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al otro lado de la colina

¿Está Rajoy ante su gran oportunidad internacional?

Nuestro presidente ha sido hasta el momento, según los resultados obtenidos, un magnífico gestor de los tiempos y de las oportunidades, y parece que también va a conseguir réditos de la sorprendente situación internacional generada tras el nombramiento del 45 presidente USA

Las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran. La globalización, como ya hemos comentado en otras ocasiones, lleva mal camino, con claras deficiencias democráticas, sociales, liberales y de sostenibilidad medio ambiental.

Porque no nos engañemos, el multilateralismo predicado desde una organización como la ONU en cuya asamblea se sientan una pléyade de regímenes autocráticos, o es defendido desde países con sesgos autoritarios como Rusia o Turquía, o directamente dictatoriales como la República Popular de China, en donde los derechos de las mujeres en muchos de ellos son pisoteados, no es muy democrático.

China, ese gran líder de la globalización como pudimos ver en la cumbre de Davos, defiende este orden internacional aunque sea claramente antisocial, y que recuerda aquellos días de los siglos XVIII y XIX donde existía una mano de obra barata (esclavitud), unas colonias que aportaban las materias primas y una metrópoli donde se fabricaban los productos que a su vez se distribuían a escala planetaria. Ahora, en lugar de llevar esclavos de África a America se montan las fábricas con sistemas de trabajo en muchas ocasiones en régimen de semiesclavitud en el mismo país (o parte de él) sumido en el tercer mundo, y en lugar de ir a la guerra (como hizo UK con China) por el consumo del opio, el consumo en sí se ha vuelto en una adicción, gracias entre otros factores a los mass media y las redes sociales, con gran alegría y beneficios para las corporaciones internacionales.

Finalmente, en esta cadena de reproches, la actual globalización (a pesar de los protocolos de Kyoto) se ha vuelto antiecológica. Miren los altos índices de contaminación de China por su industria del carbón, o la deforestación y la polución en Indonesia, por no insistir en las últimas dudas surgidas por la forma de explotación del Panga en el río Mekong.

Con todo este panorama, y ante un entorno de crisis, crispación política internacional y de populismos en auge, tenemos a Mariano Rajoy dirigiendo a nuestro país desde la Moncloa, un hombre que si por algo se define es por ser una persona tranquila que no se deja llevar por los impulsos, y además con unas actuaciones más pragmáticas que idealistas. Y entre sus cometidos está relacionarse lo mejor posible con los mandatarios de todo el mundo, incluido Donald Trump.

Así que llegado por fin el momento de la primera conversación con el presidente USA Rajoy tenía dos opciones; la primera tener una reacción iracunda contra él como han hecho la mayoría de los mandatarios sobre todo europeos, como Francois Hollande, Donald Tusk, Angela Merkel (algo más taimada), o el presidente de la Cámara de los Comunes británica John Bercow, con su particular veto a que Trump hable ante las cámaras británicas; o la segunda opción, templar gaitas y contemporizar, que dado el origen gallego de nuestro presidente no le ha costado mucho, y en lugar de responder con visceralidad a la vehemencia, ha respondido con tranquilidad aunque fuera sólo por cuestiones básicas de urbanidad, y no por ejemplo con los desaires de su antecesor hacia los USA.

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