hecho, la forma de vender muchas tertulias pretendidamente serias es mediante un tono de programa de entretenimiento. Todo se ha ido mezclando tanto en las tertulias políticas como en los programas de entretenimiento porque así es la vida.
-Si algo ha demostrado este confinamiento es el papel de la cultura en nuestra sociedad. ¿Crees que va a salir reforzada?
-La cultura nos sobrevive a todos. Te morirás tú, me moriré yo, quien sea; y seguirá ahí. Sigue ahí con Luces de bohemia, con Divinas palabras, con las rondallas valencianas… que atraviesan siglos. La gastronomía permanece y es cultura; las danzas… Nos sobrevivirá a todos. Lo que tendríamos que hacer es estar más orgullosos de la cultura.
-Muchos artistas han hecho conciertos gratis a través de directos de Instagram, ¿crees que eso de alguna manera nos puede malacostumbrar a la gratuidad de la cultura, pese a todo el bien que ha causado?
-Los artistas lo han hecho por entretenerse, por entretenernos, por ofrecernos lo que hacen.... Y han sido muy generosos. He visto directos de ilustradoras como Berta Llonch, que enseñaba a ilustrar; directos de cantantes, incluso de óperas… E insisto: han sido muy generosos porque nos han hecho la vida muy fácil. Ahora tenemos que ser empáticos y consumir cultura. Enorgullecernos de lo que tenemos: de los cantantes, de los bailarines, de los restauradores… Tenemos que corresponder. Nos han hecho la vida más fácil en el confinamiento y ahora nos toca a nosotros también.
-También sucede con las librerías, a las que toda esta crisis les ha perjudicado muchísimo.
-Tengo mucha cercanía con una librería, Amapolas en Octubre, y la librera (que también es escritora) y yo estábamos todos los días hablando sobre abrir las puertas, volver a ver a clientes… Muchas librerías se han tenido que reajustar a las circunstancias, incluso muchas han tenido que crearse una página web para poder vender frente a las grandes empresas que ya la tienen. Ahora nos toca a nosotros ir a las librerías y comprarnos libros que nos entretengan, que nos diviertan, que nos hagan pensar, que nos hagan reír, que nos hagan evadirnos… Ha sido un palo porque los libreros han tenido que pagar alquiler, como otros tantos negocios, y muchos libros se han quedado durmiendo a las estanterías. Vayamos ahora a despertarlos y a disfrutarlos.
"Las medidas no solamente tienen que ser económicas, sino también desde la generosidad de cada ciudadano"
-El Ministerio de Cultura ha lanzado un paquete de medidas para reactivar el sector, ¿echas alguna en falta?
-No voy a opinar sobre la gestión de otros, sobre todo porque no es mi lugar. Todo lo que diga se podría malinterpretar, y lo que necesita este país no es más ruido ni enfrentamiento. Con lo cual: cuantas más medidas hagan para apoyar a la cultura, mejor. Cuantos más ciudadanos nos sintamos responsables, cuanto más nos enorgullezcamos de la cultura desde el Gobierno, desde el Ministerio, desde las autonomías, las alcaldías y las casas, mejor. Eso es lo que nos representa. Las medidas no solamente tienen que ser económicas, sino también desde la generosidad de cada ciudadano.
-¿Qué libro te ha impactado más en esta cuarentena? ¿Qué nos recomendarías?
-Me ha causado mucho impacto y me ha gustado muchísimo A corazón abierto de Elvira Lindo, y me ha encantado Rewind de Juan Tallón (lo he recomendado muchísimo). También reconozco que he releído mucho… Me he leído La apasionada vida de Modigliani de André Salmon; he vuelto a Moby Dick, a El gran Gatsby y a Carmen Martín Gaite. También me ha gustado En la tierra somos fugazmente grandiosos de Ocean Vuong. Y también destacaría a Éric Vuillard (por ejemplo, con El orden del día) porque en general leo mucha novela francesa y todas las suyas me gustan mucho.