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CRÍTICA DE CINE

'El Cover': Canciones y máscaras en Benidorm

23/07/2021 - 

MURCIA. Todos conocemos a Secun de la Rosa en su faceta como intérprete. Se ha convertido en uno de los rostros imprescindibles del cine y de la televisión gracias a series como Aída o a películas como El bar. Pero el actor ha tenido desde siempre otras inquietudes creativas. Prácticamente desde que aterrizó en Madrid comenzó a poner en pie sus propias obras teatrales a través de las que ha ido configurando un universo propio. Poco a poco se hizo un hueco en la escena of madrileña gracias a obras como El disco de cristal o Los años rápidosEn todas ellas estaba siempre presente la música como una parte fundamental a la hora de conectar con los personajes, con su pasado, con sus penas y alegrías, con sus traumas y esperanzas.

Las canciones son también esenciales en su ópera prima, El Cover, una película que demuestra que nos encontramos ante un director inclasificable, capaz de utilizar los elementos que tiene a su alcance, en este caso aquellos que tienen que ver con el musical y el drama juvenil, para reinventarlos a través de su poderosa personalidad y crear algo totalmente diferente. 

Como muchas de las historias de Secun, El Cover se centra en una serie de personajes que buscan su lugar en el mundo, pero en este caso lo hacen en un escenario, Benidorm en el que todo resulta extraño, en el que la autenticidad y lo artificial se mezcla sin tener demasiado claro cuando empieza una y termina la otra. ¿Acaso importa? En realidad, la ciudad levantina se convierte en una metáfora de los éxitos y de los fracasos, de manera que estos también se funden y se confunden entre los sueños y la decadencia.

En ese sitio repleto de contrastes, las máscaras se convierten en un elemento fundamental. Todas las noches Sandra (Marina Salas) se viste como Shirley Basset para cantar sus canciones, y su mejor amiga (Carolina Yuste), se ha mimetizado tanto con su personaje que ni siquiera sabemos cuál es su identidad, solo que actúa como Amy Winehouse y que nunca abandona su papel, ni siquiera cuando se baja del escenario.

Mientras, Dani (Àlex Monner) que vive en Benidorm y procede de una familia de cantantes, mira todo este universo con recelo desde su caparazón. Se encarga de juzgar a los demás cuando en realidad está negándose a sí mismo su verdadera naturaleza.

El Cover habla de la lucha por la supervivencia diaria, del peso de las herencias emocionales, de la familia como núcleo de muchos de nuestros problemas, y de los héroes anónimos, esos que no se rinden, aunque todo se ponga en su contra y que siguen adelante a pesar de las circunstancias.

Aunque quizás lo más importante, lo que diferencia El Cover de muchas películas prefabricadas sea que tenga algo tan imperceptible e imposible de definir como es el alma y el corazón. También es contagiosa, es pegadiza, pero sobre todo alcanza una enorme hondura a la hora de describir a esos personajes que para muchos pueden parecer perdedores y que sin embargo en la pantalla revelan su ternura, su humanidad y su luz.

El Cover arranca repleto de vitalidad para ir poco a poco poniendo de manifiesto las luces y las sombras de este grupo de personajes que se muestran con todas sus virtudes y también con sus inseguridades.

De la Rosa demuestra una enorme capacidad para empatizar con sus criaturas, deja espacio para que crezcan en la pantalla a través de una historia en la que late la juventud con todas sus contrariedades, pero también el paso del tiempo y las renuncias a través de las reveladoras participaciones de actores como Carmen Machi, Susi Sánchez, Juan Diego o Jorge Calvo. 

Hay en El Cover un espíritu de frescura que todo lo inunda. Y momentos icónicos, en los que el director demuestra su capacidad para componer set pièces coreográficas realmente virtuosas en las que explota el sentimiento de vitalidad, como las que transcurren en la batalla musical en la que los participantes van dándose el relevo a través de diferentes temas que nos llevan de Lady Gaga a The Killers en un explosivo número que pasará a la historia de nuestro cine y que se complementa con ese actuación de la jovencísima Esmeralda Rancapino que encoge por dentro. Bailar y llorar de emoción. Eso es El Cover

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