MURCIA. El Grupo de Investigación sobre la Evolución del Genoma del Cáncer de la Universitat Jaume I ha dirigido un estudio internacional, El efecto de la edad en la adquisición y selección de mutaciones impulsoras del cáncer en pieles normales expuestas al sol. La principal conclusión de este trabajo es que la edad es el factor que explica la mayoría de las mutaciones genéticas asociadas a la aparición y desarrollo de los diferentes tumores cancerígenos que afectan a la piel. Los autores han publicado un artículo sobre la investigación en Annals of Oncology, la prestigiosa revista oficial de la Sociedad Europea de Oncología Médica.
El equipo liderado por el profesor Conrado Martínez-Cadenas ha trabajado en esta investigación junto con el Dr. Gerard Pitarch y la Dra. Laura Mahiques del Servicio de Dermatología del Hospital General Universitario de Castellón, y la Dra. Francisca Valcuende del Departamento de Dermatología del Hospital Universitario de la Plana, además del Instituto del Cáncer del University College de Londres (centro de excelencia para el cáncer en el Reino Unido) y el Centro Nacional de Análisis Genómico-Centro de Regulación Genómica (CNAG-CRG) de Barcelona. Por parte del Departamento de Medicina de la UJI también lideró el trabajo la investigadora Bárbara Hernando.
Según Martínez-Cadenas, para esta investigación se ha partido de la secuenciación de 46 genes en biopsias de piel normal de 123 individuos sanos, para comparar todas las mutaciones que aparecen «y averiguar las causas, observando tanto la edad como el fototipo o la exposición al sol, entre muchos otros factores». Las muestras se recogieron en 2019 y durante el año 2020 se desarrolló su análisis. De acuerdo con el resultado, indica el director de la investigación, «la edad explica el 55,16% de las mutaciones», mientras que el fototipo de piel –si esta es más clara o más oscura, con hasta seis grados identificados– está detrás del 17,92% de las mutaciones. De acuerdo con las conclusiones del estudio, «el envejecimiento no sólo está asociado con un aumento exponencial en el número de mutaciones genéticas somáticas acumuladas en la epidermis normal, sino también con la selección y expansión de mutaciones asociadas al cáncer».
Martínez-Cadenas destaca que, en otros tipos de enfermedades cancerosas, la edad estaba identificada como un factor importante, «pero pensábamos inicialmente que en la piel, por estar expuesta al sol, el fototipo y la historia de exposición crónica al sol iban a tener más peso en las mutaciones, y no es así». El resto de factores tienen una incidencia irrelevante junto a los dos primeros. Ni siquiera resulta significativa la diferencia entre las mutaciones en zonas expuestas crónicamente al sol y aquellas otras que sólo se exponen de manera intermitente.
Además, la incidencia de la edad no es lineal en el tiempo, dado que según el estudio la tendencia a la aparición de mutaciones se agudiza a partir de los 60 años. El director de la investigación destaca que «desde una determinada edad, hayas hecho lo que hayas hecho, aumentan las mutaciones relacionadas con la predisposición a tener un cáncer». ¿La explicación? «Los sistemas de reparación de ADN que tenemos los humanos empiezan a funcionar mucho peor que en la juventud y primera parte de la edad madura». Por otra parte, también los fumadores presentan más mutaciones de este tipo en diferentes tejidos, «aunque no tengan que ver con el pulmón».
Para ilustrar la importancia de los resultados de la investigación, Martínez quiere recordar que las causas concretas de las mutaciones somáticas que derivan en otros tipos de cáncer permanecen desconocidas en aproximadamente un 70% de los casos.