MURCIA. Era todo un riesgo para Vince Gilligan, el creador de Breaking Bad, esta secuela / epílogo / coda / capítulo largo o como la queramos llamar. Continuar la que es considerada una de las mejores series de la historia, a lo que hay que añadir su aura de obra de culto, entraña muchos riesgos: no estar a la altura, dejarse dominar por la autocomplacencia, traicionar el espíritu de la serie, defraudar, quedarse a medio camino, no aportar nada.
En general, El Camino: una película de Breaking Bad sortea bastante bien esos peligros, aunque sí tiene su punto autocomplaciente, lo que no deja de ser comprensible y bastante asumible teniendo en cuenta de lo que se trata. Eso sí, si no ha visto la serie, absténgase de verla, no va a entender nada. Esta es una película para fans e iniciados. Como, por otro lado, son gran parte de las películas de Hollywood que se estrenan en los cines, dicho sea de paso.
La película tiene una finalidad: darle continuidad, y un final a su altura, al que es tal vez el personaje más querido por los seguidores de la serie, Jesse Pinkman. Y por eso, aunque la película no hacía ninguna falta, puesto que la serie estaba muy bien rematada, con un final que no defraudó a nadie, ha caído bien su estreno. Todo el mundo se ha alegrado de reencontrarse con Jesse y saber algo del sufrido alumno, escudero, amigo y víctima de Walter White, magníficamente interpretado por Aaron Paul.
De entre todas las opciones posibles se ha optado por retomar la historia en el minuto siguiente del final de la serie, sin elipsis, para seguir a Jesse en su huida, siendo el más buscado no solo por la policía. Y en sus dos horas de duración le vamos a acompañar durante su frenético camino hacia la libertad, pero también en sus recuerdos, por medio de flashbacks y otros recursos. No era la primera opción de Gilligan, que quería dejar a Jesse en paz consigo mismo tras haber salvado a alguien, pero encerrado en una cárcel de Montana o cualquier otro lugar que no fuera Albuquerque. Cuando planteó su idea a su gente cercana y a los guionistas de Better call Saul, el excelente spin-off de Breaking Bad, la rechazaron de plano con un argumento imbatible y certero: nadie que hubiera visto la serie querría contemplar a Jesse encerrado. El final del personaje tenía que ser más optimista o luminoso, ya ha sufrido bastante este chico.
Y así llegó El camino: una película de Breaking Bad, que no es luminosa ni divertida, porque Jesse, en línea con su trayectoria en Breaking Bad, lo pasa realmente mal. No, esto no es un espoiler, que todos sabemos que se trata de un personaje trágico, nacido para sufrir, y una película dedicada enteramente a él no iba a tratarle de otro modo. Por lo demás, el film mantiene el particular tono y las características formales y narrativas de la serie, sin ruptura alguna, lo cual es una de sus virtudes. Y en formato 2.35:1, el propio de la pantalla de cine, para recordar que esto no es la serie, aunque pueda ser considerado un capítulo más.
Sigue siendo una historia muy masculina, por supuesto. Solo dos mujeres hacen su aparición, más bien fugaz: la madre de Jesse y una fantasma del pasado. El resto es testosterona, como en Breaking Bad. Este es un mundo de hombres que luchan entre sí por el poder y por demostrar quién es el mejor (traficante o asesino o timador o sicario o cualquiera otra actividad asociada a lo delictivo) y el más fuerte o el más listo. Un mundo en el que, para demostrarlo, no basta con ganar, hay que destruir al otro. Ese ‘solo-puede-quedar-uno’ al que tan ¿mal?acostumbrados estamos los y las espectadoras.
Respondiendo a lo que planteábamos en el primer párrafo, la película no defrauda y no traiciona el espíritu de la serie. No tenemos tan claro lo que aporta, más allá de un final satisfactorio para Jesse y para los fans, deseosos de saber cosas de su vida. Y claro está, también el placer de reencontrarse con otros personajes de la serie (vivos o muertos) y recordar algunas de las cosas que pasaron en los 62 capítulos anteriores.
Muchos de los comentarios y críticas que ha suscitado El camino se centran en la cuestión de su necesidad. ¿Era necesaria la película? Pues qué quiere que le diga. Sí. Y no. No creo que esa sea una cuestión relevante o algo que haya que plantearse ante una película, una serie, un cuento o un libro. Las ficciones son, existen. Ninguna serie o película concreta, esta o aquella, son necesarias o innecesarias, sea El camino o sea Breaking Bad. Sea Los Serrano o sea Los Soprano. Lo que es necesario es la ficción, el acto de contar una historia y el acto de consumirla y disfrutarla. Necesitamos las ficciones. No sabemos, ni podemos, ni queremos vivir sin ellas. Qué contenga cada una de esas ficciones es otra cuestión, que no tiene que ver con la necesidad.
Por cierto, ya que estamos. Sin lo que no se puede vivir, lo que sí es inequívocamente necesario, es la vivienda, un sueldo digno, sanidad y educación públicas, la cultura, la igualdad de derechos, el diálogo, el respeto, la convivencia, etc. Eso no son ficciones. Conviene no olvidarlo a la hora de votar. A ver si tenemos un final satisfactorio, como el de nuestro querido Jesse Pinkman.